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El jardín del olvido

viernes, 6 de junio de 2014 | 0 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Caminaba cogido de la mano con mi primera “novieta” seria que había tenido por los senderos del nuevo parque “Arriondas”, máxima obra del municipio que por la promesa de su remodelación habían ganado las últimas elecciones e increíblemente la habían puesto en practica apenas dos meses después de llegar al poder.

El antiguo jardín no se había tocado desde el siglo XVIII cuando se creó en la parte oeste de la ciudad, convirtiéndose desde el principio en el escape de las parejas para tener su rato íntimo, aunque últimamente era un nido de drogadictos, botelleos desenfrenados y encuentros sexuales a plena luz del día.
El Ayuntamiento presentó un proyecto de ampliación y limpieza que nos ilusionó a una gran parte de la ciudad lo que nos convenció para cambiar de administración, dado que la anterior, que ya llevaba ocho años en el poder, jamás hizo nada por mejorar el gran pulmón y lugar de reunión de una ciudad sumida en un letargo de conformismo implícito a la creciente corrupción que ya veíamos como algo normal.

 - Vamos a subir por la parte nueva Jaime. Isabel se veía emocionada por ver toda la ampliación en la ladera.

Era lo mas parecido que podíamos hacer para practicar senderismo por la ciudad, una actividad que nos encantaba pero que no podíamos realizarla frecuentemente dada la lejanía del monte y a mis 22 años todavía estaba como ayudante de contabilidad en una empresa familiar y el sueldo aún no daba para sacar un coche, apenas para mis gastos de ropa que francamente me importaba mas que desembolsar un gran porcentaje de mi sueldo anual para adquirir un utilitario que con honestidad no me hacía falta, pues mi entorno laboral y mi vida diaria estaban concentradas en muy poca distancia.

La ladera ofrecía una pendiente considerable pero el exquisito gusto de la decoración, toda influenciada por el romanticismo, invitaba a seguir por esos rincones verdaderamente idílicos. Setos perfectamente cortados, bancos de diseño vanguardista que contrastaban perfectamente, tachuelas de sombrío encantadoras… Era un verdadero placer pasear a pesar de los casi 30º que aún presentaba la tarde incluso estando a punto de empezar a anochecer. Era sofocante. Ese verano se rompieron todos los records de altas temperaturas y nosotros lo estábamos sufriendo en primera persona.

- Descansamos un poco y subimos hasta el lago Isa, que dicen que está bien bonito a esta hora.
- Vale, pero nos quedamos sólo un rato que ya va a anochecer enseguida. Me advirtió para quitarme la cabeza por si tenía pensamientos de sexo al aire libre.

La visión del pequeño lago artificial cuando llegamos a lo más alto de la ladera nos hizo olvidar el cansancio acumulado y disfrutar de la vista admirados por lo que allí habían hecho. Todo un lago enorme rematado en las orillas con pequeñas laderas de césped para descansar o hacer picnic y habilitado con alguna que otra mesa de piedra para la comodidad de los visitantes, un autentico lujo.
El lago sorprendía con unas entradas a unos rincones más íntimos que no perdimos la ocasión de visitar mientras mis manos tocaban lascivamente la espalda de Isabel hasta que al llegar a uno de esos rincones se sobresaltó.
Una pareja se revolcaba en el césped desenfrenadamente e Isabel se volteó avergonzada por la visión mientras yo no podía apartar la mirada de ellos. Isabel no se percató pero eran dos muchachos de unos 19 o 20 años dando rienda suelta a sus hormonas tranquilamente y sin pensar que a ese sitio llegaría alguien más.

- Son dos chicos Isa, rodeemos por este lado para que no les molestemos.
- ¿Chicos? ¡Que asco joder!
- ¿Asco? Están haciendo lo mismo que tu yo hacemos cuando nos da la gana. No entiendo ese asco que dices.
- ¡Venga ya Jaime!, son dos tíos… ¿o es que eres de esos modernos que todo lo ve bien?
- No sabía que eras tan retrógrada Isa, a mi me la suda que sean lo que quieran, si lo hacen en libertad ¿a mi que mas me da?
- ¡Me dejas con la boca abierta Jaime! No me digas que ves bien que estén ahí en medio donde cualquiera los puede ver, que se vayan a un hotel.
- ¿Entonces si fuésemos tu y yo si lo verías bien?
- Eso al menos sería normal.
- Normal no Isa, sería lo convencional y realmente creía que tú no eras convencional, por eso me gustabas.
- ¿Qué quieres decir?
- Nada, dejémoslo, vamonos ya que nos anochece aquí.

Nuestra discusión no pasó desapercibida para los chicos que recogieron sus cosas y tomaron el mismo camino que nosotros pero guardando una prudencial distancia mientras Isa y yo continuábamos con nuestra agria conversación cuando uno de los chicos muy educadamente se acercó para pedir disculpas por si nos había molestado, algo que vi totalmente innecesario pues fuimos nosotros los que irrumpimos en su intimidad.

- Hay que tener un poco de vergüenza niños, vais a convertir este sitio en lo que era antes, una pocilga. Isa descargó su frustración con el muchacho, lo que consiguió enojarme más aún.
- Isa, deja de decir estupideces y cierra la boca, adelántate que ahora te alcanzo. Enérgicamente la voceé y su cara mostraba la incomprensión del momento.

Hablé con el muchacho y le pedí disculpas por el comportamiento de Isabel comentándole que no sabía que pensaba así; “sino ni de coña me junto con esa pava. De hecho creo que acabo de terminar con ella”.

La bajada hacia la ciudad fue de lo más agradable conversando con los dos chicos que amablemente intentaban que recapacitara sobre la decisión de terminar con Isabel, pero ya estaba tomada y tenía claro que acompañándola a su casa le diría que no quería volver a salir con ella.
Juan Carlos y Koldo quedaron conmigo en invitarme, después de dejar a Isa, a unas copas para pasar el mal trago de terminar con la chica con la que duré casi seis meses y que me demostró en nuestra visita al parque que vivía en otra época bastante atrasada a la mía.

Con tres vodka con naranja ahogué el olvido de Isa mientras mis nuevos amigos me incitaban a seguir la fiesta en la zona gay de la ciudad. Nunca había ido pero mi mente abierta y mi natural curiosidad, junto con el alcohol hicieron el resto para sin darme cuenta estar rodeado de humo y hombres bailando entre ellos totalmente desinhibidos en una explosión de alegría verdaderamente contagiosa.
Koldo abrazaba y besaba desenfrenadamente a Juan Carlos mientras bailábamos lo que me hizo sentir un poco incomodo y para darles intimidad me retiré a una de las barras a descansar mi alto grado de alcohol cuando justo al lado mío apareció uno de los muchachos que previamente me habían presentado mis nuevas amistades.

Julen lucía un cuerpo perfectamente trabajado en sesiones diarias de gym y su elocuencia junto con su amabilidad hacía estar bien cómodo a su lado.

- ¿Demasiada bebida? Julen observaba mi inestabilidad en la silla alta de la barra.
- Creo que ya llegué al tope, y esta locura de luces y música no ayudan mucho. Me sinceré.
- Ven, te llevo a la terraza de arriba que te de el aire un poco y se está mas tranquilo.

La terraza presentaba unos rincones íntimos preparados para si la necesidad de sexo era apremiante lo que no me importó, solo quería alejarme del ruido y las luces para intentar recuperar un poco mi maltrecha cabeza de tanta locura vivida en el interior de la discoteca.
Las manos de Julen sobre mis sienes servían de antídoto mientras intentaba recuperar mi compostura cuando sin esperarlo sus labios intentaban abrir mi boca para jugar con mi lengua, que instintivamente respondió al reclamo.

- Me gustas Jaime, aunque se que no eres gay. Discúlpame si me he sobrepasado.

Solo pude responderle con una sonrisa sin saber que decir, mi excitación estaba despertando y el más claro ejemplo era que mi verga respondía con una evidente erección, la cual no dejaba de mirar.
Sin saber porqué, cogí la mano de Julen y la dirigí hacia mi entrepierna invitándole a sobar mi polla que estaba que explotaba.
Mientras su mano entraba bajo mi pantalón mi lengua no podía parar de jugar con la suya entregándome a un placer que no recordaba hasta que eyaculé mientras Julen dulcemente me masturbaba.

Eso fue la primera experiencia homosexual que tuve conscientemente aunque jamás repetí con él. Koldo y Juan Carlos siguieron viéndose conmigo después de esa noche y seguimos saliendo varias veces dando rienda suelta a la diversión sin prejuicios, hasta que conocí a una chica amiga de ellos mismos y me fui paulatinamente separando de las salidas a los entornos gays.

Hoy recuerdo todo eso con cariño, como una época desenfrenada de relaciones tanto homosexuales como heterosexuales sin importarme nada, solo la diversión. Creo que puedo decir abiertamente que soy bisexual, aunque no lo haya llevado mucho en práctica últimamente. Mi mujer, Aurora, merece mucho mas respeto e incluso jamás paseamos por el gran “Parque Arriondas”, donde comenzó toda una historia que guardo para mí.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

 
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