¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!: La pandilla adolescente de juegos no tan inocentes
Dormíamos los dos en la única cama de la cabaña que Don Wilson me había enseñado, Nuria estaba rendida con la recogida del maíz y yo de haber probado los ricos “DulcesAndinos” que tan gustosamente me habían ofrecido por la mañana cuando nuestro anfitrión con cara de malas pulgas irrumpió en el porche maldiciendo al encargado de moler el maíz en Opoluca, donde pensaba trasladarlo en la tarde para terminar entregándolo en Loja previamente vendido.
Nuestra pequeña
siesta fue muy reparadora a pesar del despertar a base de chillidos de don
Wilson, nos acostamos recién almorzados cuando los demás se fueron a seguir con
la labor de la recogida. Doña Teresa había preparado en nuestro honor una
fritada realmente exquisita que entre el cansancio de la mañana y el empacho de
comida con cerveza nos dejo fuera de combate.
- Se jodió la
planificación Lucho, ahora veremos si da tiempo a entregarlo mañana. Tendré que
llamarlos para que no cuenten con ello para curarnos en salud., Nuestro
anfitrión hablaba con su ayudante todavía con un humor de perros.
Cambiando el tono a
más amable se dirigió a nosotros, que ya nos levantamos por la bulla, para explicarnos
lo que pasaba, aunque ya habíamos oído todo.
- Como ya no hay
prisa por la entrega, si quieren y no tienen prisa por llegar a Catamayo
podemos quedarnos aquí a pasar la noche y mañana temprano salir, pues hasta las
nueve el señor de la moledora no va a estar.
- Por nosotros
no hay problemas Don Wilson, por un día mas que no trabajemos en la obra no
pasa nada, nos viene bien este par de días de desconectarnos. Nuria ni pidió mi aprobación, sabía que iba a estar de acuerdo, y
realmente lo estaba, más oportunidad de volver a verme a solas con nuestro
amigo pensé.
Ya mas distendidos
y con los ánimos calmados nos reunimos en el pórtico con una charla bastante
amena sobre como era el proceso de molido, aunque hablamos de todo un poco.
Anochecía lentamente y los muchachos que recogían el maíz comenzaron a llegar a
cuentagotas a la cabaña con su tarea terminaba, doña Teresa fue de las primeras
en llegar para preparar un excelente reconstituyente a base de humitas y bolón
de queso, regado con café y horchata con limón.
El grupo de
muchachos no pasaba de los 20 años, pero la mayoría parecían aún mas joven por
la constitución de su físico, era una verdadera visión de efebos caminando
hacia nosotros. Casi todos, según me explicó don Wilson, eran de Lauro Guerrero
y Yamana, chicos que terminaron en algunos casos el bachiller y empezaban a
trabajar, y otros que dejaban los estudios temporalmente para sacarse el
sustento.
Entre ellos el hijo
de doña Teresa, quien fue a avisarnos en la mañana a don Wilson y a mí para ir
a almorzar. Estaba totalmente convencido de que nos había visto en nuestro
“affaire” pues jamás me miraba a la cara y muy pocas veces se dirigió a mí para
nada, a pesar de que se veía dicharachero y de los que más hablaban durante la
cena.
- Vayan a
bañarse al río después de cenar, es rico después del día de trabajo, se relaja
uno muy bien para poder dormir, aunque con lo cansada que estoy no creo mi que
me haga falta. La señora nos invitó dando por hecho
que los muchachos irían y sería rico acompañarlos.
- Yo si voy a
ir, vente conmigo Nico. Nuria adoraba todas esas
pequeñas aventuras.
Con dos humitas y
un bolón de queso en mi estomago no me agradaba mucho la idea de ir al río pero
al ver que todos los muchachos nos acompañarían me animé. Ya de camino los chicos
departían amistosamente con nosotros sobre el duro día de trabajo cuando Aron,
el hijo de doña Teresa, llegó apresurado al grupo para directamente dirigirse
hacia Nuria y a mi e indicarnos que durante el baño nos mantuviésemos siempre
al lado de ellos, pues el río tenía unas corrientes traicioneras y ellos se
limitaban a darse el baño en una pequeña poza que hacía el meandro mas adelante
de la curva de entrada a la hacienda.
- Ok Aron, no
nos retiraremos de ahí. Eran las primeras palabras que
cruzaba con el y su voz sonaba a responsable del grupo.
Aron no tendría mas
de 18 años, pero su carácter se advertía muy extrovertido con todos. Vivía con
su madre en la hacienda de don Wilson desde que éste la heredó, lo que ya iba
para tres años y casi era él, mas que su madre, el que se encargaba del
mantenimiento y el cuidado de todo.
Se veía fuerte por
el trabajo de campo, con una piel trigueña sin vello que realmente apetecía
probar, pero lo que más resaltaba eran sus labios grandes y carnosos que seguro
traerían a más de una por la calle de la amargura. El calzón que traía no
paraba de imaginármelo mojado cuando estuviésemos bañándonos y mi impaciencia
me hizo acelerar el paso…
- ¡Es aquí! El guía nos frenó con sus manos por la oscuridad que reinaba, estaba
nublado y las nubes apenas dejaban pasar un pequeño hilo de luz lunar.
Nuria sentada dentro
de la poza no paraba de repetirme que era un autentico lujo, y en verdad lo
era. Disfrutamos del baño durante más de media hora totalmente aislados de los
muchachos en silencio, eran esas cosas que nos hacía ser tan amigos, nos
gustaba lo mismo y no nos importaba lo que los demás pensaran, nos regocijamos
en el momento todo lo que pudimos.
Varios de los
muchachos ya iban saliendo del río para regresar y esperaban en la orilla
sentados sobre la hierba, de verlos me dio frío, pero la temperatura era
verdaderamente sofocante a pesar de estar de noche, según nos dijo Luchito mas
adentrada la oscuridad la temperatura baja y se puede dormir bien, a eso de las
once de la noche se mueve una brisa muy agradable, pero aún eran como las nueve
de la noche aunque se apreciaba ya una noche cerrada.
- Nosotros nos
quedamos, gritó Aron a los compañeros, está el agua
muy rica como para irse ya, comentó mientras su mirada
se dirigía hacia nosotros.
- Yo me voy con
ellos Nico, ya tengo bastante de agua para dormir en la gloria. ¿Te quedas?. La mirada de Nuria sabía la respuesta, aún así quería mi confirmación
que con un gesto afirmativo de mi cabeza apareció.
Ella ya sabía de
mis intenciones, vio que no paraba de observar a Aron durante todo su baño y
con su claridad meridiana de siempre junto a mi oído se expresó: Ya puede
salir la zorra que llevas dentro.
Aron y Kevin se
quedaron acompañándome y sin dejar de mirar como la oscuridad hacía perder de
vista al grupo que se retiraba cuando se acercaron a mí para sentarse justo
enfrente iniciando conversación.
- Estamos
acostumbrados a bañarnos sin ropa don Nico, ¿a usted le importa?. Aron fue directo y sin dudas.
- No hombre, todo
lo contrario. Estoy acostumbrado a ver hombres desnudos. Mi promiscuidad siempre ponía las palabras exactas en mi boca.
La sonrisa de
Kevin, el compañero que se quedó con nosotros, era muy esclarecedora lo que me
hizo empezar a ver que realmente podría pasar algo grande esta noche. Sin
espera los dos quitaron su calzón por debajo del agua dejándome chafado con las
esperanzas de verlos totalmente desnudos y tirándolos hacia la hierba se veían
aliviados.
- ¡Así se está
mejor! Aron estaba sentado estirando sus manos hacía
atrás mirando a Kevin.
Durante unos pocos
minutos el silencio se hizo incómodo pero de sólo imaginarme lo que había
debajo del agua hizo que mi miembro empezara a despertar. No tuve reparos en
quitarme yo también el bañador, pero lo hice de una manera que me permitiría
comprobar si realmente había posibilidad de algo.
Poniéndome en pié,
lo que dejaba sólo hasta mis muslos dentro del agua, bajé mi calzón dejando a
la vista mis 17cm semierectos delante de ellos
mientras mi mirada repasaba sus movimientos.
- Si que se está
rico desnudo en el agua, comenté con total naturalidad
para romper el hielo de la impresión que mis acompañantes habían experimentado.
Los dos quedaron boquiabiertos al verme desnudo, y no por mi tamaño ni mucho
menos, sino por la erección que no me dio ninguna vergüenza en mostrar. Era
hora de avanzar y si no iba a pasar nada mejor irnos a dormir.
- El agua es que
me excita mucho y más por la noche, a mí se me pone dura enseguida. ¿A vosotros
no? Solté una risa nerviosa al ver que mis
acompañantes continuaban mudos.
Aron se levantó y
sonriendo dejó ver su esplendida verga bien erecta.
- Yo llevo un
rato ya así.
- Vaya! Es bien
grande Aron, déjame que la toque. No pensaba dar
marcha atrás, ya se estaba haciendo tarde y la situación no avanzaba nada por
lo que iba directo al grano.
Aron avanzó hacia mí
y cogiendo su verga la llevé directamente hacia mi boca, no opuso ninguna
resistencia, todo lo contrario, sus manos se apoyaron en mi cabeza mientras la
suya se dirigía a Kevin invitándole a adelantarse y ponerse de pié.
A las dos pollas,
una en cada mano, iba masturbándolas y jugueteando con ellas, juntándolas y metiéndolas
en mi boca uniformemente.
Las caras de placer
de los muchachos se cortaron en seco cuando oímos un brazear de agua más abajo
del río. Venía don Wilson nadando desde la oscuridad hacia nosotros. Los muchachos
instintivamente habían vuelto a sentarse dentro del agua pero su mirada se
relajó cuando vieron que era el patrón, quien nadaba torpemente llegando desde
la otra entrada a la pozeta donde nos encontrábamos.
- ¿Todavía están
aquí? Ya es tarde muchachos, mañana hay que trabajar de nuevo.
La frase fue
efectiva para que los chicos se levantaran y se fuesen a descansar refunfuñando
entre ellos, se habían perdido un buen rato con el extranjero, el patrón había
aparecido en el momento justo.
- ¿Se los estaba
trabajando? La sonrisa de don Wilson mientras se
sentaba a mi lado jadeando del esfuerzo natatorio era evidente.
- Se hacía lo
que se puede patrón. No hay que desaprovechar las oportunidades.
- Le dije que el
muchacho seguramente disfrutó más que nosotros…pero a usted lo quiero disfrutar
yo. La mirada de mi “patrón” ya era irresistible.
Su brazo pasó por
mi hombro y los labios se dirigieron hacia los míos con su boca entreabierta dejándome
ver el blanco de sus dientes. Nos fundimos en unos besos largos y morbosos con
su lengua muy activa dentro de mi boca.
Mis manos ya no
podían estar quietas y entraron bajo la pantaloneta sobando sus testículos
dulcemente cuando me agarró la mano bajándola directamente hacia sus nalgas.
- Házmelo con el
dedo. Su voz sonaba apasionada y dulce, no era como en
la mañana con esa ansiedad tan a flor de piel.
Mientras mi mano
iba destapando ese gran trasero besaba su pecho con verdadera dulzura, el
“patrón” entre gemidos mordisqueaba mi lóbulo y jugueteaba con su lengua en mi
cuello. Mi boca después de un gran recorrido se detuvo en su oído susurrándole
obscenidades que lo ponían aún más cachondo mientras ya eran dos los dedos que no
paraban de entrar y salir del orificio cada vez mas dilatado.
- ¡Cógeme suave
papazote¡ que ya estoy a punto de venirme. Reconozco
que me gustaba mucho cuando me llamaba así.
Con sus piernas
sobre mis caderas fue entrado mientras las manos en mis nalgas iban marcando la
intensidad que quería. Su boca no paraba de jadear a la vez que chupaba mi lengua
con una dulzura extrema pidiéndome con la
mirada que fuésemos despacio.
- No puedo mas
“patrón” ¡voy a correrme!.
Mientras me corría
dentro de él su verga escupió semen tan fuerte que traspaso el agua y no
pudimos mas que reírnos al ver que la salpicadura llegó a mi rostro.
- No salgas,
quédate un rato así. Me abrazó contra el y durante mas
de 10 minutos estuvimos inmóviles disfrutando el momento.
Ya se levantaba la
suave brisa que Luchito me comentó en la tarde, el frío dentro del agua se
notaba mucho cuando estabas quieto pero el patrón parecía inmune.
- Vamos rápidos
que va a coger frío, nos quedamos en la caseta de los víveres. De nuevo su trato volvía a ser como antes de haber tenido sexo.
Una fina manta
tirada en el suelo nos serviría como cama durante toda la noche pero lo que mas
calentaría sería dormir pegados por la estrechez del habitáculo.
- Apóyese en mi
si tiene frío don Nico, no le de vergüenza después de todo lo que hemos hecho. La amabilidad de don Wilson no tenía parangón.
Directamente me
eché sobre su barriga con mi boca al lado de la suya, no pudimos reprimirnos y
comenzamos de nuevo a besarnos, aunque esta vez no era para iniciar el cortejo
sexual, había algo mas que me ponía nervioso.
Entre beso y beso
sus manos acariciaban mi espalda dándome calor y lo siguiente que recuerdo fue
abrir los ojos ya de mañana con sus ojos clavados en mí. ¡Que buen despertar!
* Integran la serie Crónicas Andinas: Ecuador
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