Twitter Facebook Google Plus LinkedIn RSS Feed Email

La casa de campo de Alicia y nuestros juegos infantiles

martes, 24 de febrero de 2015 | 1 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Siempre me gustó tener amigos locos, y sobre todo maravillosos locos que les encantaba ser infantiles cuando había que serlo para disfrutar como verdaderos niños.
Me encantaba juntarme con ellos y pasarlo bien haciendo tonterías de niños a pesar de mis 22 años, pero me distraía de mis exigentes estudios de arquitectura que me absorbían todo el tiempo del mundo, por eso cuando Alicia, compañera de natación, me dijo de ir a su casa de campo con unos amigos un fin de semana ni me lo pensé. Necesitaba un asueto de la universidad, llevaba demasiado tiempo absorto en unos exámenes cada vez mas exigentes.

Alicia era la mas antigua del grupo de natación de la universidad, una bendita hippy que provenía de familia bien acomodaba y poseía una hacienda enorme en el campo, como a unas dos horas y media de la ciudad, era donde sus padres descansaban junto con toda la familia en los veranos.
La hacienda se mantenía sola durante todo el año con las cosechas de maíz y caña de azucar, pero según Alicia era una pena, porque casi nunca iban desde que se hicieron ella y sus hermanos mayores, pero a ella le encantaba pasar temporadas allí sola sobre todo para preparar exámenes. Estudiaba antropología social y además tenía pinta de ello, no como yo, que era el raro de la facultad de arquitectura... todos bien arregladitos, de buenas familias y yo un pseudohippy marihuanero que daba la impresión de "darme igual todo", aunque era una coraza, mi condición de homosexual no era muy bien aceptaba por entonces en los ámbitos de mi ciudad y lucir así me evadía de enfrentar a algún "mente cerrada" por mi condición.

Nos recibió doña Juana, asistenta encargada de cuidar la finca con su marido y sus tres hijos desde la infancia de Alicia, la cual ejercía de dueña de la casa mientras los "amos" no residían allí.
Los 8 amigos que fuimos con Alicia no cabíamos en nuestro asombro de ver la majestuosidad del valle que presidía la casa principal, una construcción grande pero rural y con un gusto exquisito en su decoración, aunque un poco descuidada por la falta de utilización.

De todos los que fuimos con nuestra amiga yo solo conocía a tres de ellos del grupo de natación: Jose Luis, un compañero de facultad inmerso en pensamientos tan dispares como el programa SETI de búsqueda de vida inteligente extraterrestre que lo tenía absorvido, Maria Jesús, una encantadora amante de los animales estudiante de veterinaria, y Adolfo, un renegado social que estudiaba historia e iba a la piscina solo porque le gustaba Alicia.
A los otros no los conocía, pero siendo amigos de Alicia seguro que serían otros "raros" divertidos como ella, no me preocupó no conocerlos, me gustaba mucho conocer gente nueva.

Repartidos en nuestras habitaciones (me tocó dormir en la misma habitación que Jose Luis) desde la cocina enorme que presidía la casa Alicia vociferaba para que nos apuraramos para ir a recoger la hacienda. Roberto, el hijo de doña Juana, nos esperaba para guiarnos en una caminata de reconocimiento por todas las plantaciones y por el riachuelo que cruzaba toda la finca de este a oeste.

Roberto no tendría mas de 17 años, un moreno de piel, fuerte, medio bruto y de mi estatura (unos 1,65 o por ahí) que ejercía de perfecto anfitrión para los "urbanos" amigos de la "ama", aunque a Alicia le cabreaba bastante que así la llamara. Ella no era como sus padres, le enojaba esas diferencias de clases y así se lo hacía entender a toda la familia de doña Juana, quería un trato de igual pues para ella eran como su propia familia.

Mi primer contacto visual con el muchacho me puso nervioso, era evidente que me encantó, pero su mirada hacia mi me dejó ardiendo de deseo, aunque no quería meter la pata y hice como si no me hubiese dado cuenta que yo a Roberto también le gusté. Fue una conexión rara, pues no asociaba a un chico tan joven y de vida rural ser tan descarado con alguien de su mismo sexo. Nadie se dio cuenta, excepto Alicia, a esa pícara no se le escapa ni una y con su sonrisa cómplice nos apremió a empezar a caminar para llegar a tiempo a la excelsa comida que la madre del muchacho nos obsequiaría a la vuelta.

Después de comer el exquisito guiso que se nos preparó Alicia decidió comenzar con los juegos. "El escondite" lo recibimos todos con júbilo y entre risas empezamos a echar a suertes quien era el primero que se "quedaría" para buscar a los demas. He de decir que me veía ridículo jugando a ese juego infantil, pero en el fondo me encantaba disfrutar inocentemente de los entretenimientos que Alicia siempre nos proponía.

- ¡Roberto quédate y juega con nosotros! !Será divertido, tu sabes muchos escondites en la casa!. Le ofreció Alicia al extrañado Roberto.

Bernardo fue el primero en tener que buscar a los demás, un amigo de Alicia que no conocía, pero unas cuantas palabras en la caminata me dio a entender que era una gran persona, pacífica, tranquila y muy culto.

Corrimos como posesos en busca de un escondite y por inercia todos miramos a Roberto para que nos indicara entre risas donde escondernos. Cuatro de nosotros le seguimos escaleras arriba hacia una habitación de "bartulos" pequeña que presentaba un gran armario donde con premura entramos con el nervio de no ser encontrados.
Me tocó entrar el primero y justo después de mi entró Roberto seguido de los tres mas que nos acompañaban. Ahí de pié, a oscuras y apretujados, las risas nerviosas no las podíamos silenciar mientras Santi, el primero de la fila nos obligaba a permanecer en silencio chistando a cada momento.
En el fondo del armario me apoyé en la pared del mismo esperando pacientemente nuestra salida cuando notaba como Roberto se echaba para atrás intentando despegarse de las personas de delante, su cuerpo se juntó con el mío poniéndome sus nalgas sin ningún reparo junto a mi paquete. Estuvimos así parados unos minutos hablando entre todos nosotros "bajito" para no ser escuchados fuera del armario.

Roberto comenzó a hacer pequeños movimientos al notar que mi erección empezaba a ser evidente con el roce de sus nalgas, lo que empezó a ponerme bastante nervioso por los acompañantes de juegos, pero a él no pareció importarle pues siguió y siguió hasta que decidimos salir del armario para conseguir no ser descubiertos.

Al salir me sonrió con la mirada aceptando el juego que empezó dentro, sin duda sería cuestión de continuar con el dejándome guiar para escondernos. Y así fue en la siguiente ronda, pero esta vez sólo fuimos tres los que volvimos al mismo escondite dónde me apresuré por entrar de nuevo el primero, asegurandome que Roberto entrara seguido a mí.
El roce continuó cada vez mas evidente y mis manos ya acariciaban sus nalgas disimuladamente por encima de su pantaloneta deportiva para que nuestro acompañante no notase nada del juego erótico que transcurría a sus espaldas.

En la siguiente escondida volvimos al mismo armario asegurándonos de que nadie nos siguiera, esta vez lo quería para nosotros solos y nada mas entrar continuó con su roce cuando sus manos dirigieron las mías hacia la parte delantera de su pantalón.
Entrando bajo su pantalón mi mano descubrió un tremendo regalo en forma de verga considerablemente grande que pedía ser masajeada fervientemente, mientras su cabeza se apoyaba en mi hombro suspirando el placer que le estaba proporcionando.

- ¿Te gusta así despacito?. Le susurré en el oído mientras sus nalgas no paraban de pelearse con mi erección.
- ¿Quieres que te haga correr en mi mano?. Parecía gustarle mucho que le hablara mientras le masturbaba, pues sus suspiros subían de frecuencia.

Un ruido en la habitación cortó nuestro éxtasis erótico. Uno de los amigos llegaba a esconderse de nuevo en el armario y salimos de el antes de que entrara. Mi erección no se podía disimular y tuve que ir rápido al baño para intentar rebajarla.

Roberto me cogió de la mano nada mas empezar la siguiente ronda para ir a otro escondite. Al lado de la cocina una especie de habitación-despensa lucía vacía y oscura, con un pequeño taburete donde me senté esperando su siguiente reacción. Cerró la puerta con llave y sentándose sobre mis muslos dijo susurrandome: ¿seguimos lo que hemos empezado?.

Mis manos volvieron dentro de su pantalón agarrando esa "vergota" que ya lucía húmeda y frotando sin descanso volvimos al mismo punto donde lo habíamos dejado. Mi otra mano sobaba sus apetitosos huevos mientras sus movimientos de caderas seguían haciendo explotar mi verga con sus roces de nalgas. Solo paró de moverse cuando mi mano izquierda bajó buscando un agujero que Roberto facilitaba abriendo las piernas. La entrada de mi dedo tan fácilmente en su ano me excitó sobremanera y mi frecuencia empezó a subir mientras en mi oído susurraba: házmelo con el dedo, házmelo con el dedo.

Apretando su verga con mi mano retuve todo el semen para que saliese despacito y pringar todo su tronco de un líquido ardiente que quería probar.

- ¡Levántate y ponte de frente, que te la voy a limpiar!. Le ordené sin dilación.

Mi boca se explayó saboreando tan rico líquido y aprisionando con mis labios una verga poderosa que no bajaba su guardia, cuando una vez limpia le dí la vuelta y con el mismo jugo humedecí sus nalgas produciendole un placer que no pudo disimular. 

Con el juego de las escondidas terminado Roberto me citó en la orilla del riachuelo que habíamos estado en la mañana y tuve que inventarme una necesidad de pasear solo antes de dormir para no levantar sospechas.

Roberto me esperaba puntualmente y sin dilación fue a recibirme bajando mi bragueta para chupar con ansiedad mi miembro aún dolorido por el roce de la tarde.

- Me he quedado esta tarde con ganas de meterme esto. Dijo en un descanso de su mamada.

Poniéndose boca abajo sobre el pasto bajó su pantaloneta negra deportiva ofreciendo un manjar difícil de desechar. Esas nalgotas estaban impacientes y con pequeños empujones entró a la primera a la misma vez que los suspiros de mi amante me ponían cada vez mas salvaje.

- ¡Como me gusta tu culo cabrón!. Ya no podía controlarme.
- Sigue follándome, sigueeeee así rápido. Roberto pedía que fuese cada vez mas violento en mis embestidas.

No pude aguantar mas, apretando todo lo que pude mientras el realizaba movimientos de sus nalgas con mi miembro dentro me exprimió todo lo que tenía acumulado de la tarde.

- No te salgas, quedémonos así un rato. Roberto parecía dormido mientras yo seguía dentro de el y comenzó a mover las nalgas de nuevo.
- Tengo que irme ya. Van a sospechar. Acerté a decir.
- Vale, pero mañana te espero aquí otra vez. ¿Dejarás que te la meta yo?
- Lo estoy deseando Roberto. Mañana a la misma hora nos vemos aquí otra vez.

No hace falta que os diga que cada vez que Alicia me invitó al campo jamas lo dudaba. Roberto me esperaba con la misma ansiedad que yo, y nuestros encuentros a la orilla del riachuelo siguen hasta ahora.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente


El introvertido tio de Pablo que me hizo ver las estrellas

sábado, 31 de enero de 2015 | 0 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Corría el año 2004 cuando ya mi cuerpo empezaba a mostrar unas formas bien definidas y en el gym era uno de los fijos todas las tardes, necesitaba mi dosis de ejercicio diario para estar a gusto conmigo mismo. Me creé la obligación un año antes al aceptar al fin que mi relación estaba rota totalmente con mi ex, una relación demoníaca los últimos tiempos, que me amargaba mas que disfrutar de ella.

Cuando tu pareja decide que le apetece salir con amigos antes de estar contigo fue la primera señal... no lo entendía, ¿como era posible que te apetezca irte de copas con amigos antes de que salgamos los dos juntos?, me lo preguntaba una y otra vez hasta que acepté que todo se había terminado, no estábamos en la misma onda. La decisión llegó traumáticamente, porque cuando le dije que quería dejarlo él me confesó que llevaba tiempo habiéndolo dejado... un flash para mi ego!.

Las tardes en el ginmasio me ayudaron a entretenerme viendo esos cuerpos perfectos, creyendo que tenía alguna posibilidad de comerme alguno pasé varios meses sin faltar ni un sólo día, pero en esa ilusión fue pasando el tiempo sin darme cuenta y poco a poco borrando mi maltrecho recuerdo fui formando una musculatura propia de los que a mi al principio de llegar al gym me fascinaban.

Jamás tuve ni una sola posibilidad con esos "mastodontes" que tanto me gustaban, pero mi regularidad y afinidad con ellos iba en aumento. Realizábamos los ejercicios juntos, pues aceptaron que era uno mas del grupo y al final conseguimos reunir una buena "banda" de amigos que empezamos a contarnos intimidades. Por supuesto desde el principio dejé claro que era homosexual, lo que a alguno de ellos les importó mas de lo que creía y se separaron sutilmente de mi compañía, cerrando el grupo a unos seis o siete individuos que nos hicimos inseparables en nuestras rutinas diarias de ejercicios.

Pablo se disculpó por no poder realizar con nosotros los ejercicios esa tarde, había convencido a su tío a entrar al gym y quería guiarlo en sus primeras rutinas.

- Este es mi tío Enrique chicos, y ella es su hija, mi prima Letizia. Pablo con verdadero orgullo nos presentó cortesmente antes de dedicarse por completo a ellos.

Enrique me causó impacto con su cara de rasgos duros y una perilla adornando los contornos de sus labios verdaderamente apetitoso, a pesar de sus mas de 50 años se veía muy bien cuidado y mantenido, ¡un verdadero hombre!. Ni que decir tiene que intenté acercarme a el mil y una vez para guiarlo en sus ejercicios, intentando entablar conversación, aunque era demasiado introvertido, lo que me exasperaba.

- ¿Tu tío es demasiado callado no? Le pregunté en un momento en que Pablo y yo realizábamos unos ejercicios independientemente de los demás.
- Es un poco raro, siempre lo ha sido, sin embargo mi prima es un loro, no para de hablar, me tiene cansado. Dijo con una sonrisa de compasión.

Fueron pasando los meses hasta que Enrique parecía estar mas cómodo con nosotros, aunque seguía sin hablar mucho, sólo ese último día antes de empezar la Semana Santa nos dijo que salía en una de las procesiones mas famosas de mi ciudad. El viernes santo en la mañana se enfundaría su túnica morada para cargar el paso de la "Oración del Huerto".
Mi afición a la fotografía hizo el resto. Me levanté ese viernes a las 5 de la mañana para coger un buen puesto en primera fila para ver la procesión con mi cámara de fotos, imaginármelo vestido de nazareno me ponía bastante cachondo... hasta que llegó en su turno cargando el trono repleto de sudor que aliviaba con un pañuelo antiguo que revestía su cabeza en forma de albañil.
Mis dedos no pararon de apretar el botón de la cámara una y otra vez asegurándome de sacarle una buena toma para tener una excusa de intimar mas con él. Tenía la intención de regalarle una foto a tamaño 60x45 impresa en papel pluma o pvc. Seguro sería un buen primer paso para acercarme a el.

Una vez pasada la Semana Santa volvimos regularmente al gimnasio y la maravillosa foto que le tome a Enrique iba en el maletero de mi coche para regalarsela. Pero "mi gozo en un pozo", Enrique no llegaba despues de las vacaciones a seguir con sus ejercicios. Pablo no sabía nada de su tío... "tendrá mucho curro y no tiene ganas de venir seguramente", me dijo desilusionado de ver que no enganchó a su tío para hacer deporte como el quería.

Fue en esos días cuando Pablo me contó toda la historia de Enrique. Estaba viudo, pues su tía murió hacía unos 10 años por un accidente doméstico y él quedó con la hija de 7 años totalmente traumado, según él.

- Pasó una racha muy mala, todo el mundo decía que era la depresión, pero creo que una depresión no dura tanto, siempre ha sido raro realmente, con la familia nunca era muy abierto. Pablo mostró sus dudas.
- ¿Y que crees que es Pablo? Le interrogué.
- Pues mira, la verdad es que creo que no soportaba a mi tía ni a la familia, aparte siempre he creído que tenía muchos "rollitos" fuera de su matrimonio, no se, a mi siempre me ha dado esa impresión. Además aunque parezca tan tosco y seco es una persona muy sensible. Yo he hablado con el muchas veces de cosas que jamás hablaría con mis padres y no aparenta nada de lo que se ve en el exterior. Es el único de mis tíos que me ha llevado a un museo, a una exposición, al teatro. Pablo hablaba con verdadero fervor sobre su tío. Y estoy convencido que casi todos los amigos que nos acompañaban eran gays. Apuntó como información valiosa para mí, lo que me hizo esbozar una pequeña sonrisa de sorpresa, aunque realmente era de esperanza.
- Entonces le va a encantar la foto que le hice en viernes santo cargando el trono.
- No jodas! dejame verla. Me apremió a enseñársela.

La cara de sorpresa de Pablo al ver la foto era un poema, creo que hasta se emocionó.

- ¡No sabía que eras tan buen fotógrafo! Te aseguro que le va a encantar. Vamos luego a su casa y se la das. Pablo parecía impaciente por que su tío viese el retrato.
- Me da vergüenza Pablo, no tengo mucha confianza con tu tío y parece que voy buscando algo regalandole esto. Quería parecer recatado cuando jamás lo he sido. Realmente estaba deseando ir a verlo.

Sin hacer caso a mi comentario Pablo buscó en su bolsa de cintura el celular para acto seguido llamar a su tío. Nos espera a las 9 en su casa, apúrate con los ejercicios y vamos.

La casa de Enrique comprendía una pequeña construcción en plena huerta con un porche encantador para el verano, donde ya tenía preparado una pequeña mesa con algo de picar. La decoración del interior de la casa demostraba la mano de alguien con conocimientos en decoración, pues a pesar de la pequeñez estaban todos los espacios muy bien aprovechados. Sobre todo una barra americana encantadora con tres taburetes altos que daba hacia la encimera, donde podrías tomar algo mientras alguien cocinaba.

- Enrique esto es lo que quería traerte, le dije enseñándole la imagen impresa. Te vi en la procesión y te tomé algunas fotos.

Su cara de agradecimiento me enterneció y con un abrazo respetuoso despertó una química que hasta su propio sobrino lo notó.

- Muchísimas gracias, está genial. Voy a ponerla al lado de la barra, la enmarco mañana y la pongo. Me gusta muchísimo, no tenía ninguna foto cargando el trono.

Pablo riéndose no paraba de mirarme apuntándome con la mirada que "ya te lo había dicho, le iba a encantar".

Un par de cervezas con queso, jamón y aceitunas mientras la conversación entre los tres no paraba... el tema fotográfico dio para mucha conversación hasta que Pablo me apremió para irnos. Tenía que trabajar e íbamos en su coche.

- Fran quedate si no tienes prisa y nos terminamos las cervezas que me quedan, tengo que ir de todas formas al centro. Enrique sin ninguna pretensión aparente me ofreció seguir la conversación.


Ya solos, la conversación fotográfica seguía y seguía, pero las cervezas me iban haciendo efecto. Mis ojos no podían dejar de mirar ese paquete que sobresalía en su pantaloneta deportiva amarilla, se notaba prieto y abundante. No se si de dio cuenta de mis miradas porque el seguía ensimismado en la conversación y sin parar de abrir "quinto" tras "quinto" de cerveza en cuanto veía que la mía se iba terminando.

- ¿Nos terminamos las últimas en la barra, que fuera ya va haciendo fresco? Enrique ya iba recogiendo las botellas dando por echo que estaría de acuerdo.

Sentados uno frente al otro en la barra americana en esas sillas altas que impedían que mis pies tocaran el suelo saqué la conversación del porque dejó de ir al gym.

- ¿Es que me hace falta? Dijo con una sonrisa pícara...
- Ja ja ja, no hombre, es que es una pena que ya que empezaste lo dejaras.
- Soy muy impaciente y los dos meses que estuve no vi muchos resultados, ya después de las vacaciones no tuve ánimos para volver, mi hija si va y no para de decirme, pero realmente me engandulé. Tampoco creo que necesite mucho el gimnasio, creo que me conservo bien y juego todos los fines de semana baloncesto con los amigos, aparte de vez en cuando me voy de caminatas largas con un grupo de trekking. Lo del gimnasio era mas por estar ocupado que otra cosa. A ti si se te nota que llevas bastante tiempo yendo, se te nota bastante fuerte.
- Llevo ya mas de un año la verdad, y voy casi todos los días, empecé también como una forma de mantenerme ocupado por las tardes y ahora no puedo dejarlo, el día que fallo me odio por eso. Creo que se llama síndrome de abstinencia.

Notaba que mientras hablaba su mano me tocaba el muslo comprobando la dureza de mis músculos a lo que reaccioné ofreciéndole mi aprobación e invitándole a seguir.

- ¡Verdad que da envidia tener unos muslos así!. Comentó mientras un pequeña sonrisa se esbozaba en su cara notando como se movía una reacción bajo mi pantalón.

Cambió de conversación al notarme incomodo por la sorpresa, pero al bajar una botella de tequila y prepararlos con limón y sal volvimos al tema de lo bien trabajado que lucía mi cuerpo. Y ya me propuse no sorprenderme, estaba claro que estaba empezando el cortejo y no pensaba desperdiciarlo.

El primer tequila entró como fuego por la garganta, el limón alivió un poco mi mirada cuando observe que se acercaba hacia mi y cogiendo mi cabeza me la tambaleó riendose.

- Es para que se te vaya el primer trago rápido, y diciéndomelo se fue acercando directamente a mis labios para estamparme un beso con sabor a licor que me mareó.

- Ven, ponte de pie junto a mi, que el segundo tequila siempre sabe mejor.

Poniéndome en pie entre sus piernas sus manos me dirigieron a colocarme de espaldas apoyando mis nalgas en su paquete que ya se notaba despierto. El segundo trago reconozco que me supo mejor, sobre todo porque con una dulzura innata me lo dio a tomar sin yo mover las manos.
Enrique puso la sal en mi nuca para tomarse el suyo, el roce de sus labios en mi nuca mientras su lengua jugaba para retirar la sal me hizo ver las estrellas, sobre todo al ver como sus manos entraban bajo mi pantalón cogiendo mi verga con ansiedad y empujándome hacia el.
No desaproveché la oportunidad de mover mi culo sintiendo el roce de ese paquete que ya lucía completamente erecto, a la vez que su boca ya recorría mi cuello desesperado por sentir esos expertos labios.

No hubo mucha espera, una de sus manos recorrió bajo mi pantalón saboreando mis nalgas y buscando un agujero que estaba dispuesto a todo, mientras con mi mano en la espalda bajaba su pantalón indicandole que estaba impaciente por sentirlo dentro de mi.

De pie fui bombeando con movimientos delicados disfrutando el momento, estaba tan retorcido ofreciéndole mis labios de nuevo que el dolor empezaba a ser insufrible, pero no importó, no pensaba dejar de disfrutar a ese hombre hasta el final.

- Muévete así, despacito. Su voz en mi oído sonaba a gloria con sus manos aprisionandome para no salir de mi.

El placer hizo que me corriese en su mano mientras continuaba enculandome ya mas violentamente y abrazándome por el pecho noté come su esperma inundaba mi trasero que no paraba de moverse para disfrutar esa verga dentro mi.

- No le dirás nada a Pablo, el sospecha algo, pero no quiero habladurías con la familia. Quédate a dormir y mañana te llevo a recoger tu coche. Enrique no perdió el tiempo.
- Por supuesto, será un placer repetirlo de nuevo, ¿porque vamos a repetir en la cama verdad?

Su sonrisa lo decía todo y dándome un beso cariñosamente me dijo al oído: "Esa poya que gastas la quiero dentro de todos mis agujeros"

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente


 
Copyright © -2012 Relatos Gay de Paca Oros All Rights Reserved | Template Design by Favorite Blogger Templates | Blogger Tips and Tricks