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Sexo y permisos, un servicio militar para repetirlo

jueves, 18 de diciembre de 2014 | 0 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Llevaba un mes y medio ya de mili obligatoria donde me pasaba el día corriendo y preparándonos físicamente aún no sé para qué. Mi único momento de relajación era el rato de las duchas, donde todos los sufridos soldados aliviábamos el cansancio con una buena ducha fría, que me venía muy bien para rebajar el calentón de ver a tantos tíos buenos desnudos a mí alrededor. Mi homosexualidad nunca la escondí, aunque tampoco fui jamás con una bandera, pasaba desapercibido pues mi ausencia de “pluma” y ademanes no dejaban señalarme como el raro del grupo, aunque haberlos los habían y bien descarados, pero nunca fue mi estilo.

Ese día resultó especial. Normalmente nuestro Cabo Primero era el mando más alto que veíamos (salvo alguna rareza de encontrarse con algún sargento durante la tarde) en nuestras rutas de más de 15km, trotando por todos los alrededores del cuartel de Javalí, en Murcia. Sólo estuvimos corriendo ese día unos 5km pues había que terminar pronto para recibir al Subteniente de nuestra brigada de paracaidistas en su visita regular que hacía cada par de meses.

El Cabo Primero Montiel nos dio las órdenes imperativamente:
-     
-     - Se me duchan rápidos y arreglados con el traje de gala. ¡No quiero ni un solo fallo!. Revisen su uniforme y sus zapatos. Pretendía ser duro y amenazante pero nunca lo conseguía, se notaba demasiado que estaba tan harto de esa vida como nosotros y que sólo cubría el expediente. Le importaba el servicio militar tanto como a nosotros, o sea nada.

A las 13,30 en punto en el patio central estábamos cerca de 200 reclutas en posición de firmes y con los chorretes de sudor cayendo por nuestro inmaculado rostro recién afeitado, cuando con una solemnidad que daba risa el subteniente romero aparecía flanqueado por los dos cabos primeros que se encargaban de nuestra instrucción diariamente.
 Un rápido vistazo a las “tropas” y directos se fueron al comedor general donde estaba preparado el almuerzo para todos los presentes, incluidos los reclutas, cosa que no era normal, pues siempre comíamos solos y los mandos utilizaban el salón específico para ellos, pero según oí de los reclutas más antiguos al subteniente le gustaba que estuviésemos todos juntos, nunca supe el porqué.

Después del día tan estresante por no cometer ningún fallo que nos pasara factura al fin nos retirábamos al barracón a descansar, pero al entrar el encargado de los servicios de guardia me llamó, junto a otros tres compañeros.

-       - Hoy tenéis guardia de barracón, mirad la lista para ver vuestros horarios. Juanito el “furry” me jodió la noche, con su cara de no haber roto un plato en su vida nos amargó el descanso. No era normal hacer guardias nocturnas, pero había mandos altos en el cuartel y era inevitable. Ya había hecho una con la visita del sargento hace un par de semanas y eran matadoras.

Uffff, de 5,00am a 7,00am, la última guardia, aunque no era la peor tendría que levantarme cuando el mejor sueño me atacaba. En medio de mis lamentaciones apareció el revuelo en el barracón, el subteniente hablaba con nuestro cabo primero y miraban por encima de todos intentando buscar a alguien y ante mi sorpresa me estaban señalando. Un sudor frío me atacó toda la espalda y creí que ya la había “cagado” de alguna manera.

-         - ¡Valverde venga aquí!

-         -  A sus órdenes mi cabo primero, usted me dirá.

-         - Mañana a las 6,45am tiene que ir al cuartel de oficiales y despertar al subteniente. Avíseme antes de irse para que lo releve antes de diana.. La expresión de mi superior ofrecía un enigma para que me quedara a hablar con el cuándo se fuese el oficial.

-     - Escúchame con atención y por favor no falles. Su expresión se suavizó de una forma maternal. Mañana a la hora exacta vas, entras a la sala y llamas a la puerta de su habitación educadamente y si no te contesta que no te de vergüenza entrar a su habitación y lo despiertas moviéndolo pero sin ser brusco.. El sub tiene el sueño muy pesado y la última vez que mandó a despertarlo no lo hicieron y la bulla que me calló fue de cogones.
De verdad Valverde, despiértalo como sea y te esperas para acompañarlo hasta aquí, que si no se vuelve a dormir y luego me la cargo yo. No te preocupes por la hora, yo te cubro, ven a la hora que tengas que venir pero ven con él, ¡el cabrón es un dormilón de cuidado!.

Lo que me faltaba para ponerme más nervioso, toda la puta noche la pasé despertándome comprobando que no fuese tarde, y no por mi guardia, sino por ir a despertar al “patucho” del subteniente. Un hombre que a pesar de su pequeña estatura imponía por su presencia fuerte, su cabeza totalmente rapada y unas cejas muy pobladas que ocultaban sus ojos color verde oscuros que le hacían atractivo, aunque tampoco mucho. Quizás mi falta de sexo me lo hacía ver así, pues acostumbrado a ser bien promiscuo, el estar casi mes y medio sin “guerra” me tenía disparado, haciéndome ver posibilidades donde con certeza no la había.

Toqué cuatro veces la puerta sin obtener ninguna respuesta y cuando me disponía a abrir la puerta una voz medio adormilada me respondió con un “gracias” que no sonaba muy convincente. Efectivamente a los cinco minutos sin oír ningún movimiento abrí la puerta para comprobar que el oficial continuaba durmiendo a pierna suelta sin hacer caso de mis llamados.
La visión era bastante humillante para él, pero en su sueño no cabía el más mínimo decoro de oficial del ejército. Totalmente destapado, boca arriba y con una erección mañanera que dejaba ver un poco de su gran glande salir por los calzoncillos de algodón blancos que lucía.

Obviamente disfruté de la visión un rato antes de dirigirme hacia el “bello durmiente” para con suaves movimientos en el hombro intentar despertarlo. ¡No había manera!. Juro que estuve tentado al comprobar su sueño tan profundo de tocar ese hermoso paquete, pero la cordura me lo impidió, aunque mi erección ya era bastante indisimulable.
En uno de esos movimientos sus brazos comenzaron a estirarse, pero mis ojos no podían dejar de fijarse en ese glande que pedía permiso para salir con la esperanza de ver más, y su mano golpeó mi poya dura como las piedras. Instintivamente me retiré hacia atrás observándolo, pero él apenas le dio importancia y con un escueto “perdón” siguió desentumeciendo su sueño.

-         - Mi subteniente son las 6,55, le espero fuera mientras se viste. Mi voz quebradiza denotaba vergüenza y terror por estar delante de un oficial, a los cuales los teníamos como demasiado endiosados
.
-          -Tú también estas bien duro. Dijo sin ningún tipo de miramientos ni vergüenza.
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       - Jajaja, Mi subteniente son demasiados días aquí encerrado, uno no es de piedra. Mi risa nerviosa empezaba a indicarme que había posibilidades…
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      -Espera un poco, ayúdame a levantarme que dormido soy un torpe.

Su solicitud me confundió, con sus apenas 40 años no parecía torpe para nada pero hice lo que me indicó, ayudándolo dejándole apoyarse sobre mi brazo se sentó en la cama quedando enfrente de mi poya que explotaba.

-         -Te propongo una cosa, pero no te sientas obligado si no quieres. Sus palabras me dejaron helado y su actitud de tratarme de igual me asustó.

-         - Si está en mi mano. Mi sonrisa nerviosa ya le demostraba que sabía por dónde iba.
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       - Yo te hago un favor y luego me lo haces tú a mí. Sin ni siquiera esperar mi aprobación comenzó a desabrochar mi bragueta de botones dejando salir como un resorte mi arma totalmente dispuesta a disfrutar.

Con una delicadeza extrema sus labios fueron besando mi glande haciéndome esgrimir un suspiro imposible de reprimir. Tocaba con tal esmero con su lengua todo mi tronco que cerrar los ojos y disfrutar el momento fue algo innato. Ya entraba toda mi verga en su boca que con movimientos muy delicados la recorría desde el principio hasta el fin mientras mi mano acariciaba su extensa y fuerte nuca dirigiéndole para ir más rápido.

-        -¡Córrete en mi boca!. Sus ojos se clavaron en los míos apremiándolo pues estaba a punto de eyacular.

Dicho y hecho, su mano derecha insistía en masturbarme duramente mientras sus labios jugueteaban con mi glande. Pero fue cuando la mano libre bajó hacia mi ano cuando todo lo que llevaba acumulado regó toda su boca, disfrutando como su dedo entraba lentamente.

Sin espera se tendió en la cama mostrándome una sonrisa repleta de semen ofreciéndome su voluptuoso paquete. De rodillas sobre el suelo estuve disfrutando esos enormes huevos velludos cuando en el momento que mi boca comenzó el trabajo en esa poya tan apetitosa gimió estremecido dirigiendo mi cabeza a la velocidad que él quería.

-      -Bájame esa lengua aquí. Su mano dirigía expertamente mi cabeza hacia un agujero velludo y oscuro que no paraba de llamarme.

Creí correrme de nuevo mientras mi lengua ejecutaba una y otra vez las órdenes de mi amante que suspiraba sin remedio más y más fuerte.

-      - Entra y culeame, ¡entra y follame!. Su desesperación aún me puso más bruto cogiendo sus piernas y separándolas aún más.

Sin pausa entré a la vez que  mi amante se pellizcaba los pezones duros como piedras mirándome con una cara de vicio que era imposible dejar de mirar.
Aceleré los bombeos topando con sus nalgas bruscamente una y otra vez al ver la satisfacción que le estaba proporcionando, cuando en una de esas su poya disparó sin control hacia la cama una cantidad ingente de semen que hizo casi correrme de nuevo.

-        -Vamos a la ducha soldado. Dijo con una sonrisa de agradecimiento sin apenas descansar.

Su cuerpo lucía repleto de semen viscoso que se había expandido por todo su pecho peludo y barriga. Era una imagen morbosa que disfruté mientras entrabamos a la ducha admirándome de su polla, aún estaba en todo su esplendor a diferencia de la mía que bajó la guardia nada más levantarnos de la cama.

No hubo tiempo de hablar. Fue entrar en la ducha y el subteniente abrió el grifo para lavarme el trasero con esmero y devoción, besándolo mientras su dedo hurgaba dentro. Contra los cristales de la mampara me aprisionó fundiéndose conmigo en un abrazo de oso mientras iba notando como ese tanque me entraba por detrás suavemente.

La imagen que veía en el espejo que excitó sobre manera, me tenía de espaldas cogiéndome por la cintura y bombeando salvajemente mientras gemía y miraba su polla entrar una y otra vez en mi culo. Me abrazó y volvió a correrse, esta vez dentro de mí pero para mi sorpresa seguía y seguía enculandome susurrándome “déjame seguir, déjame seguir”.

Ese maldito cabrón no tenía descanso y mi cansancio empezaba a pasar factura haciéndome que las rodillas flaquearan, a lo que rodeó con sus manos mi cintura y una de ellas comenzó a masturbarme sin sacar su polla de dentro de mi.
Mi segunda corrida, que manchó toda la mampara de la ducha, fue de lo mas placentera recibiendo en mi nuca el jugueteo de su lengua y sus labios. Y aún quería seguir, pero ya  no podía mas.

-        -Discúlpeme pero ya no puedo más. Le dije suplicando.

Mi amante salió de mí y con mucha dulzura cacheteó mis nalgas para terminar de ducharnos, increíblemente su polla continuaba con ganas de fiesta.

-      -Ya hacía tiempo que no echaba un polvo tan rico. Dijo mientras lavaba sus enormes hombros y una sonrisa amable recorría su rostro.

-          -Es usted un toro mi subteniente. No tiene descanso. Mi conversación era limitada todavía con él.
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           - Esta noche vienes a dormir aquí, yo me encargo de todo.

Mi sonrisa de aceptación lo satisfizo y de una salimos directos al comedor de oficiales a desayunar. Algo muy rápido de tentempié y me fui directo a mi unidad a cambiarme y buscar al mi cabo primero.

-        -  Joder, si que has tardado Valverde. Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

-        -  Ese hombre es duro para despertar mi cabo, ha sido una odisea. Acerté a decirle.
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    -Ya te lo dije, pero muchas gracias por hacerme quedar bien. Hace un rato me ha avisado de que quiere que vayas a dormir allí esta noche al barracón de oficiales para que lo despiertes mañana. Me has hecho quedar de puta madre. Ya sabes que cada vez que venga vas a ser su despertador personal. Te aseguro que vas a pasar una mili bien tranquila. Guiándome un ojo me mandó para el barracón a descansar.

Y así fue, era un protegido directo del oficial de la compañía, un intocable, y cada vez que venía de reconocimiento (cada mes) nos perdíamos un par de días de sexo bestial y justo después siempre tenía un permiso de 15 días. Mi servicio militar se limitó a ser la putita del oficial, lo que me hizo tener una muy llevadera mili. Sexo y permisos, ¡¡viva el ejército!!

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

 
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