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Sexo y permisos, un servicio militar para repetirlo

jueves, 18 de diciembre de 2014 | 0 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Llevaba un mes y medio ya de mili obligatoria donde me pasaba el día corriendo y preparándonos físicamente aún no sé para qué. Mi único momento de relajación era el rato de las duchas, donde todos los sufridos soldados aliviábamos el cansancio con una buena ducha fría, que me venía muy bien para rebajar el calentón de ver a tantos tíos buenos desnudos a mí alrededor. Mi homosexualidad nunca la escondí, aunque tampoco fui jamás con una bandera, pasaba desapercibido pues mi ausencia de “pluma” y ademanes no dejaban señalarme como el raro del grupo, aunque haberlos los habían y bien descarados, pero nunca fue mi estilo.

Ese día resultó especial. Normalmente nuestro Cabo Primero era el mando más alto que veíamos (salvo alguna rareza de encontrarse con algún sargento durante la tarde) en nuestras rutas de más de 15km, trotando por todos los alrededores del cuartel de Javalí, en Murcia. Sólo estuvimos corriendo ese día unos 5km pues había que terminar pronto para recibir al Subteniente de nuestra brigada de paracaidistas en su visita regular que hacía cada par de meses.

El Cabo Primero Montiel nos dio las órdenes imperativamente:
-     
-     - Se me duchan rápidos y arreglados con el traje de gala. ¡No quiero ni un solo fallo!. Revisen su uniforme y sus zapatos. Pretendía ser duro y amenazante pero nunca lo conseguía, se notaba demasiado que estaba tan harto de esa vida como nosotros y que sólo cubría el expediente. Le importaba el servicio militar tanto como a nosotros, o sea nada.

A las 13,30 en punto en el patio central estábamos cerca de 200 reclutas en posición de firmes y con los chorretes de sudor cayendo por nuestro inmaculado rostro recién afeitado, cuando con una solemnidad que daba risa el subteniente romero aparecía flanqueado por los dos cabos primeros que se encargaban de nuestra instrucción diariamente.
 Un rápido vistazo a las “tropas” y directos se fueron al comedor general donde estaba preparado el almuerzo para todos los presentes, incluidos los reclutas, cosa que no era normal, pues siempre comíamos solos y los mandos utilizaban el salón específico para ellos, pero según oí de los reclutas más antiguos al subteniente le gustaba que estuviésemos todos juntos, nunca supe el porqué.

Después del día tan estresante por no cometer ningún fallo que nos pasara factura al fin nos retirábamos al barracón a descansar, pero al entrar el encargado de los servicios de guardia me llamó, junto a otros tres compañeros.

-       - Hoy tenéis guardia de barracón, mirad la lista para ver vuestros horarios. Juanito el “furry” me jodió la noche, con su cara de no haber roto un plato en su vida nos amargó el descanso. No era normal hacer guardias nocturnas, pero había mandos altos en el cuartel y era inevitable. Ya había hecho una con la visita del sargento hace un par de semanas y eran matadoras.

Uffff, de 5,00am a 7,00am, la última guardia, aunque no era la peor tendría que levantarme cuando el mejor sueño me atacaba. En medio de mis lamentaciones apareció el revuelo en el barracón, el subteniente hablaba con nuestro cabo primero y miraban por encima de todos intentando buscar a alguien y ante mi sorpresa me estaban señalando. Un sudor frío me atacó toda la espalda y creí que ya la había “cagado” de alguna manera.

-         - ¡Valverde venga aquí!

-         -  A sus órdenes mi cabo primero, usted me dirá.

-         - Mañana a las 6,45am tiene que ir al cuartel de oficiales y despertar al subteniente. Avíseme antes de irse para que lo releve antes de diana.. La expresión de mi superior ofrecía un enigma para que me quedara a hablar con el cuándo se fuese el oficial.

-     - Escúchame con atención y por favor no falles. Su expresión se suavizó de una forma maternal. Mañana a la hora exacta vas, entras a la sala y llamas a la puerta de su habitación educadamente y si no te contesta que no te de vergüenza entrar a su habitación y lo despiertas moviéndolo pero sin ser brusco.. El sub tiene el sueño muy pesado y la última vez que mandó a despertarlo no lo hicieron y la bulla que me calló fue de cogones.
De verdad Valverde, despiértalo como sea y te esperas para acompañarlo hasta aquí, que si no se vuelve a dormir y luego me la cargo yo. No te preocupes por la hora, yo te cubro, ven a la hora que tengas que venir pero ven con él, ¡el cabrón es un dormilón de cuidado!.

Lo que me faltaba para ponerme más nervioso, toda la puta noche la pasé despertándome comprobando que no fuese tarde, y no por mi guardia, sino por ir a despertar al “patucho” del subteniente. Un hombre que a pesar de su pequeña estatura imponía por su presencia fuerte, su cabeza totalmente rapada y unas cejas muy pobladas que ocultaban sus ojos color verde oscuros que le hacían atractivo, aunque tampoco mucho. Quizás mi falta de sexo me lo hacía ver así, pues acostumbrado a ser bien promiscuo, el estar casi mes y medio sin “guerra” me tenía disparado, haciéndome ver posibilidades donde con certeza no la había.

Toqué cuatro veces la puerta sin obtener ninguna respuesta y cuando me disponía a abrir la puerta una voz medio adormilada me respondió con un “gracias” que no sonaba muy convincente. Efectivamente a los cinco minutos sin oír ningún movimiento abrí la puerta para comprobar que el oficial continuaba durmiendo a pierna suelta sin hacer caso de mis llamados.
La visión era bastante humillante para él, pero en su sueño no cabía el más mínimo decoro de oficial del ejército. Totalmente destapado, boca arriba y con una erección mañanera que dejaba ver un poco de su gran glande salir por los calzoncillos de algodón blancos que lucía.

Obviamente disfruté de la visión un rato antes de dirigirme hacia el “bello durmiente” para con suaves movimientos en el hombro intentar despertarlo. ¡No había manera!. Juro que estuve tentado al comprobar su sueño tan profundo de tocar ese hermoso paquete, pero la cordura me lo impidió, aunque mi erección ya era bastante indisimulable.
En uno de esos movimientos sus brazos comenzaron a estirarse, pero mis ojos no podían dejar de fijarse en ese glande que pedía permiso para salir con la esperanza de ver más, y su mano golpeó mi poya dura como las piedras. Instintivamente me retiré hacia atrás observándolo, pero él apenas le dio importancia y con un escueto “perdón” siguió desentumeciendo su sueño.

-         - Mi subteniente son las 6,55, le espero fuera mientras se viste. Mi voz quebradiza denotaba vergüenza y terror por estar delante de un oficial, a los cuales los teníamos como demasiado endiosados
.
-          -Tú también estas bien duro. Dijo sin ningún tipo de miramientos ni vergüenza.
-     
       - Jajaja, Mi subteniente son demasiados días aquí encerrado, uno no es de piedra. Mi risa nerviosa empezaba a indicarme que había posibilidades…
-          
      -Espera un poco, ayúdame a levantarme que dormido soy un torpe.

Su solicitud me confundió, con sus apenas 40 años no parecía torpe para nada pero hice lo que me indicó, ayudándolo dejándole apoyarse sobre mi brazo se sentó en la cama quedando enfrente de mi poya que explotaba.

-         -Te propongo una cosa, pero no te sientas obligado si no quieres. Sus palabras me dejaron helado y su actitud de tratarme de igual me asustó.

-         - Si está en mi mano. Mi sonrisa nerviosa ya le demostraba que sabía por dónde iba.
-      
       - Yo te hago un favor y luego me lo haces tú a mí. Sin ni siquiera esperar mi aprobación comenzó a desabrochar mi bragueta de botones dejando salir como un resorte mi arma totalmente dispuesta a disfrutar.

Con una delicadeza extrema sus labios fueron besando mi glande haciéndome esgrimir un suspiro imposible de reprimir. Tocaba con tal esmero con su lengua todo mi tronco que cerrar los ojos y disfrutar el momento fue algo innato. Ya entraba toda mi verga en su boca que con movimientos muy delicados la recorría desde el principio hasta el fin mientras mi mano acariciaba su extensa y fuerte nuca dirigiéndole para ir más rápido.

-        -¡Córrete en mi boca!. Sus ojos se clavaron en los míos apremiándolo pues estaba a punto de eyacular.

Dicho y hecho, su mano derecha insistía en masturbarme duramente mientras sus labios jugueteaban con mi glande. Pero fue cuando la mano libre bajó hacia mi ano cuando todo lo que llevaba acumulado regó toda su boca, disfrutando como su dedo entraba lentamente.

Sin espera se tendió en la cama mostrándome una sonrisa repleta de semen ofreciéndome su voluptuoso paquete. De rodillas sobre el suelo estuve disfrutando esos enormes huevos velludos cuando en el momento que mi boca comenzó el trabajo en esa poya tan apetitosa gimió estremecido dirigiendo mi cabeza a la velocidad que él quería.

-      -Bájame esa lengua aquí. Su mano dirigía expertamente mi cabeza hacia un agujero velludo y oscuro que no paraba de llamarme.

Creí correrme de nuevo mientras mi lengua ejecutaba una y otra vez las órdenes de mi amante que suspiraba sin remedio más y más fuerte.

-      - Entra y culeame, ¡entra y follame!. Su desesperación aún me puso más bruto cogiendo sus piernas y separándolas aún más.

Sin pausa entré a la vez que  mi amante se pellizcaba los pezones duros como piedras mirándome con una cara de vicio que era imposible dejar de mirar.
Aceleré los bombeos topando con sus nalgas bruscamente una y otra vez al ver la satisfacción que le estaba proporcionando, cuando en una de esas su poya disparó sin control hacia la cama una cantidad ingente de semen que hizo casi correrme de nuevo.

-        -Vamos a la ducha soldado. Dijo con una sonrisa de agradecimiento sin apenas descansar.

Su cuerpo lucía repleto de semen viscoso que se había expandido por todo su pecho peludo y barriga. Era una imagen morbosa que disfruté mientras entrabamos a la ducha admirándome de su polla, aún estaba en todo su esplendor a diferencia de la mía que bajó la guardia nada más levantarnos de la cama.

No hubo tiempo de hablar. Fue entrar en la ducha y el subteniente abrió el grifo para lavarme el trasero con esmero y devoción, besándolo mientras su dedo hurgaba dentro. Contra los cristales de la mampara me aprisionó fundiéndose conmigo en un abrazo de oso mientras iba notando como ese tanque me entraba por detrás suavemente.

La imagen que veía en el espejo que excitó sobre manera, me tenía de espaldas cogiéndome por la cintura y bombeando salvajemente mientras gemía y miraba su polla entrar una y otra vez en mi culo. Me abrazó y volvió a correrse, esta vez dentro de mí pero para mi sorpresa seguía y seguía enculandome susurrándome “déjame seguir, déjame seguir”.

Ese maldito cabrón no tenía descanso y mi cansancio empezaba a pasar factura haciéndome que las rodillas flaquearan, a lo que rodeó con sus manos mi cintura y una de ellas comenzó a masturbarme sin sacar su polla de dentro de mi.
Mi segunda corrida, que manchó toda la mampara de la ducha, fue de lo mas placentera recibiendo en mi nuca el jugueteo de su lengua y sus labios. Y aún quería seguir, pero ya  no podía mas.

-        -Discúlpeme pero ya no puedo más. Le dije suplicando.

Mi amante salió de mí y con mucha dulzura cacheteó mis nalgas para terminar de ducharnos, increíblemente su polla continuaba con ganas de fiesta.

-      -Ya hacía tiempo que no echaba un polvo tan rico. Dijo mientras lavaba sus enormes hombros y una sonrisa amable recorría su rostro.

-          -Es usted un toro mi subteniente. No tiene descanso. Mi conversación era limitada todavía con él.
-      
           - Esta noche vienes a dormir aquí, yo me encargo de todo.

Mi sonrisa de aceptación lo satisfizo y de una salimos directos al comedor de oficiales a desayunar. Algo muy rápido de tentempié y me fui directo a mi unidad a cambiarme y buscar al mi cabo primero.

-        -  Joder, si que has tardado Valverde. Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

-        -  Ese hombre es duro para despertar mi cabo, ha sido una odisea. Acerté a decirle.
-          
    -Ya te lo dije, pero muchas gracias por hacerme quedar bien. Hace un rato me ha avisado de que quiere que vayas a dormir allí esta noche al barracón de oficiales para que lo despiertes mañana. Me has hecho quedar de puta madre. Ya sabes que cada vez que venga vas a ser su despertador personal. Te aseguro que vas a pasar una mili bien tranquila. Guiándome un ojo me mandó para el barracón a descansar.

Y así fue, era un protegido directo del oficial de la compañía, un intocable, y cada vez que venía de reconocimiento (cada mes) nos perdíamos un par de días de sexo bestial y justo después siempre tenía un permiso de 15 días. Mi servicio militar se limitó a ser la putita del oficial, lo que me hizo tener una muy llevadera mili. Sexo y permisos, ¡¡viva el ejército!!

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

El jardín del olvido

viernes, 6 de junio de 2014 | 0 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Caminaba cogido de la mano con mi primera “novieta” seria que había tenido por los senderos del nuevo parque “Arriondas”, máxima obra del municipio que por la promesa de su remodelación habían ganado las últimas elecciones e increíblemente la habían puesto en practica apenas dos meses después de llegar al poder.

El antiguo jardín no se había tocado desde el siglo XVIII cuando se creó en la parte oeste de la ciudad, convirtiéndose desde el principio en el escape de las parejas para tener su rato íntimo, aunque últimamente era un nido de drogadictos, botelleos desenfrenados y encuentros sexuales a plena luz del día.
El Ayuntamiento presentó un proyecto de ampliación y limpieza que nos ilusionó a una gran parte de la ciudad lo que nos convenció para cambiar de administración, dado que la anterior, que ya llevaba ocho años en el poder, jamás hizo nada por mejorar el gran pulmón y lugar de reunión de una ciudad sumida en un letargo de conformismo implícito a la creciente corrupción que ya veíamos como algo normal.

 - Vamos a subir por la parte nueva Jaime. Isabel se veía emocionada por ver toda la ampliación en la ladera.

Era lo mas parecido que podíamos hacer para practicar senderismo por la ciudad, una actividad que nos encantaba pero que no podíamos realizarla frecuentemente dada la lejanía del monte y a mis 22 años todavía estaba como ayudante de contabilidad en una empresa familiar y el sueldo aún no daba para sacar un coche, apenas para mis gastos de ropa que francamente me importaba mas que desembolsar un gran porcentaje de mi sueldo anual para adquirir un utilitario que con honestidad no me hacía falta, pues mi entorno laboral y mi vida diaria estaban concentradas en muy poca distancia.

La ladera ofrecía una pendiente considerable pero el exquisito gusto de la decoración, toda influenciada por el romanticismo, invitaba a seguir por esos rincones verdaderamente idílicos. Setos perfectamente cortados, bancos de diseño vanguardista que contrastaban perfectamente, tachuelas de sombrío encantadoras… Era un verdadero placer pasear a pesar de los casi 30º que aún presentaba la tarde incluso estando a punto de empezar a anochecer. Era sofocante. Ese verano se rompieron todos los records de altas temperaturas y nosotros lo estábamos sufriendo en primera persona.

- Descansamos un poco y subimos hasta el lago Isa, que dicen que está bien bonito a esta hora.
- Vale, pero nos quedamos sólo un rato que ya va a anochecer enseguida. Me advirtió para quitarme la cabeza por si tenía pensamientos de sexo al aire libre.

La visión del pequeño lago artificial cuando llegamos a lo más alto de la ladera nos hizo olvidar el cansancio acumulado y disfrutar de la vista admirados por lo que allí habían hecho. Todo un lago enorme rematado en las orillas con pequeñas laderas de césped para descansar o hacer picnic y habilitado con alguna que otra mesa de piedra para la comodidad de los visitantes, un autentico lujo.
El lago sorprendía con unas entradas a unos rincones más íntimos que no perdimos la ocasión de visitar mientras mis manos tocaban lascivamente la espalda de Isabel hasta que al llegar a uno de esos rincones se sobresaltó.
Una pareja se revolcaba en el césped desenfrenadamente e Isabel se volteó avergonzada por la visión mientras yo no podía apartar la mirada de ellos. Isabel no se percató pero eran dos muchachos de unos 19 o 20 años dando rienda suelta a sus hormonas tranquilamente y sin pensar que a ese sitio llegaría alguien más.

- Son dos chicos Isa, rodeemos por este lado para que no les molestemos.
- ¿Chicos? ¡Que asco joder!
- ¿Asco? Están haciendo lo mismo que tu yo hacemos cuando nos da la gana. No entiendo ese asco que dices.
- ¡Venga ya Jaime!, son dos tíos… ¿o es que eres de esos modernos que todo lo ve bien?
- No sabía que eras tan retrógrada Isa, a mi me la suda que sean lo que quieran, si lo hacen en libertad ¿a mi que mas me da?
- ¡Me dejas con la boca abierta Jaime! No me digas que ves bien que estén ahí en medio donde cualquiera los puede ver, que se vayan a un hotel.
- ¿Entonces si fuésemos tu y yo si lo verías bien?
- Eso al menos sería normal.
- Normal no Isa, sería lo convencional y realmente creía que tú no eras convencional, por eso me gustabas.
- ¿Qué quieres decir?
- Nada, dejémoslo, vamonos ya que nos anochece aquí.

Nuestra discusión no pasó desapercibida para los chicos que recogieron sus cosas y tomaron el mismo camino que nosotros pero guardando una prudencial distancia mientras Isa y yo continuábamos con nuestra agria conversación cuando uno de los chicos muy educadamente se acercó para pedir disculpas por si nos había molestado, algo que vi totalmente innecesario pues fuimos nosotros los que irrumpimos en su intimidad.

- Hay que tener un poco de vergüenza niños, vais a convertir este sitio en lo que era antes, una pocilga. Isa descargó su frustración con el muchacho, lo que consiguió enojarme más aún.
- Isa, deja de decir estupideces y cierra la boca, adelántate que ahora te alcanzo. Enérgicamente la voceé y su cara mostraba la incomprensión del momento.

Hablé con el muchacho y le pedí disculpas por el comportamiento de Isabel comentándole que no sabía que pensaba así; “sino ni de coña me junto con esa pava. De hecho creo que acabo de terminar con ella”.

La bajada hacia la ciudad fue de lo más agradable conversando con los dos chicos que amablemente intentaban que recapacitara sobre la decisión de terminar con Isabel, pero ya estaba tomada y tenía claro que acompañándola a su casa le diría que no quería volver a salir con ella.
Juan Carlos y Koldo quedaron conmigo en invitarme, después de dejar a Isa, a unas copas para pasar el mal trago de terminar con la chica con la que duré casi seis meses y que me demostró en nuestra visita al parque que vivía en otra época bastante atrasada a la mía.

Con tres vodka con naranja ahogué el olvido de Isa mientras mis nuevos amigos me incitaban a seguir la fiesta en la zona gay de la ciudad. Nunca había ido pero mi mente abierta y mi natural curiosidad, junto con el alcohol hicieron el resto para sin darme cuenta estar rodeado de humo y hombres bailando entre ellos totalmente desinhibidos en una explosión de alegría verdaderamente contagiosa.
Koldo abrazaba y besaba desenfrenadamente a Juan Carlos mientras bailábamos lo que me hizo sentir un poco incomodo y para darles intimidad me retiré a una de las barras a descansar mi alto grado de alcohol cuando justo al lado mío apareció uno de los muchachos que previamente me habían presentado mis nuevas amistades.

Julen lucía un cuerpo perfectamente trabajado en sesiones diarias de gym y su elocuencia junto con su amabilidad hacía estar bien cómodo a su lado.

- ¿Demasiada bebida? Julen observaba mi inestabilidad en la silla alta de la barra.
- Creo que ya llegué al tope, y esta locura de luces y música no ayudan mucho. Me sinceré.
- Ven, te llevo a la terraza de arriba que te de el aire un poco y se está mas tranquilo.

La terraza presentaba unos rincones íntimos preparados para si la necesidad de sexo era apremiante lo que no me importó, solo quería alejarme del ruido y las luces para intentar recuperar un poco mi maltrecha cabeza de tanta locura vivida en el interior de la discoteca.
Las manos de Julen sobre mis sienes servían de antídoto mientras intentaba recuperar mi compostura cuando sin esperarlo sus labios intentaban abrir mi boca para jugar con mi lengua, que instintivamente respondió al reclamo.

- Me gustas Jaime, aunque se que no eres gay. Discúlpame si me he sobrepasado.

Solo pude responderle con una sonrisa sin saber que decir, mi excitación estaba despertando y el más claro ejemplo era que mi verga respondía con una evidente erección, la cual no dejaba de mirar.
Sin saber porqué, cogí la mano de Julen y la dirigí hacia mi entrepierna invitándole a sobar mi polla que estaba que explotaba.
Mientras su mano entraba bajo mi pantalón mi lengua no podía parar de jugar con la suya entregándome a un placer que no recordaba hasta que eyaculé mientras Julen dulcemente me masturbaba.

Eso fue la primera experiencia homosexual que tuve conscientemente aunque jamás repetí con él. Koldo y Juan Carlos siguieron viéndose conmigo después de esa noche y seguimos saliendo varias veces dando rienda suelta a la diversión sin prejuicios, hasta que conocí a una chica amiga de ellos mismos y me fui paulatinamente separando de las salidas a los entornos gays.

Hoy recuerdo todo eso con cariño, como una época desenfrenada de relaciones tanto homosexuales como heterosexuales sin importarme nada, solo la diversión. Creo que puedo decir abiertamente que soy bisexual, aunque no lo haya llevado mucho en práctica últimamente. Mi mujer, Aurora, merece mucho mas respeto e incluso jamás paseamos por el gran “Parque Arriondas”, donde comenzó toda una historia que guardo para mí.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Mi gran regalo de 15 años

lunes, 26 de mayo de 2014 | 16 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Pasé mi 15 cumpleaños metido en un autobús con mi grupo de folklore viajando a un pequeño festival de Cuellar, en la provincia de Segovia, no era como yo lo había soñado pero resultó ser bastante divertido por varias razones, sobre todo por el sorprendente giro de acontecimientos que fueron pasando al final del día.

Tocaba la guitarra en la rondalla del grupo y aunque muy vivido yo era de los mas jóvenes del grupo, pertenecía a la escuela de música de la agrupación cuando dos de las guitarras titulares no pudieron realizar el viaje por motivos de trabajo y nos llevaron a dos alumnos de los mas aventajados. Riky y yo estábamos encantados de que nos llevaran con el grupo titular pues eran realmente pocas las oportunidades que había de integrar la compañía en los cada vez más abundantes viajes por toda la geografía nacional. Yo ya había ido a un par de festivales sustituyendo a los titulares pero Ricky se estrenaba y su excitación se notó desde que le dijeron que él iría a este viaje.

El resto del grupo pensaría que yo me sentiría mal por estar el día de mi cumpleaños y en pleno viaje el director se me apareció en un momento con una torta enorme al canto del “cumpleaños feliz” que todo el autobús coreaba. Mis colores empezaron a adueñarse de mis mejillas y casi estuve a punto de llorar, pero jamás dejaba que eso ocurriese, era un chico duro criado en la calle y mostrar mis debilidades no entraba en mis planes.
Que el director del grupo me besara las mejillas para felicitarme aún fue mas humillante, pues mi ego terminó por los suelos al tratarme como a un niño, un apretón de manos hubiese sido suficiente pero la protección excesiva que el director nos proporcionaba a todos le impedía ser formal.

Durante las 9 horas de camino me colmaron de atenciones sobre todo las integrantes del coro y algún que otro componente del grupo de baile, entre ellos los tres gays declarados. Divertidísimos los tres y con una pluma evidente que exageraban cuando iban en plan de broma para provocar las risas de los aburridos integrantes del grupo que bostezaban y dormían casi todo el trayecto.
Uno de ellos, Efrén, era el más extrovertido y departía con todos con total naturalidad, incluso conmigo que sólo era un sustituto temporal y circunstancial que la desgracia de uno de los componentes habituales me había permitido viajar.

Efrén tenía sobre los 25 años mas o menos y en los últimos ensayos me fue dirigiendo en los compases en los que iba atrasado pues también era músico aparte de bailar y me asesoraba cuando a el no le tocaba bailar las piezas.
Simpatizó conmigo enseguida al saber que yo era de vida difícil, igual que el, criados en la calle, sin unos padres como deberían de ser y con algunos problemas familiares por la venta de drogas. A los dos nos salvó entrar en la compañía de folklore del barrio, donde encontré mi verdadera vocación aprendiendo a tocar la guitarra, además las cada vez mas horas que pasaba en los ensayos estaban consiguiendo apartarme de las malas compañías que frecuentaba a menudo.

Con la confianza vino el juego de “mariconear” conmigo en plan gracioso para que me sintiera integrado en el grupo y las bromas cada vez subían de nivel, llegando a la tontera de perseguirnos para tocarnos los traseros una vez nos alcanzábamos.
Yo notaba como Efrén le ponía vicio cada vez que me tocaba y realmente a mi no me disgustaba, pero imaginar que cualquiera pudiese pensar que yo era gay me martirizaba por eso dejaba el juego en cuanto sentía que la cosa iba demasiado lejos.
Yo ya había tenido varias experiencias sexuales callejeras con los amigos de mi pandilla, incluso a uno de los padres de mis amigos le gustaba tocarme cada vez que tenía oportunidad y nos quedábamos solos mientras mandaba a su hijo a comprar algo con ese pretexto. Me dejaba, y disfrutaba sus sobos a mi verga hasta que un día me la dejé chupar por él y me creo un estado de confusión terrible, no sabía si era por pensar que podría ser gay de verdad o por haberlo hecho con el padre de un verdadero amigo, era todo bastante confuso y eso nunca me pasaba cuando lo hacía con los amigos, yo en ese tiempo no me planteaba nada respecto a mi condición sexual, sólo disfrutaba con ellos teniendo sexo, penetrando y dejándome penetrar, sin pensar en nada mas, solo recuerdo que me lo pasaba en grande y mis compañeros también.

Ricky, mi compañero de asiento empezó a sentirse mal, el dolor de barriga era cada vez mas intenso y se lo comuniqué al director, paró inmediatamente en una estación de servicio para que fuese al baño pero la sorpresa fue que varios estaban igual que él. Sin duda esa comida tan rara que consumimos en una zona de descanso de la autovía estaba haciendo su efecto en varios componentes de la compañía.
Volvió del baño aliviado y aguantó estoicamente sin abrir la boca hasta llegar a la ciudad donde nos hospedaríamos, pero antes de pasar por el hotel el director obligó al conductor del autobus a dejarlo a él y a mi compañero en urgencias del hospital. Pensé que exageraba, pero el director era así, no quería que ninguno lo pasásemos mal y no dudó en quedarse tranquilo llevándolo a hacerle una revisión.

- “Leve intoxicación por alimentos en mal estado, ¿quieren denunciar al restaurante?”. La voz de la doctora sonaba amenazante.
- No, sólo quiero saber si es algo grave. Apuntó nuestro director.
- Esta noche que la pase aquí, le ponemos una vía con suero y le hacemos un lavado de estómago, mañana temprano ya puede salir. Las palabras de la doctora eran tranquilizadoras.

El director nos mandó para el hotel y él se quedó para pasar la noche con Ricky, ya era tarde y todavía había que acomodarse en las habitaciones antes de cenar en el mismo hotel donde nos hospedábamos.
Las habitaciones ya estaban repartidas desde el comienzo del viaje y obviamente yo compartiría habitación con Ricky, por lo que me desanimó saber que pasaría la noche solo justo en el día de mi cumpleaños. Efrén notó mi tristeza en el reparto de llaves y con una dulzura propia de alguien que sabe complacer pasó su brazo sobre mi hombro y me comentó que vendría conmigo a dormir en cuanto arregle con su compañero de habitación.

- No importa Efrén, no pasa nada, me pongo la tele y me duermo enseguida. Intenté hacerme el duro.
- ¡Que no hombre! Hay que celebrar tu cumple. Acomódate en tu habitación que hablo con mi compañero y voy para allá.

Se presentó en la habitación con su maleta avisando que venían mas para hacer una reunión de cumpleaños y en menos de 30 minutos ya estaban allí con botellas del minibar y un bizcocho de los que las señoras del coro se llevaban siempre a los viajes.
Una improvisada vela hecha con varias servilletas y cartón  apestaba cuando después del soplido quedó apagada dejando los restos de humo la habitación totalmente repleta.

- Y ahora tu primer cubata, ¡pero sólo uno! Efrén se erigía como maestro de ceremonias.

Disfruté el Ron con cola “de a poquito” como me dijo mi nuevo compañero de habitación mientras reíamos de las experiencias que contaban los demás de cuando tenían mis recién cumplidos 15 años y en poco tiempo ya estaban retirándose a sus habitaciones, la jornada folklórica empezaba a las 10 de la mañana con un desfile por la ciudad y teníamos que estar descansados.

Efrén salió de la ducha apremiándome para que entrara yo y no se hiciese muy tarde para dormir, su cuerpo brillaba espectacularmente sólo tapado con la toalla y su pluma mágicamente había desaparecido.

- Que no te extrañe, el plumeo sólo es para la risa, y guiñandome un ojo se sentó en la cama con el control de la televisión.

Salí de la ducha con la toalla rodeando mi cintura para también disponerme a sentarme y ver alguna película que Efrén habría elegido, pero me ofreció sentarme al lado de el en su cama para terminar las pocas cosas que quedaban del cumpleaños todas repartidas por la colcha. Papas fritas, ganchitos de queso, gominolas extremadamente dulces… toda una clase de golosinas que daríamos buena cuenta entre los dos.

- Vamos a terminarnos la botella de ron, pero no digas nada de que te he dado, sino el “dire” me echa la bulla, que eres menor.

Ya se me estaba subiendo el trago a la cabeza cuando Efrén cortó el suministro mientras veíamos cualquier programa realmente aburrido y ya mis ojos se iban fijando en los detalles de su toalla que sobresalía algo que empezaba a excitarme.

- El trago es que me pone bruto, jajaja. Ahora me meto al baño y me descargo. Con mucha naturalidad Efrén respondió a mis miradas.

Mi mirada no podía apartarla de aquel paquete que me estaba provocando la excitación disimulándola con las bolsas de papas fritas encima mientras Efrén devoraba los gusanitos despreocupadamente a mi erección, pero mirándome de vez en cuando cerciorándose de que no podía apartar mis ojos de aquel jugoso dulce.

- ¿Nos pajeamos los dos? Dijo de una sin darle importancia. ¿Te habrás dado pajas con tus amigos no?

Mi gesto de aceptación lo esperaba sin mucha expectación y ni corto ni perezoso se despojó de la toalla dejando a la luz una hermosa verga totalmente erecta que cogió con toda su mano comenzando a masturbarse.
Hice lo mismo esperando que me mirara pero no obtuve respuesta, yo no podía dejar de masturbarme mirando aquella mano que frotaba deliciosamente su cada vez mas explosivo glande.

- Házmela y yo te la hago a ti, comentó sin esperar mi respuesta para agarrar mi miembro.

Efrén ya se había desatado sintiendo mi mano frotar su miembro y se lanzó a besar mis testículos rematando en la entrada de mi ano, sentí un placer que me hizo abrir las piernas automáticamente mientras su lengua comenzaba a hacer movimientos exquisitos a la misma vez que sus ojos se clavaban en los míos.

- Chúpamela, ¿lo has hecho antes?

Asentí mientras acostado sobre la ancha cama mi boca fue directa a tragar ese palo hasta el fondo, cuando su dedo comenzó a entrar suavemente en mi ano obligándome a gemir y abrir las piernas empinando el trasero por el placer.

Sentado sobre él sus manos agarraban mis nalgas separándolas para facilitar la entrada de una locomotora que pedía paso sin remisión. Me movía como jamás lo había hecho disfrutando ese miembro dentro de mí mientras sus dientes mordisqueaban mis pezones duros como las piedras.

Ya no pude más y descargué mi esperma sobre su pecho y barriga gimiendo silenciosamente lo que mi amigo agradeció echándome hacia sí, besándome el cuello muy viciosamente mientras sus manos daban pequeñas cachetadas a mis nalgas.

Salió rápido y echándome hacia atrás se puso encima de mí regandome con su esperma que salió disparado hacia mi pecho. Cuando terminó de exprimir el miembro lo dirigió hacia mi boca y no pude mas que disfrutarlo lentamente limpiando todos los restos de esperma. Nunca lo había hecho y me gustó. El sabor de su jugo fue algo que disfruté como un gran descubrimiento.

- No dirás nada de esto, mañana como si tal cosa ¿vale? Dijo preocupado
- Claro, ¿que crees?

Pensé que debía ser yo el que debería estar preocupado, había estado por primera vez con un gay que se enorgullecía de serlo y empezaba a plantearme mi condición. Pero el gran regalo que me dio de cumpleaños me hizo olvidar por un momento mis dudas y disfrutar el siguiente mientras nos duchábamos.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente


El Guernica y el oso

lunes, 19 de mayo de 2014 | 0 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Guernica, Pablo Picasso. Imagen Museo Reina Sofía

Me comía la emoción de por fin ir al Museo “Reina Sofía” para poder ver en vivo “El Guernica” de Pablo Picasso y no pude estar centrado en la diversión cuando fuimos a pasar la noche al famoso barrio gay de Chueca.
Llevaba mucho tiempo queriendo ir a Madrid pero la economía no me lo permitía, el trabajo en mi ciudad poniendo copas apenas me daba para subsistir con los gastos de la carrera de Bellas Artes, dado que la beca era bastante irrisoria, sólo me cubría para las matrículas de algunas asignaturas.

Había estado mucho tiempo ahorrando dinero para el gran viaje a la ciudad de los museos y el sábado visitamos el del Prado para pasar el domingo en el residente de mi cuadro favorito. Estudiaba tanto sobre ese cuadro que lo tenía totalmente mitificado y mi expectativa era ver como reaccionaría estando delante de el.

La noche del sábado de bares por Chueca se presentaba idónea para relajarnos del día tan completo que pasamos en el Museo del Prado, lo recorrimos completo parándonos en todos los detalles que podíamos sobre todo con Velásquez, acabábamos de terminar un trabajo sobre el pintor sevillano y lo teníamos todo aún muy fresco en nuestra memoria.
Quedamos con un pequeño rollete que Jorge tenía desde hace tiempo en Madrid y él sería nuestro guía por la zona gay por excelencia de la ciudad. Realmente cumplió con creces lo de enseñarnos toda la zona, recorrimos durante mas de una hora casi todo el barrio comprobando la cantidad de bares, tiendas y negocios dedicados a un público minoritario en donde nos encontrábamos encantados.

No queríamos acostarnos tarde y estar frescos para nuestro propósito del día siguiente, teníamos que aprovechar el tiempo visitando lo que realmente vinimos a ver, por lo que unas copas rápidas en un par de garitos y para el hotel nos dijimos, y así fue, un par de bares de moda, un picoteo rápido en plena calle con hotdog observando el bullicio y la última visita al bar “Bear” donde el género oso era mayoritario para el gozo de Diego y mío, pues nos encantaban los hombres rudos y grandes a diferencia de nuestros otros dos compañeros.

Entrar en un local donde la mayoría de hombres me gustaría me tenía excitado toda la noche, esperé la visita como agua de mayo por eso la dejamos para el final y nada mas entrar supe que ese sitio era para mí.
Tremendos hombres, masculinos, grandes, peludos, la mayoría sin camiseta se exhibían despreocupadamente con sus copas en la mano llenando el estrecho pasillo que daba al comienzo de la barra donde dos magníficos representantes de la raza osuna se ocupaban de atender a la tranquila clientela.

- ¡Yo pido las copas! Mi advertencia sonó amenazadora para mis amigos que soltaran una risa al unísono.

Apoyado en la barra esperando mi turno examiné esos hermosos cuerpos grandes y peludos de auténticos hombres que me tenían ensimismado.

- Dime príncipe ¿Qué te pongo?

No pude responder a la primera, mis ojos se clavaron en los suyos de un color azul intenso que me tenían hipnotizado. El pecho desnudo solo tapando los pezones con unos tirantes lucía imponente y el cuello tan grueso llamaba la atención de mi ansiedad por estar con un hombre como esos.

- ¡Chico que estas atontado! Me dices que quieres…
- Disculpa, me he quedado abducido contigo. Ya se que te lo dirán mucho, pero es que estas demasiado bueno. De una me lancé sin remisión, no tenía nada que perder.
- Menos de lo que crees, pero siempre es bonito que te adulen. Su encantadora sonrisa parecía sincera aunque no creí lo que decía.
- Tres cervezas, un ron con cola y ojalá pudiese pedirte a ti. Estaba lanzado y el parecía encantado de mi adulación.
- Puedes, pero a partir de las 3 de la mañana, no salgo hasta esa hora.

Mi mirada le dijo que no podía ser, era nuestro último sitio de copas y teníamos que levantarnos bien temprano. A las ocho de la mañana queríamos estar en marcha para entrar de los primeros al museo, otra vez sería, pero fue la primera vez que un osazo mostraba un real interés por mí aunque seguramente lo haría con muchos, pero fue un subidón tremendo para mi ego.

El gran domingo

A las siete en punto de la mañana abrí mis ojos sin quitarme de la cabeza esa atrayente mirada de ojos profundos que me marcó la noche anterior. Podía haberme quedado, pero eso hubiese conllevado no haber podido ir al museo y eso no entraba en mis planes, no había estado tanto tiempo esperando la visita para echarla a perder por un rato de sexo, por mucho que me gustara el hombre.

Eran las 8,30 en punto cuando ya estábamos en la fila para sacar nuestras entradas y al ser domingo había demasiada gente para mi gusto, me hubiese gustado tener mas intimidad para saborear todo pero no era posible.
La primera visita era obligada. Directamente a la primera planta donde residía en una gran pared en solitario mi cuadro fetiche, “El Guernica” me impresionó, no por su magnitud sino por la solemnidad de su exposición, dos guardias, uno a cada lado, daban la real importancia que tenía el rey del museo en la gran sala mas visitada.

Creo que fue más de hora y media la que estuve delante del cuadro destripando y tomando notas de todos los detalles que pude observar en mi estudio para confeccionar el trabajo de fin de carrera que empecé desde el comienzo de la misma. Sabía que sería sobre ese cuadro en concreto y lo llevaba bastante avanzado.

Mis amigos recorrían las salas del museo tranquilamente cuando los encontré, teníamos intereses diferentes dentro de la galería y decidimos separarnos desde el principio.
Les ofrecí bajar a la planta de abajo donde había una exposición temporal de un artista plástico danés de nombre impronunciable que había leído a la entrada. Ninguno de ellos quiso acompañarme y bajé sólo a la sala totalmente despoblada de visitantes, apenas un par de grupos de escasos componentes pude comprobar.

La sensación en la sala temporal fue que estaba a medio terminar, con techos aún destapados donde se podían comprobar el enjambre de cables que lucían al aire y varios operarios vestidos con monos grises recogiendo y limpiando algunas zonas de la exposición.

Uno de los operarios llamó mi atención, embutido en su indumentaria reglamentaria del museo como operario de mantenimiento parecía más apático que los demás, pero lo que realmente me hizo fijarme fue en cómo lucía su mono excesivamente ajustado en su cuerpo grande y robusto.
Al darse la vuelta quedé boquiabierto, era mi sueño de hombre de ojos intensos y cuerpo morboso de anoche. Él igualmente quedó sorprendido al verme para después dedicarme una sonrisa y dirigirse a mi muy educadamente para saludarme con su mano extendida que apretó la mía notando que la química entre los dos echaba chispas.

- Hola, que sorpresa, ¿es que trabajas aquí? Acerté a decir entre nervios.
- Sí, este es mi trabajo, el otro sólo es un complemento de fines de semana. Su mirada se clavó en la mía como la noche anterior y no podía soltarle la mano.
- Esto de vernos dos veces en tan poco tiempo en una ciudad tan grande seguro que es una señal… Le dije sin perder la oportunidad de ver su reacción.
- ¡Seguro! Acompáñame que me cambie y te invito a una cerveza. Se dio cuenta de mis intenciones a la primera y parecía complacido.

Caminando hacia un cuarto en medio de uno de los pasillos comentábamos mi afición casi enfermiza por el “Guernica” que le producía satisfacción y risa.

- Entra, me cambio rápido y subimos al bar. Abriéndome la puerta me apremió para que no nos viesen.

El cuarto muy pequeño sólo tenía una taquilla, una silla de madera muy usada y varias estanterías llenas de material eléctrico.
Sentado sobre la silla observé como frente a la taquilla que guardaba su ropa Juanjo bajaba la parte superior del mono de trabajo, dejando al descubierto su majestuoso pecho velludo donde sobresalían unos pezones grandes y alzados que no pude dejar de mirar mientras seguíamos comentando cualquier cosa, pues mis nervios me impedían dejar de hablar.
Bajó su pantalón de frente a mí dirigiéndome una pícara sonrisa al quedarse en boxer que marcaban su paquete de una forma excesivamente provocadora cuando se acercó invitándome con su mirada.
No hubo espera ni vacilación, mi cara fue directa hacia esa gruesa verga saboreándola por encima del calzón mientras mis manos recorrían ansiosas sus testículos y sus nalgas.

Al bajar su boxer no pude mas que admirarme del estruendoso vello que lucía su entrepierna rodeando el manjar que mi boca no pudo reprimir chupar sin cesar, haciendo que mi amigo recibiera espasmos que le hacían doblar las rodillas por mi poca delicadeza.
Me sentó sobre sus muslos a horcajadas para posar sus manos en mis nalgas sobándolas bruscamente mientras sus labios no dejaban en paz mis pezones disparados por el placer que estaba proporcionándole una lengua experta.
Levantándome por mi cintura puso mi polla justo a la altura de su boca besando con mucha delicadeza mi pantalón que iba sacando lentamente mientras sus labios ya degustaban una verga que se presentaba en todo su esplendor.

Sus manos en mi cintura me dirigían hacia su pecho para con mi glande rozar una y otra vez sus pezones, algo que le producía un placer tan brutal que sus dos dedos infringían un severo castigo dentro de mi ano que estaba provocándome estar cerca del éxtasis.

- ¡Avísame cuando vayas a correrte! Su voz sonaba a vicio puro y duro, lo que aún me gustó más.

 La frecuencia del movimiento de sus dedos dentro de mí incrementó hasta tal punto que mis alaridos se sentían excesivos mientras susurraba en mi oído que disfrutara, que quería verme disfrutar…
Nada mas notar que iba a correrme sus manos me bajaron bruscamente en dirección a su esplendorosa verga que apuntaba directamente al muy trabajado y lubricado agujero el cual fue penetrado de una vez sin descanso y hasta el final, incitando magistralmente la salida efusiva de mi esperma directa a su estomago y pecho.

Fue tal el placer que me hizo sentir que no me di cuenta cuando descargó dentro de mi toda su esencia, estaba totalmente absorto besando su boca y disfrutando de una lengua que no cesaba en enroscarse con la mía mientras su verga continuaba dentro.

- Me ha encantado verte chillar de placer. Fueron las primeras palabras que salieron después de terminar.
- Es que me lo has hecho como nadie. Le agradecí
- Apunta mi teléfono, ni se te ocurra volver a Madrid y no avisarme para vernos.

Su última frase me dejó en las nubes y salí del cuarto dispuesto a buscar a mis compañeros de visita que insistían de nuevo con el Guernica.

- ¿Como ha estado la exposición de abajo? Jorge me interrogaba para ver si merecía la pena ir.
- No la he entendido, demasiada complicada para mi simple mente.
- Pues has tardado un montón para no gustarte.
- Es que ha habido un imprevisto sexual que me lo ha impedido. Dije acompañando la frase con una sonrisa de satisfacción.

Las caras de mis tres acompañantes quedaron pasmadas de envidia sana dando resultado a un interrogatorio que el gran cuadro parecía no aprobar y dejamos el museo, no sin antes plantarme delante de la gran entrada con su ascensor de cristal para saborear lo productiva de mi visita, sin duda algún día volveré, lo que no sabía es que iba a ser tan pronto.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente



Las dunas de Maspalomas dan mucho vicio

jueves, 15 de mayo de 2014 | 4 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Demasiado temprano para ver movimiento en las dunas de Maspalomas, todo estaba en calma, eran las 7.30 de la mañana y habíamos estado toda la madrugada tomando copas en un gran centro lúdico repleto de locales de ambiente gay de todas las clases imaginables, leather, osos, trasformistas, gente delgada, inmigrantes, maduros…
No habíamos tenido ningún éxito en las tentativas de ligar durante toda la noche. Esos chicos tan perfectos no eran para nosotros y obviamente nosotros para ellos tampoco.

Éramos mas de gente marginal o escondida, siempre nos dio mas morbo que estar a vista de todo el mundo intentando ligar, por eso creo no se nos daba nada bien a ninguno de los cuatro que salimos con nuestras mejores galas puestas y con las ganas de sexo a flor de piel.

Cuando empezó a amanecer desistimos del galanteo para irnos a descansar a la playa localizada detrás de las dunas, una de las playas gays más famosas situada en las Islas Canarias.
Juan Carlos era nuestro guía en las pequeñas vacaciones de tres días que habíamos tomado. Tenía un coqueto apartamento en Maspalomas donde nos hospedamos aceptando la invitación que desde hace tiempo estaba en pie y que no veíamos el momento de ejecutar, hasta que nos pusimos de acuerdo los tres amigos y sin apenas organizar mucho nos vimos montados en el avión rumbo a las islas afortunadas.

Caminando por la extensión de arena mágica apareció como un pequeño oasis verde, repleto de árboles formando un pequeño bosque en medio de la nada, los tres miramos a Juan Carlos interrogándole.

- Esta es la zona de cruising, dentro de un par de horas hay montones de tíos dando vueltas. Nos informó con una sonrisa alegre en la boca.

Eso si me gustaba, seguramente sería el primero en experimentar el lugar, me vuelve loco tener sexo con desconocidos sin siquiera entablar conversación previa. Mis mejores ratos de sexo fueron así, no me gustaba el sexo en pareja, demasiado monótono y aburrido, había tenido dos parejas serias de tiempo y acabé las dos veces desesperado, seguramente no fueron las personas adecuadas.

En las cuatro hamacas echamos un sueñecito bien reparador después de un baño, y en apenas una hora nos puso las pilas y comenzamos con las cervezas con picoteo a comentar el desastre de la noche anterior. Las miradas ya se nos iban a los cada vez más abundantes inquilinos de la playa.
Negros, blancos, mestizos, osos, maduros, musculosos… había para todos los gustos y dos de ellos no paraban de echarnos unas miraditas sonrientes en busca de aceptación. Sin ningún reparo les invitamos a departir con nosotros, el sólo hecho de tener algo de posibilidades nos empezaba a subir un poco el maltrecho ego que se nos quedó de la noche.

Un maduro bastante interesante de bañador blanco empezó a hacer buena conversación con Juan Carlos, al otro muchacho se le notaba que estaba prendado con Lolo, a él le iban mucho los morenos y éste encima era muy bello, aparte de tener un cuerpo perfectamente trabajado.
Yo no paraba de cruzar miradas con un chico pelirrojo que sentado sobre una silleta de playa me mandaba brindis con su botella de Heineken y Arturo era el que parecía más solitario en la reunión y fue el que decidió que ya no iba a esperar mas y tomó el camino del bosque que vimos antes de llegar a la playa.

Mientras veía como Arturo desaparecía entre las dunas observé que Lolo le comía la boca ansiosamente al moreno sin pararse en que los demás estaban delante, me pareció un poco obsceno e irrespetuoso pero lo entendí por las ganas que nos quedaron en la noche.
Mi pelirrojo no dejaba los repetitivos brindis sin reacción alguna, tendría que ser yo el que diese el primer paso, como siempre…

Hice ademán de levantarme para ir hacia él cuando mi observador recogió su toalla de la silleta y se encaminó en dirección hacia el bosque, no sin asegurarse antes de que lo siguiera a una distancia prudencial. Cuando aceleraba el ritmo para alcanzarlo el también lo aceleraba para no alcanzarle y el juego me empezó a poner nervioso, pero seguí a ver como terminaba.
Él ya había llegado a la extensa arboleda cuando paró antes de adentrarse en ella para fijar su mirada en mí, para cuando llegaba a su altura mi perseguido sonrió pícaramente y se dirigió hacia uno de los caminos repletos de matorral.
Hubo un momento en que lo perdí de vista sin saber hacia donde dirigirme en uno de los pequeños cruces de caminos, pero el sonido del crujir de unas ramas me indicó la dirección. Apoyado de pié sobre un tronco me esperaba, en cuanto me vio aparecer por el camino se dio la vuelta bajando su bañador estampado dejando al aire unas bonitas nalgas a medio enseñar.
“Éste no quiere charla”, pensé y sin dudarlo fui directo hacia él para posar mis manos en ese culo blanco y duro que disfrutaba de mi sometimiento empinándose pidiendo mas y mas. Mis manos terminaron de bajar su bañador mientras su cuello estremecía a mis besos cada vez menos delicados cuando su mano sacó mi miembro del bañador para colocarlo en su ano pidiéndome que empujara desesperadamente.

Iba bombeando lentamente hasta entrar por completo mientras mis manos disfrutaban su sabrosa verga masturbándola y deleitándose con sus testículos. Los gemidos de mi pelirrojo mudo sólo me provocaban acelerar salvajemente mis embestidas, pero el nerviosismo de la situación no me dejaba eyacular. No había cruzado palabra con él y era algo que no me resignaba a disfrutar el momento como yo hubiese querido, me resultaba extraño, una cosa era no hablar antes, pero durante el acto me gusta hablar y decir disparates.
A mi amigo parecía no importarle, todo lo contrario, el retardo le estaba provocando una excitación que no disimulaba en gritar airadamente mientras mi miembro entraba y salía por un culo que no paraba de moverse como enojado.

Los alaridos tarde o temprano atraerían la atención como así fue, un muchacho de unos 25 años apareció por el costado de donde nos encontrábamos acercándose sigilosamente pero siendo consciente de que lo había visto. Le indiqué que se acercara sin dejar en olvido el placer de mi amante, el cual seguía empujando con su mano sobre mi cintura pidiéndome no parar.
Cogiendo con mi mano el miembro del nuevo inquilino de la fiesta lo acerque hacia mi para deleitarme de esa sabrosa erección sin descuidar las acometidas que empezaban a cansarme, por lo que invité al nuevo amigo a ocupar mi lugar mientras yo disfrutaba de la espectacular verga que mi amante mudo no me dejó disfrutar anteriormente.

En el mismo momento que me arrodillé y sintió mis labios jugando con su verga mi amigo tuvo un espasmo que le hizo desembocar todo su placer sobre mi cara sin poder parar de gemir mientras el nuevo compañero descargaba dentro de el. La situación rápidamente terminó con besos entre los tres en una demostración de agradecimiento.

No cruzamos una sola palabra, simplemente miradas que lo decían todo y comenzamos a tomar cada uno nuestro camino. Quise acompañar a mi amante pelirrojo en la dirección de la playa pero antes de darme cuenta ya iba desapareciendo de la arboleda camino a las dunas que tapaban la playa.

Cuando llegué de nuevo donde dejé a mis compañeros de viaje solo estaba Juan Carlos conversando animadamente con el maduro con quien lo dejé, levantó su mirada y sonriendo me indicó que me sentara a su lado.

- Me ha dicho Arturo que has armado una buena en el bosque... dijo sin esperar a que me sentara.
- ¿Porqué lo dices?
- Tenías como a seis o siete alrededor pajeandose y mirando como te lo montabas con dos, y uno de ellos pegando gritos como un loco.
- Ja, ja, ja… ya sabes que yo cuando me pongo no hay quien me pare. Pero chico, ni siquiera se como se llama, no hemos cruzado una palabra. Nada mas terminar se vino para la playa y ya no lo veo.

El maduro interesante que acompañaba a mi amigo interrumpió en la conversación y con una voz muy atrayente sentenció: Ese no hablaría nada de español, aquí hay muchos extranjeros. Pero yo si lo hablo.
Mi mirada se dirigió directamente a Juan Carlos pidiendo una explicación; ¿me está tirando los tejos contigo delante?

Robert, así era su nombre, observó la situación y acertadamente se retiró a traer unas cervezas mientras Arturo me lo confesó todo:

- Desde que te has ido no ha parado de preguntarme por ti, quiere conocerte y yo le he dado conversación porque es muy agradable y quería ver si cambiaba de opinión para llevármelo, pero está por ti. ¡Aprovéchalo!

Con tres cervezas en la mano llegó para quedarse mientras Juan Carlos disimuladamente desapareció, frente a frente estuvimos hablando un buen rato y mis ojos no dejaban de fijarse en un pecho con el vello justo que se sentía apetitoso, pero esa es otra historia que merece ser contada detenidamente. 

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