Twitter Facebook Google Plus LinkedIn RSS Feed Email

De reparto en reparto

martes, 29 de abril de 2014 | 0 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Con 17 años tenía todas las tardes libres y buscaba un trabajo que pudiese compaginar con mis estudios de bachillerato cuando a dos manzanas de mi casa abrieron un Video-Club en la época que estaba de moda el VHS.
Sin pensarlo fui a pedir trabajo para las tardes y al ser de los primeros en llegar me contrataron para repartir cintas a domicilio, el tener una pequeña VESPA de 49cc con la que me movía por la ciudad me facilitó la negociación y me puse a trabajar de inmediato.
De martes a sábado de 17 horas hasta las 21 de la noche por 200$ mas el carburante, estaba muy bien pagado para la época y a mí me venía genial para tener algo de dinero guardado, nunca fui muy gastador y ahorraba la mitad de ese sueldo casi todos los meses.

Jorge, el dueño, pasaba todo el día en la tienda haciendo de todo, era un autentico friki del cine y no había película que no se hubiese visto. A sus treinta y pocos años estaba soltero y su mayor afición era ir al cine o devorar las películas nuevas que traía en video en la salita apartada que había dentro de la tienda.
Muy pocos encargos fueron los primeros meses por lo que pasaba casi todo el tiempo en la estancia con él viendo toda clase de películas que sinceramente me aburrían, siempre estaba deseando que viniese alguien para atenderlos y levantarme del incómodo sofá que teníamos para descansar.

Mientras el video-club crecía día a día en clientela Jorge ya maquinaba su próximo paso; potenciar lo de llevar las películas a domicilio. En ese tiempo era una revolución, ningún video-club de la ciudad lo hacía y nosotros seríamos los primeros.
Hizo unos pequeños folletos de publicidad que me hizo entregar en todos los edificios de los alrededores y puso un pequeño anuncio en el diario mas leído de la ciudad.

Ese fue el punto de inflexión. Sólo un par de días después ya apenas podía estar en la tienda, pasaba casi toda la tarde subido en la moto de un lado para otro repartiendo y recogiendo películas por los alrededores del barrio los primeros días, para después ampliar el reparto a otros barrios aledaños al nuestro.

Estuvimos así varios meses con toda clase de experiencias diarias en mis repartos. Me invitaban a comer, me daban buenas propinas, me hacían otros encargos en plan mensajería… fue una gran época de trabajo y realmente sacaba bastante dinero complementario. Jorge lo sabía y no le molestaba, mientras sus películas estuviesen entregadas o recogidas le daba igual como utilizara mi tiempo.

Pero las verdaderas experiencias excitantes empezaron a ocurrirme cuando mi jefe decidió poner en catálogo cine porno. Al principio no quería, pero claudicó cuando comprobó que llevándolas a domicilio la gente guardaba su intimidad sin tener que ir a la tienda a alquilarlas. Efectivamente la demanda creció considerablemente y puedo decir que más del 75% de los repartos eran de películas subidas de tono.

Uno de los repartos fijos todas las semanas eran las solicitudes de Mariano, todos los viernes a última hora pedía un par de películas, una general y la otra porno. Siempre terminaba en su casa la jornada de reparto, lo dejaba para el último porque ya había una confianza que me hacía ir a su casa como si fuese la mía.
Mariano era un viudo, empleado de banco que nunca había llegado a promocionarse dentro de la institución, digamos que era uno de los de antigua escuela, de los que su puesto de trabajo lo consiguió gracias a amistades que lo dirigían.
A sus 52 años no tenía más pretensiones que jubilarse cuanto antes y como el decía “descansar de tanto cabrón que había en el banco”, quería dedicarse a viajar con la prejubilación que le iba a quedar.

- Pasa y siéntate Javier, estoy en la ducha, sírvete cola que hay en la mesa, salgo enseguida y te pago. Mi asiduo consumidor de películas gritó desde el baño.

Salió con una toalla marrón rodeando su cintura y el pecho descubierto lo que me provocó una excitación sorpresiva pues nunca me había sentido atraído por gente mayor, pero su pecho velludo canoso se me hizo muy atractivo y no pude apartar mi mirada de él.

- ¿Has cenado?
- No, si acabo de salir del trabajo, tú eres el último que tenía que repartir. Ya me voy para casa. Dije sin dilación.
- Quédate, que me traen pizza y yo solo no puedo con ella entera. Me cambio en un momento. Si viene el repartidor le pagas, aquí te dejo el dinero.

Mientras dábamos buena cuenta de la exquisita pizza de berenjenas con anchoas Mariano, como siempre, dejaba que hablaba de cualquier cosa que se me ocurriese dándome una confianza que normalmente nunca tenía con nadie. Realmente era una persona muy agradable de trato, y se podía hablar de cualquier cosa con él.

- ¿Te quedas y vemos la película?, es temprano todavía. Mi conocido con total sinceridad me ofreció su sofá.
- Es que la que te he traído ya la he visto y es un poco rollo. Mi edad me hacía no ser prudente en muchas ocasiones. ¿Por qué no vemos la otra? Me lancé de una.

Mariano me miró extrañado al ver mi atrevimiento pero no dudó en asentir con la cabeza dirigiéndose directamente al video para preparar la cinta.
Mi sorpresa agradable fue comprobar que en el primer polvo de la película salían dos hombres con una mujer y entre ellos también interactuaban. Mariano miraba mi reacción expectante sin perder detalle de la película.

- ¿Te gusta? Acertó a decir mientras me colocaba el cojín para tapar mi erección.
- Si claro, ¿está bien no? Comenté sin prestarle atención.
- Te noto incómodo, si quieres la quito.
- ¡No que va! No la quites.
- Como te veo con el cojín tan agarrado...

Su sonrisa me relajó y quitándome el cojín de encima le mostré el porqué de mi incomodidad. Mi erección era indisimulable a todas luces.

- Ja, ja, ja… eso es normal hombre, si no es que estarías muerto. Pajeate si quieres, no te de vergüenza.
- Contigo al lado no me atrevo, me da mucho corte.

Sin dejar su sonrisa nerviosa su mano se abalanzó sobre mi miembro mientras no hice mucho por resistirme.

- ¡Déjame que yo te la doy!

La delicadeza con la que me tocaba empezaba a producirme un placer exquisito cuando su mano entró en mis pantalones de un modo experto que me hizo suspirar. No apartaba la mirada de mis ojos sedientos de lujuria mientras sus dedos comenzaban unos movimientos delicados en la entrada de mi ano.

- ¿Quieres que te folle con el dedo? Mariano susurrando en mi oído pidió el permiso que no hacía falta darle.
- Haz lo que quieras pero despacio. Nunca me han tocado ahí. Le fui sincero.

No podía resistir la sensación de el movimiento de sus dedos dentro de mí cuando mi miembro comenzó a disparar todo lo que tenía acumulado, Mariano dejó de besarme el cuello para bajar directamente a saborear mi verga inundada de esperma ardiendo con una solemnidad propia del que lo disfruta no muy frecuentemente.

- ¿Nunca te han penetrado ese culo tan rico?
- No, siempre me ha dado un poco de miedo, no se porqué. Le confesé
- Pues cuando tú quieras probamos, a ver que te parece.
- Ahora mismo si quieres. Ya estaba lanzado y no quería perder la oportunidad.

Beso mi boca mientras me colocaba de espalda contra el y empecé a notar su miembro erecto por encima del pantalón. Mi mano no se resistió a dirigirse hacia el para comprobar su grosor mientras lo acariciaba cuando Mariano roció de saliva sus dedos para lubricar mi deseoso agujero.
La gruesa verga de mi amigo entró tan suavemente que apenas me enteré, solo cuando llegó al final el dolor me impidió disfrutarlo hasta que fue pasando lentamente mientras bombeaba progresivamente mas rápido.

- Si te duele me lo dices, estoy a punto de correrme y te voy a dar mas duro. Me advirtió.
- Sigue, no pares, está rico. Asentí con los ojos cerrados disfrutando el momento.

Las embestidas subieron de intensidad y el dolor ya no aparecía cuando apretándome hacia él sentí dentro de mí un calor que nunca había experimentado, se corrió y disfruté como nunca lo había hecho.

Las sucesivas visitas de todos los viernes tuvieron otro aliciente para esperarlas con ansiedad durante toda la semana. Jorge sospechaba algo pero nunca me decía nada, hasta que una tarde de aburrimiento en la tienda salió el tema.

- Te llamó el señor Mariano para que fueses hoy martes. ¿Tienes algún rollo con el? No supe si se refería al sexo o a otros trabajos que sabía que hacía como repartidor.
- Pues no se, luego iré a ver que quiere. Dije con una falsa mueca de extrañez.
- ¿Te lo estas tirando verdad? Me preguntó sin rodeos. Entre Jorge y yo había siempre mucha sinceridad y respeto.

Mi cara se lo confirmó sin decir una palabra y Jorge con una media sonrisa de tristeza cogió mis hombros y mirándome a los ojos directamente me dijo:

- Aprovecha todo lo que puedas ahora. Este negocio no va a durar mucho tiempo, con el formato dvd y cuando la red  internet evolucione, estos negocios desaparecerán y no tardara mucho en pasar.

¿Internet?, yo no había oído hablar de eso, era ciencia-ficción todavía y mi sonrisa de incredulidad no daba crédito, eso no sería posible, pero hoy me doy cuenta de que Jorge era un puto visionario.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Un colombiano en Milán

viernes, 25 de abril de 2014 | 2 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Mi trabajo como jefe de programación de una multinacional alemana me permite pasarme la vida de ciudad en ciudad por todo el mundo, nuestro programa de gestión de redes domésticas tuvo mucho éxito en todo el planeta y con esto de la globalización tenía que estar hoy en Milán y al mes siguiente en Canadá, habiendo recorrido media India en el trayecto.
Me encanta mi trabajo y me fascina estar viajando de un sitio a otro sin parar, pero eso tiene varios inconvenientes que empiezo a echar en falta, como por ejemplo poder tener una relación estable y duradera que jamás he tenido, y que a mis 43 años empiezo a necesitarla. Pero todo llegará a su debido momento aunque verdaderamente no entiendo como podré hacerlo mientras siga con este ritmo de vida.

Milán tiene todo lo que una gran ciudad puede ofrecer y sería capaz de vivir aquí si mi empresa decidiera dejarme un tiempo establecido aquí, cosa que veo difícil pues el diseño de la programación la hice todo yo y las estructuras, cambios y actualizaciones debo de coordinarlas personalmente para mantener el código de fiabilidad y el estándar de calidad, por lo que me veo mientras tenga fuerzas de avión en avión y de hotel en hotel.

Durante una de mis mañanas libres visité la Catedral con esa inmensa plaza repleta de terrazas a un lado donde tomar un expreso se hace un arte y claro que lo probé, aunque los precios prohibitivos no me permitieron disfrutarlo como se debe. Gano un buen sueldo, jamás me he quejado, pero pagar 8€ por un café me parece de juzgado de guardia, me cuesta mucho ganarme un buen sueldo como para despilfarrarlo en caprichos innecesarios.
El calor de agosto en Italia se hace insoportable por lo que fotografiar los detalles de la magnífica fachada de la catedral se me hizo una verdadera penitencia. Terminé regado en un sudor asqueroso que ponía en peligro la estabilidad de mi cámara de fotos cuando decidí dejarlo para entrar a ver el interior y así huir de los 37º que me estaban matando fuera.

En una de las capillas se veía hombres trabajando en algo de carpintería pero increíblemente el ruido no era para nada molesto y me acerqué interesado en los trabajos, a una cierta distancia pude comprobar que parcheaban los desperfectos de unos bancos para el público cuando justo detrás de mí apareció un chico de rasgos latinos que transportaba en los brazos varios paneles de madera.
Me pidió permiso con una sonrisa ancha en un perfecto italiano clavando sus ojos azul intenso en mis pupilas que no dejaban de recorrerlo admirablemente.
1.70, no mas que yo, sobre unos 20 años, moreno trigueño, con un cuerpo trabajado en gimnasio pero no exagerado, y con un trasero insultantemente bonito debajo de unos pantalones deportivos verdes claros que se ajustaban perfectamente a sus muslos creando una perfecta sintonía con la entrepierna.
Tuve que desaparecer de la capilla pues yo mismo veía que era muy descarado como había impactado el muchacho en mis ganas de sexo. Paseé una y otra vez por el interior pasando regularmente por delante de los trabajadores sin perder de vista a mi  dulce latino que me correspondía con miradas que yo quería interpretar como lascivas.

En la última de mis pasadas por la capilla donde realizaban los trabajos observe como el muchacho recogió unas pequeñas tablas para transportarlas fuera de la iglesia y ni corto ni perezoso tuve las agallas de perseguirlo por si había oportunidad de un encuentro que me permitiese conocerle.
Por el costado izquierdo de la catedral fuimos caminando como unos diez minutos mientras miraba escaparate falsamente interesado y disimulando lo que podía para no ponerme en evidencia.
Dos veces lo pillé observando hacia atrás, mi ilusión era que fuese buscándome a mí aunque ya sabemos que cuando uno se obceca con alguien cualquier gesto lo interpreta para su propio beneficio cometiendo errores la mayoría de veces.

A la distancia le vi entrar en una pequeña tienda de la angosta calle por donde caminaba y aceleré mi paso para que no se me perdiese en el interior con la esperanza de que fuese un almacén y desde fuera pudiese verlo.
Al llegar a la altura de la tienda me sentí dichoso al ver que era una tienda con todas las paredes de cristal que estaba igualmente en obras y solo se le distinguía la cabeza asomando detrás de un alto mostrador a mi amante ficticio.
Fingí estar observando varios escaparates mientras no lo perdía de vista, ¡que preciosidad de muchacho¡ no paraba de decirme, ese trasero merece la pena correr el riesgo de una entrada, por probar no pasaría nada.

Nada más caminar hacia la puerta de entrada levantó la mirada y su sonrisa indicaba que estaba esperando a que llegara pues con su mano me animó a pasar.

- ¿Puedo ayudarle en algo señor?, la tienda está de reformas y no hay nadie. Apuntó muy amable en un perfecto italiano.
- Hablo español si te es más cómodo.
- ¡Que bien!, sólo hablo español cuando me reúno con los amigos colombianos.
- ¿Puedes ayudarme a situarme en el callejo? Quiero ir al estadio de San Siro y no se que autobuses coger. Mis excusas eran cada vez más patéticas, lo sé, pero me ayudaban a dejar claro que buscaba algo y si mi acompañante iba por lo mismo seguro sería la confirmación.
 - Claro, es fácil. Traiga el mapa y se lo señalo con esfero.

Sin que me lo pidiese entré a la parte del mostrador donde se encontraba y extendí el callejero recién obtenido en una de las oficinas de turismo colocándome justo a su lado. El mostrador era alto y apenas nos sobresalía media cabeza por encima de el,  pero si podía controlar a los que pasaban por delante de los escaparates por afuera.

No pareció molestarle el que hubiese entrado donde estaba y pegado a mi lado fue rotulando sin ninguna vacilación todo el trayecto desde donde estábamos hasta el estadio Giusseppe Meazza, no tenía mucho interés en visitarlo pero ya que se había tomado la molestia de marcarlo claramente seguro buscaría un hueco para ir a verlo.

- Le señalo también muchos de los sitios que puede visitar, está todo relativamente cerca.

Tanto como él ya lo estaba de mí, su hombro ya invadía mi espacio y mi mano rozaban sus nalgas sin intención hasta que dos cachetadas cariñosas agradeciendo sus explicaciones le hicieron interrumpir el trazado que estaba haciendo para dirigirme una mirada de aceptación con una sonrisa explícita.
Siguió marcando los lugares que creyó debía visitar mientras mi mano sobaba lentamente ese trasero suave y macizo mientras no paraba de darme las instrucciones pertinentes sobre el mapa. Cuando se detuvo entre sus nalgas para acariciar con el dedo mas profundamente observé que su miembro se quedaba pequeño en el pantalón y sin pensarlo mi otra mano se dirigió a cogerlo con mucha dulzura.
Mi nuevo amigo no paraba de indicarme los sitios sobre el mapa mientras yo ya no podía atender otra cosa que no fuese mis deseos de comerme al muchacho.

Delante de mí sobre el mostrador iba con su mano acariciando mi miembro totalmente erecto y con la otra mano bajando su pantalón para dejar a la luz un trasero que era una belleza.
Sacó mi verga dirigiéndola hacia el trasero invitándome a frotarla contra él. Fundido con su espalda mis manos lo masturbaban mientras lo apretaban contra mí.

- Ven, vamos al baño. Estaba tan excitado como yo y necesitábamos un sitio más íntimo para desatarnos.

Fue llegar al baño y no pude reprimir a mi lengua recorriendo todo su cuerpo, pero lo que más me excitaba era besar esas nalgotas morenas y perfectas que respondían con un gemido cada vez que las mordía.

Dimos rienda suelta a nuestra ansiedad durante al menos veinte minutos de sexo donde no paramos de culear de pié, besándonos alocadamente hasta que mi amante eyaculó a la misma vez que yo.

- Estaré en Milán durante tres días mas, si quieres salimos a tomar algo cuando salgas de trabajar y me enseñas la ciudad de noche. Realmente quería volver a verlo.
- Por supuesto, luego puedo irme a dormir contigo al hotel si quieres.
- Excelente plan, por cierto me llamo Jensen ¿y tú?
- Mauricio, soy de Santander, la de Colombia.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Un viaje liberador

lunes, 21 de abril de 2014 | 1 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Salía de una ruptura bastante traumática que me absorbió toda la energía, cuando decidí pedir los 42 días que me quedaban de vacaciones acumuladas del año anterior para desaparecer a cualquier lugar que me permitiese desconectar completamente de mi vida anterior y recomenzar una nueva.
Ni me lo pensé, había estado varias veces en la ciudad de Panamá y mantenía buenos contactos aún por allá por lo que sin dudarlo me fui dos días después de salir de vacaciones.

Ramiro Costa me recibió en el aeropuerto de Tocumen, estaba al día de toda mi odisea con la disolución de mi estado en pareja y su abrazo de acogida lo agradecí en forma de lágrimas. Era la primera vez que alguien me abrazaba intentando decirme “aquí estoy para lo que necesites” y realmente se sentía bien.
Ramiro era un periodista, especializado en cultura, que trabajaba para la mayor agencia de noticias de Panamá, todos sus artículos me llegaban al mail por lo que estaba puesto totalmente al día de la cultura de la ciudad.
Su blog cultural de la ciudad es uno de los más leídos en todo el país y mediante él nos pusimos en contacto hace varios años para una colaboración sobre una exposición de artistas panameños que mi empresa se encargó de producir. Hicimos buenas “migas” y siempre mantuvimos el contacto, cada vez que me escapa a su ciudad siempre me dejaba su casa para hospedarme.

- Kike necesitas estar unos días sólo y limpiándote esa mala energía que te inunda, vete dos o tres días al Archipiélago de San Blas sólo. Es un paraíso solitario que te va a venir muy bien. Asentí la recomendación sinceramente pues había oído mucho hablar del sitio y seguro me vendría genial perderme.

- Descansa toda la tarde en casa mientras yo trabajo y en la noche te recojo para llevarte con unos amigos a cenar, y tomamos unas copas que tienes que alegrar esa cara.

En la noche Ramiro apareció con un billete de avión y una reserva de hotel para que fuese a pasar cuatro días en las islas residencia de los indios Kuna.

- Sales a las seis de la mañana, por lo que esta noche una copita rápida que te espabiles y a dormir, en la madrugada te llevo al aeropuerto de Albrook que desde allí salen las avionetas para San Blas, ¡te va a encantar!.

Sobrevolando la inmensa selva del Darién y después de unos 50 minutos de incómodo vuelo ya se distinguían el conjunto de islas en un mar tan azul que parecía postal. Nos dirigíamos hacía una de ellas y me parecía imposible que pudiésemos aterrizar en una pista tan pequeña, pero con una maniobra magistral el piloto dejó la avioneta justo al filo del final de la isla.
Una barca a motor de madera del hotel nos recogió a los cinco pasajeros que íbamos a la misma isla, la mayoría de pasajeros eran turistas que nos distribuimos por las diferentes islas, por eso estaba el embarcadero lleno de barcazas con los nombres de los hoteles bien visibles en sus cascos.

No pude más que sonreír al ver mi hotel justo en la orilla de la playa, una fila de 20 cabañas hechas con caña de gadua recorrían todo el margen con un pequeño porche que casi entraba en el mar y donde residía una hamaca que invitaba nada más llegar.

- A las 9 en punto sale la barca para hacer el recorrido por las islas. Estén preparados en el embarcadero los que quieran hacer la excursión. La señora ataviada con los típicos ropajes de los indígenas nos avisó después de darnos la llave de nuestras cabañas a cada uno de nosotros.

No tuve fuerzas para nada, recién llegado a mi chozuela de suelo de arena de playa que relajaba mucho los pies, dejé mi pequeña mochila y colocándome un bañador pasado de moda me tiré en plancha en la hamaca para un sueño delicioso durante mas de cuatro horas. No pensaba ir el primer día al recorrido de las islas, tenía 3 días todavía y preferí descansar y aclimatarme al lugar.
Durante el almuerzo fue cuando apareció Berto, era el nombre que usaba en castellano pues el nombre en idioma Kuna fui incapaz de retenerlo, un oriundo trabajador del hotel que entraba de turno sustituyendo a nuestro anterior manejador de la barca. Desde servir la comida, lavar la ropa, hasta pasear en barca a los residentes del hotel, hacía de todo con una energía propia de quien entra a trabajar recién.
Sus 1.60 de estatura y su robusto cuerpo se movían ágilmente por las cinco mesas llenas de clientes deseosos de degustar la rica fritura de pescado que la señora había preparado, llegó a mi mesa donde estaba yo solo y su mirada se cruzó con la mía dejando ver unos ojos avellana intensos que atraían. Una pequeña sonrisa de agradecimiento le entregué cuando con total familiaridad apoyó su mano sobre mi hombro para preguntarme si había venido solo.

- Sí, estoy de relajación unos días en este paraíso. Contesté sin dar mucha importancia a la conversación.
- Cualquier cosa que necesite me avisa, me llamo Berto y voy a ser su guía durante su estancia, estoy toda esta semana trabajando.
- Gracias Berto, me llamo Kike y ahora que lo dice me gustaría dar un paseo por la isla esta tarde para conocer.
- Claro que sí, a las 6 les espero aquí para quien quiera conocer la isla. Dijo vociferando a todos los comensales.

El islote tenía poco territorio y en menos de una hora ya estaba todo recorrido cuando empezaron a desaparecer los asistentes hasta quedarnos sólo una pareja de italianos que iban de luna de miel, Berto y yo.
Nuestro guía nos llevó a un rincón de la playa donde atendía dentro de una cabaña un adorable señor rechoncho muy moreno y con los mismos rasgos maorís que Berto mostraba.

- Prepáreles algo bueno de esas mezclas tan ricas que usted sabe hacer. Nuestro guía aduló al mesero que correspondió con una sonrisa cómplice.

Una mezcla de diferentes licores de fruta muy subida de alcohol nos sirvió de apertura para una conversación con la pareja italiana que apenas hablaban castellano pero se hacían perfectamente de entender. Al terminar la primera copa ya notaba la subida del trago a mi cabeza y la conversación, el lugar y la compañía se tornó en muy agradable animándome a repetir el trago.

- Se sube mucho a la cabeza Kike, llevará usted cuidado. Berto me avisó con una sonrisa de oreja a oreja.
- Mañana tengo todo el día para dormir, no hay problema. Contesté seguro de mis palabras.
- ¿No va a ir mañana a ver las islas pequeñas para bañarse? Preguntó extrañado mi acompañante.
- Si me levanto sí. Aunque tampoco soy mucho de playa y arena, si me quedo durmiendo no pasa nada.

La pareja de italianos se levantó entre arrumacos para irse a su cabaña que estaba a unos quince minutos dejándonos solos a Berto y a mi con el mesero que limpiaba obsesivamente la arena que no paraba de caer en la barra y las botellas.

- Éstos si que lo van a pasar bien ahora. Dijo Berto con una sonora carcajada e intentando comenzar una conversación al respecto.
- ¿Si no lo hacen ahora cuando lo van a hacer? Correspondí a su comentario sin ningún interés.

La mano de Berto se apoyaba en mi rodilla sin intención aparente pero a mi me despertó el apetito que por tanto tiempo estaba dormido y no podía dejar de mirar su obsceno paquete que sobresalía con la luz de las antorchas que iluminaban el trocito de playa donde residía el bar-cabaña. El alcohol empezó a pasar factura y decidí que ya era hora de marcharme, me estaba calentando mirar el tremendo bulto de mi acompañante y lo último que quería era liarme con nadie por ahora, aún tenía ese estúpido pensamiento de creer que estaría haciendo algo malo coqueteando con alguien, mi necia forma de pensar me impedía tener sexo con cualquiera para pasar un buen rato, siempre tenía que sentir algo para entregarme al placer. Un pensamiento tan retrasado por mi educación, demasiada influida por el conservadurismo a pesar de ser homosexual totalmente convencido, lo que produjo un autentico cisma en mi familia excesivamente entregada a la retrógrada religión.

- Te acompaño al hotel. Con el trago te puedes desorientar.
- Sí, mejor. Porque esto se ha subido a la cabeza muy rápido. Dije con mis manos apoyadas en mis mejillas.

Su pequeña estatura sólo alcanzaba a cogerme por la cintura para dirigir mis pasos, que aunque no eran de borracho si se asemejaban mucho.

- ¿Has sufrido mucho últimamente verdad? Me preguntó a medio camino.
- ¿Tanto se me nota? Sí, estoy en una época de recuperación sentimental. He venido a pasar un tiempo sólo y a reflexionar. Abrí mi corazón al ver la real preocupación que mostraba.
- Ten paciencia, el tiempo pone cada cosa en su sitio y tapa las heridas, que aunque siempre estarán ahí se aprende a vivir con ellas.
- Gracias Berto, lo sé. Eso es lo que estoy esperando; que pase el tiempo.
- Mañana ven a la excursión de las islas, te va a venir muy bien, son unas vistas espectaculares que te van a hacer olvidar por un rato, salimos a las 9 y si quieres te llevo a unas islas a las que nadie se suele llevar, son las mas bonitas pero están mas alejadas y nunca hay nadie. Su invitación sonaba apetitosa y acepté con gusto.

Me levanté dispuesto a dejar de lado mi amargura que se notaba demasiado y a aprovechar las oportunidades que se me presentaban, sobre todo a de una vez por todas aprender a tener sexo esporádico sin sentimientos por el medio. Era hora de empezar a vivir como realmente pensaba pero no practicaba.

- ¿Mejor esta mañana? Berto con su amabilidad natural se preocupó por mi estado.
- Hoy sí, ya me he levantado hoy con otro ánimo.

La barca ya estaba casi repleta de viajeros sentados proporcionalmente para equilibrarla y tuve que sentarme justo enfrente de Berto en una de los bidones de gasoil que llevaba de repuesto. El panorama era alentador, mis vistas eran su imponente paquete apretado en un bañador rosado descolorido tipo boxer que dejaba asomar por un lado una pequeña muestra de vello muy morboso.
Su sonrisa al ver mi situación le agradó y el paseo fue discurriendo entre las maravillosas vistas del mar y su bulto moviéndose descontroladamente mientras manejaba el motor de la barcaza en lo alto del cajón donde iba sentado.

Isla Perro, Isla Pelícano, Isla Chichime… en cada una iba dejando pasajeros hasta que quedamos los dos solos en el bote para dirigirnos a una de las islas mas lejanas donde el día anterior me prometió llevar.

- Ya pareces mas contento que ayer, tienes que disfrutar del sitio donde estas, ¿las vistas son impresionantes verdad?. La sonrisa de Berto, mientras sus piernas se abrían para dejarme ver en todo su esplendor ese jugoso paquete, se hacía irresistible.
- Ni que lo digas, me gustan una barbaridad. Obviamente me refería a las dos vistas, la del mar con las idílicas islas y a su persona.

Mientras continuábamos el paseo hasta la nueva isla su mano desocupada del motor tocaba sus huevos despreocupadamente con las yemas de los dedos de una forma provocadora mientras me miraba para invitarme a disfrutarlos y no pude aguantar mas, mis manos fueron directas a palpar con suavidad ese dulce paquete que no paraba de llamarme.
Mi boca encima de su bañador fue besando cada centímetro para regocijo de mi guía que con su mano apretaba mi cabeza hacia su entrepierna empezando a despertar un sabroso pene que deseaba tanto como yo disfrutar.

- Haz lo que quieras conmigo. Berto me invitó a no reprimirme.

Mis labios recorrían sus muslos con sabor a mar hasta llegar a las ingles tan suavemente que los escalofríos de mi entusiasta compañero le hacían gemir forzadamente, sin descuidar el motor de la lancha retiró un poco el bañador mostrando su glande  que fue directo hacia mis labios.

- ¡Diossssssssssssssssss! Cómo me gusta tu lengua.

Ese pene enormemente gordo cabía en mi boca como si estuviese hecho para ella y lo disfruté lentamente, parecía que era el último que me iba a comer.

- ¡Ya llegamos! Dejo la barca y nos metemos al agua. Berto me avisó pues yo estaba totalmente absorto en mi labor.

Nada mas dejó la barca bien varada se quitó el bañador y la camiseta apurándome para hacer lo mismo y entrar al agua con él. La pasión se desató en el mismo momento que nuestras lenguas se juntaron y mis manos con las suyas apretaban ansiosamente mis nalgas. Sus dedos empezaban a urgar en mi trasero a lo que mis brazos respondieron instintivamente sobre su ancho cuello para abrazarle y montarme sobre el.
Salimos del agua después de apagar la ansiedad inicial para dirigirme boca abajo sobre la arena ofreciendo mi trasero a Berto. Con sus manos rodeando mi cintura apretaba mi ano contra su boca en una lucha donde su lengua acaba ganadora una y otra vez con unas revoluciones de movimiento que me impedían abrir los ojos por el placer.
Encima de mí, Berto se divertía frotando su miembro lentamente entre mis nalgas parando una y otra vez en la entrada, apretando suavemente pidiendo un permiso que ya tenía desde hace un buen rato. Empiné el trasero en cuanto noté que su miembro se disponía a no parar en el camino que había comenzado para notar como entraba hasta golpear con sus testículos mis nalgas. Berto se echó sobre mí y con sólo movimientos de cadera fue culeandome suavemente mientras su boca se fundía con mi nuca. Su respiración sobre mi cuello se aceleraba a la misma vez que apremiaba el ritmo de las embestidas hasta que no pudo más y disfruté su líquido inundándome.

- No salgas, sigue follándome que estoy a punto de terminar. Le rogué.

Obediente, Berto continuó en cuanto se recuperó para hacerme ver las estrellas mientras mi semen anegaba la arena justo debajo de mí.

Increíblemente no tuve ningún sentimiento de culpa durante nuestra charla mientras nos recuperábamos del trajín anterior, no quise preguntarle nada sobre su vida, no quería interesarme por el y cometer el mismo error de siempre. Sólo eran unas vacaciones de cuatro días y no las iba a joder por mi tonta manía de no ser realista enamorándome del primer idiota que me gustaba físicamente. Quizás estaba empezando a aprender a vivir la vida tal como quería.

Las visitas frecuentes de Berto a mi cabaña durante las noches que me quedaban hicieron de mi estancia en San Blas una verdadera cura que funcionó, pues al llegar a Panamá Ramiro con su sonrisa eterna exclamó: “dejé a un cadáver amargado hace cuatro días y me llega una persona viva”.

- Ya te contaré Ramiro, pero gracias por mandarme allá. Ha sido una liberación.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Un hétero curioso

viernes, 18 de abril de 2014 | 0 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

No fallaba una tarde, Rodrigo pasaba trotando cada día a la misma hora y se acostumbró a parar en la tienda de bebidas donde trabajaba a hacer un pequeño descanso para hidratarse.
Con veintipocos años tenía un cuerpo espectacular de tanto deporte lo que nos encargábamos de comprobar Julio y yo cada vez que entraba en la tienda. Se nos caía la baba fantaseando con el y con su cuerpo de 1.85 aproximadamente, totalmente fibrado.
Julio, mi compañero de horario en la despensa de bebidas era tan gay o más que yo, a los dos se nos notaba, sobre todo cuando pasábamos juntos, no cortábamos nuestra pluma pues juntos nos divertíamos mucho y porqué no decirlo, nos abría muchas puertas con los clientes gays, que iban muchos.

Cuando Rodrigo entraba a comprar su refresco mi compañero siempre venía para mi sección a comentar cualquier tontería con el para ver si nos daba juego, pero el joven no era muy hablador, aparte de parecer muy vergonzoso, o quizás los dos lo intimidábamos demasiado.
Se fue poco a poco abriendo con nosotros y fuimos ganándonos su confianza, cada vez que paraba para tomar algo terminábamos sentados en la pequeña mesa que teníamos al lado del mostrador hablando de cualquier cosa.
Una de las veces nos confesó que tenía novia pero que no era nada serio, “no estoy en edad de compromisos todavía, tengo que terminar la carrera primero” decía con frecuencia.

- ¿Nosotros no creo que te tengamos que decir nada sobre nuestros gustos no? Julio, como siempre, tuvo que abrir su bocaza.
- No hace falta, dijo poniendo una sonrisa de aceptación.
- Por lo que veo no te importa. Mi amigo seguía con su interrogatorio.
- Para nada, tengo muchos amigos que son gays. Apostilló nuestro adonis.

La dichosa “frasecita” ya salió, me remata cuando alguien viene con la cantinela de “soy tan moderno que tengo amigos gay”. No se que querrán demostrar con eso pero a mi en particular me pone de mal humor, es como una moda, si no tienes amigos gays no eres cool.
Mi cara de disgusto la notó antes de partir de  nuevo a su recorrido y Julio me lo dijo nada mas irse:

- Que cara de viuda amargada has puesto cari. Se te ha notado mucho.
- Es que me cansa la tontería de siempre, los muchachos que siempre dicen eso o son maricones o quieren serlo y no se atreven… lo mismo me estoy haciendo mayor pero es que me revienta. Mi cabreo era evidente y Julio se fue a su sección de licores con cara de mujer fatal negando con la cabeza.

Ya nunca seguimos con el tema cada vez que repetía la operación la mayoría de tardes y gracias a eso pudimos saber que estudiaba arqueología y le fascinaba coleccionar coches de rally en miniatura, pero que había cortado la colección porque las matriculas de la universidad eran tremendas de caras, “y mis padres ya no sueltan plata”.
Llegamos a conocernos bastante y hubo una temporada que le dio por contarnos el sexo que tenía con su novia poniéndonos realmente cachondo cada vez que nos relataba sus encuentros. Julio le exigía detalles, hasta los mas específicos, yo también deseaba oírlos pero nunca me atreví a interrogarle sobre todo ello.

- ¿Nunca lo has hecho con un tío? Julio de nuevo exprimía sus posibilidades sin pensar si podía sentarle mal sus impertinentes preguntas.
- Por ahora no, pero nunca se sabe, estoy en edad de experimentar.

Su respuesta nos dejó atónitos pues nos miramos disimuladamente diciéndonos cual de los dos podría ser el afortunado.

- Pues cuando quieras lo dices y aquí estamos para experimentarte. Mi amigo era realmente directo, lo que me daba bastante vergüenza, pero reconozco que facilitaba mucho el trabajo.

Justo después de navidad teníamos el bendito inventario y estuvimos todo el jueves cerrado contando y recontando la mercadería de todas las secciones. Estuve ayudando a todos durante la mañana para terminar pronto pero cuando llegó el recuento de la mía me quedé solo. Realmente no me importaba pues prefiero hacerlo sólo antes que ir recontando por la falta de interés de los compañeros, además la mía era bastante pequeña, en un par de horas lo terminaría y toda la tarde libre.
Ya se iban ido varios de los compañeros del almacén no sin antes ofrecerme su ayuda cuando Rodrigo tocó a la ventana haciendo gestos preguntando si hoy no podría tomarse su refrigerio.

- Pasa por la puerta del almacén. Le gesticulé como pude.

Mi sorpresa cuando llegué al almacén pudo notarla Miguel el informático, todos se habían ido ya y sólo quedaba el contrarrestando los informes de inventario que nosotros le ibamos dando.

- Sólo quedas tú, ¿te falta mucho para terminar? Miguel se veía con prisa también por irse.
- Todavía no he empezado, si he estado ayudando a los demás, pero te lo termino rápido y te dejo el informe en la mesa si quieres, mañana a primera hora lo metes.
- ¡Perfecto! Cierra tú que yo me voy a ir enseguida. Aceptó pues sabía que era de los pocos en los que podía confiar.

Cuando abrí la puerta y estaba Rodrigo en la puerta esperando.

- ¡Que rápido has dado la vuelta! Yo me tomaba como 5 minutos mínimo en dar toda la vuelta a la cuadra.
- ¿Porqué esta cerrado hoy? Sin hacer caso de mi comentario Rodrigo mostraba su inquietud de ver el local cerrado al público.
- Estamos de inventario, hay que hacerlo un par de veces al año.
- ¿Pero puedes venderme algo?
- Sí pasa, sólo quedo yo por hacerlo y también me voy, hoy descansamos por la tarde.

Rodrigo repasaba toda la tienda vacía antes de llegar a mi puesto donde siempre nos sentábamos a charlar un rato, no paraba de observar lo diferente que era la bodega sin gente y sin la bulla habitual.
- ¡Impresiona ver esto vacío!
- ¿Es raro verdad? Yo me siento incómodo sin el ruido habitual, pero se trabaja mejor. Comenté mientras empezaba a contabilizar manualmente.
- Si quieres te ayudo, ¿que tienes que hacer? Se levantó y se apoyó en el mostrador dejando ver como se marcaba su paquete en el apretado pantalón blanco deportivo que llevaba.

Mi mirada no pudo evitarlo y quedó fijamente mirando su entrepierna, pero rápidamente elevé la mirada con la esperanza de que no se hubiese dado cuenta. Su sonrisa decía todo lo contrario.

- Tengo que… bueno, tengo que contar todo esto uno a uno. Mis mejillas comenzaron a arderme de la vergüenza.

Rodrigo seguía en la misma posición sin apenas inmutarse y me di la vuelta hacia las estanterías para seguir contando artículos con la esperanza de que mi rubor se pasara rápido cuando noté que se echó hacia mí agarrando mi paquete y frotándose contra mis nalgas.

- ¿Lo estas deseando tanto como yo? Rodrigo comenzaba a sobar mi pecho con una mano y la otra intentaba entrar debajo de mis pantalones.
- ¡Tienes que ser una buena perra follando!

Mientras su boca recorría mi cuello creí que no era real lo que estaba pasando y dejé que hiciese hasta reaccionar, pero no me dio tiempo. Sus manos desabrocharon mi pantalón y los bajaron sin apenar darme cuenta sintiendo como sus dedos lubricaban mi ano.
La situación me impedía hablar por el sobresalto de sentir como entraba su verga, solo pude limitarme a disfrutarlo inmóvil mientras sus manos me masturbaban torpemente.

- ¡Dios! Sabía que tenías un culo rico. Decía mientras iba bombeándome cada vez mas violento.

Se corrió de una mientras sus manos se preparaban en mi entrepierna para recibir mi esperma alborotado por tanto placer inesperado. No aguanté mucho mas, mis rodillas flaquearon en el mismo momento que con su verga aún dentro de mi sentí que me corría en sus manos a la vez que al oído su voz me animaba a eyacular.

- ¡Me has cogido a traición! Dije con una sonrisa permanente en mi cara.
- ¿Pero te gusto? Mi amante pedía mi aprobación sin saber que sólo una mirada suya bastaba para encender mi pasión.
- ¿Y a ti? Me puse enigmático.
- Claro que me ha gustado, me encanta meterla por detrás.
- ¿Y nada más?
- Es cuestión de quitarme los prejuicios, pero por ahora todavía los tengo.

No sé que prejuicios podría tener después de haberme empalado contra la pared, pero seguí mi instinto y no insistí mas sobre el tema, imaginaba que abría oportunidad de ir descubriéndolo pero por ahora me conformé con ser su pequeño desliz temporalmente, después ya veríamos.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

El verdadero amor nunca se apaga

martes, 15 de abril de 2014 | 6 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Marcos y yo éramos lo que se conoce como “uña y carne” desde que nacimos  pues vivíamos puerta con puerta y pasamos la infancia sin separarnos ni un solo día.
A la misma escuela, a la misma clase, los mismos amigos, nos pelábamos mil veces y al rato ya no había pasado nada. Verdaderamente nos adorábamos.

En la adolescencia seguíamos juntos en cualquier actividad que nuestros padres nos permitían hacer, inglés, natación, fútbol, cine, dibujo… Todo era con el y no entendía que pudiese hacer algo solo si lo podría hacer con mi primo.

El despertar sexual igualmente fue con el y los diferentes juegos de adolescencia del toqueteo, a ver quien la tiene más grande, a ver quien tiene más vello, hasta que empezamos a tocarnos para apagar nuestra necesidad sexual tan brutal a esa edad.

Marcos se encariño mucho con Mónica, una chica de nuestra pandilla que le quitaba ya de pasar tiempo conmigo, lo que me dejó en un mundo desconocido que me permitió conocerme y empezar a preguntarme porqué lo echaba tanto de menos, y mas importante, porque a mi no me atraían las chicas como a él.
A pesar del distanciamiento nos seguíamos viendo a solas para nuestros cada vez menos inocentes juegos que yo cada día disfrutaba mas pidiéndole hacer otras cosas que “nos darían mas gusto”.
A los 16 años en una de esas tardes de aburrimiento que nos quedábamos solos viendo televisión comenzamos nuestros toqueteos juguetones y con su miembro en mi mano lo miré a los ojos para preguntarle si me dejaba que se la chupara como en las películas que habíamos visto con los amigos.

- ¡Eso es de putas José! Me dijo alarmado pero inmóvil.
- Probamos y si no te gusta lo dejo. Realmente tenía muchas ganas de probar la pequeña pero bonita verga de mi primo.

Su gozo fue tal que empujaba mi cabeza para que no saliera de la boca gimiendo y acariciándome metiendo sus dedos entre mi cabello. El placer que mi primo sentía me ponía cada vez más cachondo queriendo levantar la cabeza para verle la cara pero no me dejaba, seguramente le daba vergüenza ver lo que estaba disfrutando con un hombre y su educación conservadora no se lo permitía.

- Ufff, eso si ha estado bueno José. Tuve que parar porque ya me dolía la mandíbula y de los propios nervios cuando haces algo por primera vez mi primo no se corría.
- Tenemos que probar mas cosas Marcos, se pasa muy bien. Yo parecía experimentado en cuestión de sexo respecto a él, pero mi única diferencia con mi primo es que ya empezaba a ver a escondidas películas porno gay en un canal de la televisión por cable que mis padres no sabían ni que existía.

Terminamos en el instituto con altas notas los dos, Marcos ya tenía una relación más que formal con Mónica, la cual era una mas de la familia, y yo ya había aceptado mi homosexualidad totalmente, aunque sólo me atreví a confesárselo a mi primo cuando tuve la certeza y mi propia aceptación.
Decidí no ir a la universidad para entrar en la escuela de arte dramático de mi ciudad, la actuación siempre me fascinaba y pretendía ganarme la vida como actor de teatro. Mi primo no quiso seguir estudiando para entrar a la empresa que mi tío regentaba de muebles de oficina para empezar a tomar las riendas de ella e ir sustituyendo a su padre.
Fue la discusión mas grande que tuvimos nunca, me dolía que no siguiese estudiando una carrera teniendo la posibilidad, pues era un buen estudiante y desde luego mi mayor apoyo para sacarme el bachiller con las notas que lo terminé.

Más de tres meses estuvimos sin apenas vernos por la discusión y se me hicieron eternos hasta que en un bautizo nos juntamos de nuevo como si no hubiese pasado nada. Nos pasamos toda la celebración hablando como si no existiese nadie, parecía que habían pasado años y necesitábamos contarnos esos tres meses de vida perdida separados.
Marcos ya tenía coche y nos fuimos de copas a seguir nuestra recuperada vida a un local gay que yo empezaba a frecuentar, a mi primo no le importó, quería estar conmigo donde fuese.

- Te he echado de menos “enano”. Con su mano sobre mi hombro sus palabras sonaban muy sinceras.
- Y yo a ti “retrasado”. Jamás nos llamábamos por nuestros nombres.
- Hay que recuperar el tiempo perdido. Dijo empinando su ron con cola perdiendo su mirada en el fondo del vaso.

Sonreí cómplicemente pues sabía a que se refería y estuve tentado a preguntar por Mónica pero no quise estropear el momento por si se echaba a perder el rato que tanto ansiaba.

Aparcó en las orillas del río donde un paseo daba a un jardín solitario totalmente oscuro y desierto. Eran las 02:30 de la mañana y paseando no éramos conscientes del peligro que podíamos pasar en aquel lugar tan deshabitado, sólo pensábamos en nosotros y en recuperar el tiempo que habíamos estado separados.

- Marcos, quiero que seas tú quien me penetre la primera vez. Quiero probarlo. Cuando le llamaba por su nombre se ponía en alerta pues sabía que sería algo importante.
- ¿Todavía no lo has hecho? Se sorprendió.
- No, yo si he penetrado pero que me lo hagan a mi me da miedo y quiero que sea con alguien al que le tenga confianza. Le supliqué.

Nos abrazamos antes de llegar al jardín, estábamos deseándolo los dos desde que nos vimos en la celebración y besó mi cabeza en signo de protección.
Sentados en uno de los bancos no paramos de besarnos un buen rato mientras nuestras manos no podían estar quietas tocándonos cuando me senté de espaldas encima de el frotándome contra su miembro mientras mi cuello se retorcía para poder seguir besándolo.
Sus manos bajaron mi pantalón sólo lo necesario para dejar mi trasero al descubierto mientras su lengua seguía navegando en mi boca. Con el dedo fue lubricando delicadamente el orificio mientras ya notaba el rozar de su glande.

- Tienes que relajarte si no va a ser imposible. Me fue dirigiendo como experto, aunque sabía que no lo era.

El dolor fue mi intenso pero no estaba dispuesto a dejar que malograra lo que tanto deseaba y apretando los dientes aguanté el envite hasta llegar al fondo para oír a Marcos gemir de satisfacción mientras sus brazos rodeaban mi cintura y me apretaban junto a el.
Mis movimientos estaban limitados por el dolor que sentía cuando mi primo gimió junto a mi oído y supe que se estaba corriendo.
Es difícil explicar con palabras el escalofrío que me recorrió por todo el cuerpo en ese momento,  sólo se que no me dio tiempo a sacar mi verga del pantalón y eyaculé sin pensarlo dejando una muy llamativa mancha en mis pantalones.

Pasaron los años y nosotros seguíamos viéndonos contadas veces con la excusa de ver partidos de fútbol en televisión, todos terminaban igual, sexo, sexo y mas sexo, hasta que en un encuentro Marcos después de disfrutar tanto como yo soltó la bomba:

- Mónica y yo nos casamos para final de año. Eres al primero que se lo digo, que no se te escape que todavía no lo he dicho a nadie.
- ¿Cómo? ¿Marcos lo has pensado bien?, sólo tienes 22 años, toda la vida por delante. Como siempre dije lo primero que me vino a la mente sin pensar que a mi primo no le sentaría bien.
- José, llevo 9 años con ella, tengo casa, trabajo estable, gano un buen sueldo, ¿a que debo esperar? Se le notaba molesto.
- Pues no se… quizás a tener claros tus sentimientos respecto al sexo. Lo que hacemos cuando nos juntamos no es precisamente rezar.
- Mira José, esto lo hago sólo contigo, no me atraen los hombres, nunca he estado con ninguno, contigo es diferente. Sus explicaciones no me convencían pero tenía que respetarlo.

La última noche antes de su boda Marcos se le notaba distante, como en otro mundo, le ayudé en todo lo que pude, compramos el traje, fuimos mil veces a arreglarlo, a cambiar el chaleco porque no nos convencía a ninguno, organizamos toda la celebración, los invitados… pero mi primo estaba en un paralelo desconocido. Mis esperanzas se alimentaban cada día mas para que se arrepintiese de la decisión que a todas luces yo creía que era equivocada.

- Esta noche voy para tu casa y cenamos, yo llevo la cena, no hagas nada. Marcos aterrizó en nuestro mundo en el momento que me despedí hasta el día siguiente para la boda.

Llegó con comida china y una cara blanca de asustado preocupante, lo achaqué a los nervios de la boda y no hice mucho caso, sólo le invité a que se sentara mientras yo preparaba la mesa.

- ¿Estás bien? ¿La boda asusta verdad? Mi comentario sólo le provocó levantar la mirada con una pequeña sonrisa.

Se levantó y sin dejarme poner los platos en la mesa me abrazó tan fuerte que mi pecho explotaba cuando vi correr las lágrimas por su rostro. Le limpié su llanto besándolo en los ojos intentando tranquilizarlo cuando su boca se dirigió a la mía fundiéndose en un beso abrasador. Me llevó hacia la cama sin parar de besarme ansiosamente hasta llegar y una vez allí me miró a los ojos con una mirada de ternura que lo decía todo me pidió que lo penetrase.

- ¿Marcos estas seguro?
- Por favor, necesito dártelo como despedida. Su voz quebrada me dejó sin habla.

Tendido en la cama bocabajo y conmigo encima mi primo no dejaba de acariciar mi nuca mientras iba lentamente entrando en él todo lo suave que podía, fue algo tan hermoso que no me atrevo a expresarlo de una forma sexual.
Después de haber pasado posiblemente el mejor encuentro sexual de mi vida mi primo y yo, mas tranquilos ya, cenamos recordando toda nuestra amistad desde la infancia, parecía que no nos íbamos a volver a ver, me parecía algo exagerado, no creía que porque se casara dejáramos de vernos y mas viviendo casi al lado, pero mi primo si pensaba que ya se terminarían todos nuestros encuentros en el momento que contrajera matrimonio.

Efectivamente nunca dejamos de vernos, seguimos con nuestros encuentros para ver el “fútbol por televisión” durante toda la vida, soy el padrino de sus dos hermosos hijos, tuve dos parejas estables e innumerables aventuras sexuales y ahora a mis 57 años, sentado en este banco de esta odiosa iglesia donde me obligaron venir para recordar el primer aniversario de la muerte de Marcos por ese maldito cáncer de piel, no puedo mas que reconocer que mi primo fue mi gran amor.

- ¿José te llevamos a casa? Mónica se ofreció cortésmente.
- No mi amor, gracias. No voy para la casa.

Me iba al cementerio a hablar con mi primo como todas las tardes…

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Gracias a mi uniforme

domingo, 13 de abril de 2014 | 1 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Nunca me había gustado hacer autostop pero la economía mandaba, un billete de autobús de Almería a Málaga me rompía el presupuesto y me acostumbre a tomar la orilla de la vía con los compañeros cada vez que me daban un permiso de fin de semana.
En la salida de Viator nos juntábamos fácilmente unos 40 militares, vestidos con nuestro traje de bonito, con los más diversos destinos.

Estaba prohibido que hiciésemos autostop pero la policía militar era comprensiva y de todas las veces que yo hice jamás detuvo a ninguno de los muchachos, además la situación en la que nos poníamos tenía una buena visión para ver si venían y dar la voz de alarma para esconderse mientras pasaban.

Ya habían chicos que tenían sus coches fichados y les paraban pues ya conocían a los chóferes de anteriores veces, no era mi caso, era la segunda o tercera vez que lo hacía y para mi era una autentica aventura ver con quien caía.

- ¿Para dónde vais?
- Granada, Baza, Almería y yo para Málaga. Por afinidad de camino siempre nos juntábamos unos tres o cuatro para coger el mismo coche.
- Subid, que yo voy para Sevilla, al menos un buen tramo lo hago acompañado. Me llamo Sebas.

Sebastián era un maduro interesante realmente, sus 60 años no se los quitaba nadie, pero el hombre se veía muy bien cuidado y sobre todo educado. Fue muy familiar durante todo el viaje contándonos las historias de su servicio militar en Melilla lo que nos hizo pasar el trayecto bastante ameno entre risas, tenía algo que me lo hacía atractivo, quizás sería su barriga no muy prominente o casi mas seguro era su carácter bonachón y dicharachero lo que empezaba a gustarme.

El segundo de los compañeros se quedó en Baza, el primero ya había desembarcado en Almería, apenas 15 minutos después de salir de Viator y todavía quedaban como una hora y media hasta Granada donde se bajaría el tercer acompañante.
Paramos a comer en una venta de camioneros en el Puerto de la Mora un exquisito guiso de la zona que devoramos pues desde la mañana temprano no habíamos probado bocado.
Invitamos al señor en agradecimiento al habernos llevado y en los baños nos remojamos para continuar el viaje. Nuestro compañero de viaje ya había salido hacia el coche cuando Sebas se entretuvo a orinar en los cochambrosos urinarios de pie mientras yo seguía intentando arreglar el desastre de corte de pelo que me habían hecho en el cuartel.

- ¡Mea ahora que ya no paramos! Nuestro chofer avisaba de que ya hacíamos el viaje de una, era cuestión de hacerle caso.

Me coloqué a su lado aunque no tenía muchas ganas de orinar y al ver lo que tardaba dirigió su mirada hacia mí, creo que pensó que le estaba jugando pues miró hacia la puerta para asegurarse que no había nadie para repasarme de arriba abajo.

- ¿Necesitas ayuda?
- No hombre, es que no tengo muchas ganas todavía. Su mirada se dirigía directamente hacia mi miembro.
- Menéatela un poco, a mi así me entran ganas de orinar rápidamente.

¡Se encendió la mecha! pensé, y con toda la paciencia que pude empecé a masturbar suavemente mi miembro asegurándome de que pudiese verlo bien sin apenas esfuerzo. Efectivamente no dejaba de mirar mi mano sin parar de comprobar que por la puerta no entraba nadie hasta que al fin comencé a orinar.

- ¡Santo remedio! Riéndose y sin dejar de mirar mi verga Sebas se dio por satisfecho.

Me senté delante acompañando a nuestro amigo porque ya el último de mis compañeros se quedaba en Huertor-Santillana, apenas a unos kilómetros bajando el puerto y a mi aún me quedaban un par de horas de viaje sólo con Sebas.
Mientras hablaba de cualquier cosa mundana observé que paraba de echarle miradas a mi paquete a lo que yo le correspondía con un ligero magreo para recolocármelo, el pantalón militar era ancho, pero de una tela regia que ya molestaba por las horas de viaje.

Ya pasamos Granada y habíamos dejado al último viajero cuando Sebas comenzó a subir el nivel de las conversaciones que terminaban todo en lo mismo. Las orgías que hacían en la mili con todos los compañeros, las salidas de putas, los encuentros en los baños públicos en Melilla…
Claramente estaba provocando la situación pero no se atrevía a ir mas allá, mi cansancio no me acompañaba y realmente no tenía muchas ganas de seguirle la conversación.

- Seguro que en el cuartel hacéis de todo. Tanto joven con la testosterona por las nubes…
- Se hace lo que se puede jefe. Asentí sin mucho interés.
- Con el pollón que tienes seguro que eres de los que mas triunfa. Dejó caer ya dando un paso más.

La conversación se quedó en el aire por mi apatía, el viaje y el estar recién almorzado me tenía en una soñolencia pesada e intenté recostarme hacia atrás pero el asiento se resistía. Sebas metió la mano debajo del asiento para indicarme el funcionamiento con el consiguiente peligro por lo que me alarmé gritándole; yo lo hago Sebas, tu conduce.

Estuve como unos veinte minutos echando un sueñecito reparador que me vino bastante bien para despertar con mejores ánimos. Sebas aprovechando mi sueño estuvo acariciando mi verga mientras dormía, aunque mi dormir no era profundo y me estaba enterando de todo, pero ni quise despertar, se sentían ricas sus caricias y disimuladamente iba acomodándome mejor para que estuviese cómodo mientras me tocaba.
Cuando desperté definitivamente su mano intentaba abrir mi bragueta pero se le resistía y directamente mi mano la abrió sacando toda mi erección al aire.
La mirada que Sebas me dirigió tenía esa mezcla de ansiedad con nervios que tan cachondo me ponía cuando empiezas con los juegos sexuales antes del propio sexo, daba gozo verlo.

- ¡Que polla tan bonita! Su mano abarcaba todo mi miembro frotándolo suavemente.
- La tuya también tiene que ser buena, tienes buen paquete. Me había fijado mientras conducía y parecía ser bastante apetitoso.
- ¿Quieres tocármela? Estoy super caliente ya...

Realmente estaba que explotaba, su erección era enorme y no pude reprimirme en bajarle la bragueta y sacarla al descubierto. Una verga perfecta con un glande que me llamaba sin remisión. A pesar de ir conduciendo, Sebas se retiró un poco hacia atrás para facilitarme el meterla en mi boca, pero su pequeña barriga molestaba en mi empeño, aunque pude realmente disfrutarla medianamente.

- ¿Paramos por aquí que hay campo y nos corremos? Entre suspiros acertó a componer la frase.

En un pequeño camino a la derecha aparcó y bajamos, caminando me di cuenta de la recia espalda de mi acompañante que remataba en un trasero que no pude evitar agarrar mientras juntos buscábamos un sitio medio escondido.
Me senté justo detrás del tronco de un árbol que proporcionaba un buen escondite al lado de una pequeña acequia que no llevaba ni una gota de agua.
Sebas, tendido en el suelo sobre mi entrepierna no dejaba de besar mi glande mientras me masturbaba con movimientos cada vez mas rápidos que estaban provocando un placer que hacía tiempo no sentía.

- Tranquilo que me corro enseguida. Le advertí.
- No, espera. Toma un condón y fóllame, pero no te quites la ropa. Quiero probar esa verga en mi culo. El brillo de sus ojos era muy atrayente.

De pié y apoyado en el tronco me ofreció ese trasero voluminoso blanco y muy bien parado mientras se lo lubricaba con un poco de saliva.
Cada vez que mi polla irrumpía hasta dentro mis manos presionaban sus pezones haciéndole gritar por el placer.

- ¡Sigue, no pares, no pares ahora! ¡Me estoy corriendo! ¡No pares de follarme!

Mis envites cada vez más fuertes hicieron que Sebas se corriera y descansara su cabeza en mi hombro quedándose inmóvil por un momento.

- Yo no me he corrido todavía, ¿quieres que siga? Le pregunté con dulzura.
- Siéntate que te lo hago con la boca. Me duele el trasero, eres muy animal y hacía mucho tiempo que no me follaban. Dijo sonriendo y tocándose las nalgas.

Su boca se estaba explayando con mis 18cm y la presión de mis huevos dentro de los pantalones provocó una corrida bastante explosiva que atragantó a mi amante, pero no la sacó de su boca. La limpió con mucha dulzura relamiéndose sus escasos labios y tragando todo mi esperma intentó besarme pero no se lo permití.

- Disculpa, no me gusta besar. Eso es muy personal y esto sólo ha sido puro sexo.

El viaje continuó muy distendido durante la hora y media que quedaba contándome de alguna experiencia que tuvo con más militares que al igual que yo hacíamos autostop en la orilla de la vía.

- Ya tienes experiencia con esto entonces… Dije conforme.
- Sí, pero ya hacía mucho tiempo que no viajaba, se me estaba olvidando.
- Dónde nos recogiste hay todos los fines de semana militares haciendo autostop y te puedo asegurar que a muchos les va este rollo. Le informé.

Mi llegada a Málaga ya casi anocheciendo se retrasó una hora pero no me importó, siempre había fantaseado con hacerlo con alguien con uniforme y resulta que esta vez el motivo del morbo era yo.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

 
Copyright © -2012 Relatos Gay de Paca Oros All Rights Reserved | Template Design by Favorite Blogger Templates | Blogger Tips and Tricks