¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!: Reencuentro con mi amor adolescente
Corría el año 2004 cuando ya mi cuerpo empezaba a mostrar unas formas bien definidas y en el gym era uno de los fijos todas las tardes, necesitaba mi dosis de ejercicio diario para estar a gusto conmigo mismo. Me creé la obligación un año antes al aceptar al fin que mi relación estaba rota totalmente con mi ex, una relación demoníaca los últimos tiempos, que me amargaba mas que disfrutar de ella.
Cuando tu pareja decide que le apetece salir con amigos antes de estar contigo fue la primera señal... no lo entendía, ¿como era posible que te apetezca irte de copas con amigos antes de que salgamos los dos juntos?, me lo preguntaba una y otra vez hasta que acepté que todo se había terminado, no estábamos en la misma onda. La decisión llegó traumáticamente, porque cuando le dije que quería dejarlo él me confesó que llevaba tiempo habiéndolo dejado... un flash para mi ego!.
Las tardes en el ginmasio me ayudaron a entretenerme viendo esos cuerpos perfectos, creyendo que tenía alguna posibilidad de comerme alguno pasé varios meses sin faltar ni un sólo día, pero en esa ilusión fue pasando el tiempo sin darme cuenta y poco a poco borrando mi maltrecho recuerdo fui formando una musculatura propia de los que a mi al principio de llegar al gym me fascinaban.
Jamás tuve ni una sola posibilidad con esos "mastodontes" que tanto me gustaban, pero mi regularidad y afinidad con ellos iba en aumento. Realizábamos los ejercicios juntos, pues aceptaron que era uno mas del grupo y al final conseguimos reunir una buena "banda" de amigos que empezamos a contarnos intimidades. Por supuesto desde el principio dejé claro que era homosexual, lo que a alguno de ellos les importó mas de lo que creía y se separaron sutilmente de mi compañía, cerrando el grupo a unos seis o siete individuos que nos hicimos inseparables en nuestras rutinas diarias de ejercicios.
Pablo se disculpó por no poder realizar con nosotros los ejercicios esa tarde, había convencido a su tío a entrar al gym y quería guiarlo en sus primeras rutinas.
- Este es mi tío Enrique chicos, y ella es su hija, mi prima Letizia. Pablo con verdadero orgullo nos presentó cortesmente antes de dedicarse por completo a ellos.
Enrique me causó impacto con su cara de rasgos duros y una perilla adornando los contornos de sus labios verdaderamente apetitoso, a pesar de sus mas de 50 años se veía muy bien cuidado y mantenido, ¡un verdadero hombre!. Ni que decir tiene que intenté acercarme a el mil y una vez para guiarlo en sus ejercicios, intentando entablar conversación, aunque era demasiado introvertido, lo que me exasperaba.
- ¿Tu tío es demasiado callado no? Le pregunté en un momento en que Pablo y yo realizábamos unos ejercicios independientemente de los demás.
- Es un poco raro, siempre lo ha sido, sin embargo mi prima es un loro, no para de hablar, me tiene cansado. Dijo con una sonrisa de compasión.
Fueron pasando los meses hasta que Enrique parecía estar mas cómodo con nosotros, aunque seguía sin hablar mucho, sólo ese último día antes de empezar la Semana Santa nos dijo que salía en una de las procesiones mas famosas de mi ciudad. El viernes santo en la mañana se enfundaría su túnica morada para cargar el paso de la "Oración del Huerto".
Mi afición a la fotografía hizo el resto. Me levanté ese viernes a las 5 de la mañana para coger un buen puesto en primera fila para ver la procesión con mi cámara de fotos, imaginármelo vestido de nazareno me ponía bastante cachondo... hasta que llegó en su turno cargando el trono repleto de sudor que aliviaba con un pañuelo antiguo que revestía su cabeza en forma de albañil.
Mis dedos no pararon de apretar el botón de la cámara una y otra vez asegurándome de sacarle una buena toma para tener una excusa de intimar mas con él. Tenía la intención de regalarle una foto a tamaño 60x45 impresa en papel pluma o pvc. Seguro sería un buen primer paso para acercarme a el.
Una vez pasada la Semana Santa volvimos regularmente al gimnasio y la maravillosa foto que le tome a Enrique iba en el maletero de mi coche para regalarsela. Pero "mi gozo en un pozo", Enrique no llegaba despues de las vacaciones a seguir con sus ejercicios. Pablo no sabía nada de su tío... "tendrá mucho curro y no tiene ganas de venir seguramente", me dijo desilusionado de ver que no enganchó a su tío para hacer deporte como el quería.
Fue en esos días cuando Pablo me contó toda la historia de Enrique. Estaba viudo, pues su tía murió hacía unos 10 años por un accidente doméstico y él quedó con la hija de 7 años totalmente traumado, según él.
- Pasó una racha muy mala, todo el mundo decía que era la depresión, pero creo que una depresión no dura tanto, siempre ha sido raro realmente, con la familia nunca era muy abierto. Pablo mostró sus dudas.
- ¿Y que crees que es Pablo? Le interrogué.
- Pues mira, la verdad es que creo que no soportaba a mi tía ni a la familia, aparte siempre he creído que tenía muchos "rollitos" fuera de su matrimonio, no se, a mi siempre me ha dado esa impresión. Además aunque parezca tan tosco y seco es una persona muy sensible. Yo he hablado con el muchas veces de cosas que jamás hablaría con mis padres y no aparenta nada de lo que se ve en el exterior. Es el único de mis tíos que me ha llevado a un museo, a una exposición, al teatro. Pablo hablaba con verdadero fervor sobre su tío. Y estoy convencido que casi todos los amigos que nos acompañaban eran gays. Apuntó como información valiosa para mí, lo que me hizo esbozar una pequeña sonrisa de sorpresa, aunque realmente era de esperanza.
- Entonces le va a encantar la foto que le hice en viernes santo cargando el trono.
- No jodas! dejame verla. Me apremió a enseñársela.
La cara de sorpresa de Pablo al ver la foto era un poema, creo que hasta se emocionó.
- ¡No sabía que eras tan buen fotógrafo! Te aseguro que le va a encantar. Vamos luego a su casa y se la das. Pablo parecía impaciente por que su tío viese el retrato.
- Me da vergüenza Pablo, no tengo mucha confianza con tu tío y parece que voy buscando algo regalandole esto. Quería parecer recatado cuando jamás lo he sido. Realmente estaba deseando ir a verlo.
Sin hacer caso a mi comentario Pablo buscó en su bolsa de cintura el celular para acto seguido llamar a su tío. Nos espera a las 9 en su casa, apúrate con los ejercicios y vamos.
La casa de Enrique comprendía una pequeña construcción en plena huerta con un porche encantador para el verano, donde ya tenía preparado una pequeña mesa con algo de picar. La decoración del interior de la casa demostraba la mano de alguien con conocimientos en decoración, pues a pesar de la pequeñez estaban todos los espacios muy bien aprovechados. Sobre todo una barra americana encantadora con tres taburetes altos que daba hacia la encimera, donde podrías tomar algo mientras alguien cocinaba.
- Enrique esto es lo que quería traerte, le dije enseñándole la imagen impresa. Te vi en la procesión y te tomé algunas fotos.
Su cara de agradecimiento me enterneció y con un abrazo respetuoso despertó una química que hasta su propio sobrino lo notó.
- Muchísimas gracias, está genial. Voy a ponerla al lado de la barra, la enmarco mañana y la pongo. Me gusta muchísimo, no tenía ninguna foto cargando el trono.
Pablo riéndose no paraba de mirarme apuntándome con la mirada que "ya te lo había dicho, le iba a encantar".
Un par de cervezas con queso, jamón y aceitunas mientras la conversación entre los tres no paraba... el tema fotográfico dio para mucha conversación hasta que Pablo me apremió para irnos. Tenía que trabajar e íbamos en su coche.
- Fran quedate si no tienes prisa y nos terminamos las cervezas que me quedan, tengo que ir de todas formas al centro. Enrique sin ninguna pretensión aparente me ofreció seguir la conversación.
Ya solos, la conversación fotográfica seguía y seguía, pero las cervezas me iban haciendo efecto. Mis ojos no podían dejar de mirar ese paquete que sobresalía en su pantaloneta deportiva amarilla, se notaba prieto y abundante. No se si de dio cuenta de mis miradas porque el seguía ensimismado en la conversación y sin parar de abrir "quinto" tras "quinto" de cerveza en cuanto veía que la mía se iba terminando.
- ¿Nos terminamos las últimas en la barra, que fuera ya va haciendo fresco? Enrique ya iba recogiendo las botellas dando por echo que estaría de acuerdo.
Sentados uno frente al otro en la barra americana en esas sillas altas que impedían que mis pies tocaran el suelo saqué la conversación del porque dejó de ir al gym.
- ¿Es que me hace falta? Dijo con una sonrisa pícara...
- Ja ja ja, no hombre, es que es una pena que ya que empezaste lo dejaras.
- Soy muy impaciente y los dos meses que estuve no vi muchos resultados, ya después de las vacaciones no tuve ánimos para volver, mi hija si va y no para de decirme, pero realmente me engandulé. Tampoco creo que necesite mucho el gimnasio, creo que me conservo bien y juego todos los fines de semana baloncesto con los amigos, aparte de vez en cuando me voy de caminatas largas con un grupo de trekking. Lo del gimnasio era mas por estar ocupado que otra cosa. A ti si se te nota que llevas bastante tiempo yendo, se te nota bastante fuerte.
- Llevo ya mas de un año la verdad, y voy casi todos los días, empecé también como una forma de mantenerme ocupado por las tardes y ahora no puedo dejarlo, el día que fallo me odio por eso. Creo que se llama síndrome de abstinencia.
Notaba que mientras hablaba su mano me tocaba el muslo comprobando la dureza de mis músculos a lo que reaccioné ofreciéndole mi aprobación e invitándole a seguir.
- ¡Verdad que da envidia tener unos muslos así!. Comentó mientras un pequeña sonrisa se esbozaba en su cara notando como se movía una reacción bajo mi pantalón.
Cambió de conversación al notarme incomodo por la sorpresa, pero al bajar una botella de tequila y prepararlos con limón y sal volvimos al tema de lo bien trabajado que lucía mi cuerpo. Y ya me propuse no sorprenderme, estaba claro que estaba empezando el cortejo y no pensaba desperdiciarlo.
El primer tequila entró como fuego por la garganta, el limón alivió un poco mi mirada cuando observe que se acercaba hacia mi y cogiendo mi cabeza me la tambaleó riendose.
- Es para que se te vaya el primer trago rápido, y diciéndomelo se fue acercando directamente a mis labios para estamparme un beso con sabor a licor que me mareó.
- Ven, ponte de pie junto a mi, que el segundo tequila siempre sabe mejor.
Poniéndome en pie entre sus piernas sus manos me dirigieron a colocarme de espaldas apoyando mis nalgas en su paquete que ya se notaba despierto. El segundo trago reconozco que me supo mejor, sobre todo porque con una dulzura innata me lo dio a tomar sin yo mover las manos.
Enrique puso la sal en mi nuca para tomarse el suyo, el roce de sus labios en mi nuca mientras su lengua jugaba para retirar la sal me hizo ver las estrellas, sobre todo al ver como sus manos entraban bajo mi pantalón cogiendo mi verga con ansiedad y empujándome hacia el.
No desaproveché la oportunidad de mover mi culo sintiendo el roce de ese paquete que ya lucía completamente erecto, a la vez que su boca ya recorría mi cuello desesperado por sentir esos expertos labios.
No hubo mucha espera, una de sus manos recorrió bajo mi pantalón saboreando mis nalgas y buscando un agujero que estaba dispuesto a todo, mientras con mi mano en la espalda bajaba su pantalón indicandole que estaba impaciente por sentirlo dentro de mi.
De pie fui bombeando con movimientos delicados disfrutando el momento, estaba tan retorcido ofreciéndole mis labios de nuevo que el dolor empezaba a ser insufrible, pero no importó, no pensaba dejar de disfrutar a ese hombre hasta el final.
- Muévete así, despacito. Su voz en mi oído sonaba a gloria con sus manos aprisionandome para no salir de mi.
El placer hizo que me corriese en su mano mientras continuaba enculandome ya mas violentamente y abrazándome por el pecho noté come su esperma inundaba mi trasero que no paraba de moverse para disfrutar esa verga dentro mi.
- No le dirás nada a Pablo, el sospecha algo, pero no quiero habladurías con la familia. Quédate a dormir y mañana te llevo a recoger tu coche. Enrique no perdió el tiempo.
- Por supuesto, será un placer repetirlo de nuevo, ¿porque vamos a repetir en la cama verdad?
Su sonrisa lo decía todo y dándome un beso cariñosamente me dijo al oído: "Esa poya que gastas la quiero dentro de todos mis agujeros"
Jamás tuve ni una sola posibilidad con esos "mastodontes" que tanto me gustaban, pero mi regularidad y afinidad con ellos iba en aumento. Realizábamos los ejercicios juntos, pues aceptaron que era uno mas del grupo y al final conseguimos reunir una buena "banda" de amigos que empezamos a contarnos intimidades. Por supuesto desde el principio dejé claro que era homosexual, lo que a alguno de ellos les importó mas de lo que creía y se separaron sutilmente de mi compañía, cerrando el grupo a unos seis o siete individuos que nos hicimos inseparables en nuestras rutinas diarias de ejercicios.
Pablo se disculpó por no poder realizar con nosotros los ejercicios esa tarde, había convencido a su tío a entrar al gym y quería guiarlo en sus primeras rutinas.
- Este es mi tío Enrique chicos, y ella es su hija, mi prima Letizia. Pablo con verdadero orgullo nos presentó cortesmente antes de dedicarse por completo a ellos.
Enrique me causó impacto con su cara de rasgos duros y una perilla adornando los contornos de sus labios verdaderamente apetitoso, a pesar de sus mas de 50 años se veía muy bien cuidado y mantenido, ¡un verdadero hombre!. Ni que decir tiene que intenté acercarme a el mil y una vez para guiarlo en sus ejercicios, intentando entablar conversación, aunque era demasiado introvertido, lo que me exasperaba.
- ¿Tu tío es demasiado callado no? Le pregunté en un momento en que Pablo y yo realizábamos unos ejercicios independientemente de los demás.
- Es un poco raro, siempre lo ha sido, sin embargo mi prima es un loro, no para de hablar, me tiene cansado. Dijo con una sonrisa de compasión.
Fueron pasando los meses hasta que Enrique parecía estar mas cómodo con nosotros, aunque seguía sin hablar mucho, sólo ese último día antes de empezar la Semana Santa nos dijo que salía en una de las procesiones mas famosas de mi ciudad. El viernes santo en la mañana se enfundaría su túnica morada para cargar el paso de la "Oración del Huerto".
Mi afición a la fotografía hizo el resto. Me levanté ese viernes a las 5 de la mañana para coger un buen puesto en primera fila para ver la procesión con mi cámara de fotos, imaginármelo vestido de nazareno me ponía bastante cachondo... hasta que llegó en su turno cargando el trono repleto de sudor que aliviaba con un pañuelo antiguo que revestía su cabeza en forma de albañil.
Mis dedos no pararon de apretar el botón de la cámara una y otra vez asegurándome de sacarle una buena toma para tener una excusa de intimar mas con él. Tenía la intención de regalarle una foto a tamaño 60x45 impresa en papel pluma o pvc. Seguro sería un buen primer paso para acercarme a el.
Una vez pasada la Semana Santa volvimos regularmente al gimnasio y la maravillosa foto que le tome a Enrique iba en el maletero de mi coche para regalarsela. Pero "mi gozo en un pozo", Enrique no llegaba despues de las vacaciones a seguir con sus ejercicios. Pablo no sabía nada de su tío... "tendrá mucho curro y no tiene ganas de venir seguramente", me dijo desilusionado de ver que no enganchó a su tío para hacer deporte como el quería.
Fue en esos días cuando Pablo me contó toda la historia de Enrique. Estaba viudo, pues su tía murió hacía unos 10 años por un accidente doméstico y él quedó con la hija de 7 años totalmente traumado, según él.
- Pasó una racha muy mala, todo el mundo decía que era la depresión, pero creo que una depresión no dura tanto, siempre ha sido raro realmente, con la familia nunca era muy abierto. Pablo mostró sus dudas.
- ¿Y que crees que es Pablo? Le interrogué.
- Pues mira, la verdad es que creo que no soportaba a mi tía ni a la familia, aparte siempre he creído que tenía muchos "rollitos" fuera de su matrimonio, no se, a mi siempre me ha dado esa impresión. Además aunque parezca tan tosco y seco es una persona muy sensible. Yo he hablado con el muchas veces de cosas que jamás hablaría con mis padres y no aparenta nada de lo que se ve en el exterior. Es el único de mis tíos que me ha llevado a un museo, a una exposición, al teatro. Pablo hablaba con verdadero fervor sobre su tío. Y estoy convencido que casi todos los amigos que nos acompañaban eran gays. Apuntó como información valiosa para mí, lo que me hizo esbozar una pequeña sonrisa de sorpresa, aunque realmente era de esperanza.
- Entonces le va a encantar la foto que le hice en viernes santo cargando el trono.
- No jodas! dejame verla. Me apremió a enseñársela.
La cara de sorpresa de Pablo al ver la foto era un poema, creo que hasta se emocionó.
- ¡No sabía que eras tan buen fotógrafo! Te aseguro que le va a encantar. Vamos luego a su casa y se la das. Pablo parecía impaciente por que su tío viese el retrato.
- Me da vergüenza Pablo, no tengo mucha confianza con tu tío y parece que voy buscando algo regalandole esto. Quería parecer recatado cuando jamás lo he sido. Realmente estaba deseando ir a verlo.
Sin hacer caso a mi comentario Pablo buscó en su bolsa de cintura el celular para acto seguido llamar a su tío. Nos espera a las 9 en su casa, apúrate con los ejercicios y vamos.
La casa de Enrique comprendía una pequeña construcción en plena huerta con un porche encantador para el verano, donde ya tenía preparado una pequeña mesa con algo de picar. La decoración del interior de la casa demostraba la mano de alguien con conocimientos en decoración, pues a pesar de la pequeñez estaban todos los espacios muy bien aprovechados. Sobre todo una barra americana encantadora con tres taburetes altos que daba hacia la encimera, donde podrías tomar algo mientras alguien cocinaba.
- Enrique esto es lo que quería traerte, le dije enseñándole la imagen impresa. Te vi en la procesión y te tomé algunas fotos.
Su cara de agradecimiento me enterneció y con un abrazo respetuoso despertó una química que hasta su propio sobrino lo notó.
- Muchísimas gracias, está genial. Voy a ponerla al lado de la barra, la enmarco mañana y la pongo. Me gusta muchísimo, no tenía ninguna foto cargando el trono.
Pablo riéndose no paraba de mirarme apuntándome con la mirada que "ya te lo había dicho, le iba a encantar".
Un par de cervezas con queso, jamón y aceitunas mientras la conversación entre los tres no paraba... el tema fotográfico dio para mucha conversación hasta que Pablo me apremió para irnos. Tenía que trabajar e íbamos en su coche.
- Fran quedate si no tienes prisa y nos terminamos las cervezas que me quedan, tengo que ir de todas formas al centro. Enrique sin ninguna pretensión aparente me ofreció seguir la conversación.
Ya solos, la conversación fotográfica seguía y seguía, pero las cervezas me iban haciendo efecto. Mis ojos no podían dejar de mirar ese paquete que sobresalía en su pantaloneta deportiva amarilla, se notaba prieto y abundante. No se si de dio cuenta de mis miradas porque el seguía ensimismado en la conversación y sin parar de abrir "quinto" tras "quinto" de cerveza en cuanto veía que la mía se iba terminando.
- ¿Nos terminamos las últimas en la barra, que fuera ya va haciendo fresco? Enrique ya iba recogiendo las botellas dando por echo que estaría de acuerdo.
Sentados uno frente al otro en la barra americana en esas sillas altas que impedían que mis pies tocaran el suelo saqué la conversación del porque dejó de ir al gym.
- ¿Es que me hace falta? Dijo con una sonrisa pícara...
- Ja ja ja, no hombre, es que es una pena que ya que empezaste lo dejaras.
- Soy muy impaciente y los dos meses que estuve no vi muchos resultados, ya después de las vacaciones no tuve ánimos para volver, mi hija si va y no para de decirme, pero realmente me engandulé. Tampoco creo que necesite mucho el gimnasio, creo que me conservo bien y juego todos los fines de semana baloncesto con los amigos, aparte de vez en cuando me voy de caminatas largas con un grupo de trekking. Lo del gimnasio era mas por estar ocupado que otra cosa. A ti si se te nota que llevas bastante tiempo yendo, se te nota bastante fuerte.
- Llevo ya mas de un año la verdad, y voy casi todos los días, empecé también como una forma de mantenerme ocupado por las tardes y ahora no puedo dejarlo, el día que fallo me odio por eso. Creo que se llama síndrome de abstinencia.
Notaba que mientras hablaba su mano me tocaba el muslo comprobando la dureza de mis músculos a lo que reaccioné ofreciéndole mi aprobación e invitándole a seguir.
- ¡Verdad que da envidia tener unos muslos así!. Comentó mientras un pequeña sonrisa se esbozaba en su cara notando como se movía una reacción bajo mi pantalón.
Cambió de conversación al notarme incomodo por la sorpresa, pero al bajar una botella de tequila y prepararlos con limón y sal volvimos al tema de lo bien trabajado que lucía mi cuerpo. Y ya me propuse no sorprenderme, estaba claro que estaba empezando el cortejo y no pensaba desperdiciarlo.
El primer tequila entró como fuego por la garganta, el limón alivió un poco mi mirada cuando observe que se acercaba hacia mi y cogiendo mi cabeza me la tambaleó riendose.
- Es para que se te vaya el primer trago rápido, y diciéndomelo se fue acercando directamente a mis labios para estamparme un beso con sabor a licor que me mareó.
- Ven, ponte de pie junto a mi, que el segundo tequila siempre sabe mejor.
Poniéndome en pie entre sus piernas sus manos me dirigieron a colocarme de espaldas apoyando mis nalgas en su paquete que ya se notaba despierto. El segundo trago reconozco que me supo mejor, sobre todo porque con una dulzura innata me lo dio a tomar sin yo mover las manos.
Enrique puso la sal en mi nuca para tomarse el suyo, el roce de sus labios en mi nuca mientras su lengua jugaba para retirar la sal me hizo ver las estrellas, sobre todo al ver como sus manos entraban bajo mi pantalón cogiendo mi verga con ansiedad y empujándome hacia el.
No desaproveché la oportunidad de mover mi culo sintiendo el roce de ese paquete que ya lucía completamente erecto, a la vez que su boca ya recorría mi cuello desesperado por sentir esos expertos labios.
No hubo mucha espera, una de sus manos recorrió bajo mi pantalón saboreando mis nalgas y buscando un agujero que estaba dispuesto a todo, mientras con mi mano en la espalda bajaba su pantalón indicandole que estaba impaciente por sentirlo dentro de mi.
De pie fui bombeando con movimientos delicados disfrutando el momento, estaba tan retorcido ofreciéndole mis labios de nuevo que el dolor empezaba a ser insufrible, pero no importó, no pensaba dejar de disfrutar a ese hombre hasta el final.
- Muévete así, despacito. Su voz en mi oído sonaba a gloria con sus manos aprisionandome para no salir de mi.
El placer hizo que me corriese en su mano mientras continuaba enculandome ya mas violentamente y abrazándome por el pecho noté come su esperma inundaba mi trasero que no paraba de moverse para disfrutar esa verga dentro mi.
- No le dirás nada a Pablo, el sospecha algo, pero no quiero habladurías con la familia. Quédate a dormir y mañana te llevo a recoger tu coche. Enrique no perdió el tiempo.
- Por supuesto, será un placer repetirlo de nuevo, ¿porque vamos a repetir en la cama verdad?
Su sonrisa lo decía todo y dándome un beso cariñosamente me dijo al oído: "Esa poya que gastas la quiero dentro de todos mis agujeros"
¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!: Reencuentro con mi amor adolescente