Desde los 14 o 15 años sólo quería estar con él. No sabía el porqué hasta que ya fui mayor, y acepté que estaba totalmente enamorado de Raúl, compañero de natación del equipo en el que competíamos todos los fines de semana por toda la comarca catalana. Entramos a natación los dos por prescripción médica, desviación de columna, sólo en principio por hacer ejercicio regularmente durante un par de veces por semana, pero se nos daba muy bien y le ofrecieron a nuestros padres aumentar nuestra presencia de forma gratuita para entrenar con el equipo, sólo por probar unos meses.
A pesar de su robusta figura, Raúl se movía como pez en el agua en el estilo de braza. Aparentaba mas que los 13 años que reflejaba su ficha personal, de echo parecía mayor que yo, que lucía un cuerpo espigado mas propio de un nadador. Su cara transmitía bondad e inocencia, quizás esa mezcla me enamoró, pues aparentaba en primera instancia ser mucho mas seguro de sí mismo. Sólo era su apariencia.
Conectamos enseguida nada mas conocernos en la fila de la calle 2 de la piscina, y sin saber como ni porqué lo tomé como mi protegido ante el nerviosismo que mostró el primer día que se tiró a la piscina. Los demás eran alumnos del mismo colegio y se notaba entre ellos una complicidad que a mi me costó al principio para integrarme, pero ya llevaba unos meses con los mismos compañeros y tenía una confianza que me hacía ser parte de ellos.
En los entrenamientos ya integrados en el equipo siempre nos ponían en la misma calle, pues yo destacaba en el estilo de mariposa y él en braza, ambos estilos estaban relacionados en los grupos de entrenamiento, por otro lado en otras calles entrenaban los estilos de croll y espalda, donde nosotros éramos mas bien maluchos, lo que hizo que la cotidianidad del entreno creara un vinculo bastante grande entre nosotros, a pesar de la diferencia de edad, pues yo era un par de años mayor que él, lo que a esas edades es notoria la diferencia en gustos sobre todo.
Aunque yo ya empezaba a sentirme atraído por los chicos, nunca me había planteado si era homosexual o cualquier otra cosa, eran preocupaciones no me ocupaban tiempo, sólo recuerdo el bañador blanco con rayas rojas y azules que Raúl llevaba, marcando un tremendo paquete ya de chico mayor. Era hipnótico, y creo que siempre se dio cuenta que se lo miraba, pero nunca le preocupó, creo que jamás le dio importancia hasta que una vez en las duchas colectivas quedé totalmente paralizado cuando lo vi desnudo por primera vez. Tremendo paquete gastaba con un pene extremadamente gordo para su edad y unos testículos muy apetitosos que sólo me apetecía tener entre mis manos. Hasta yo pensé que no era normal que me atrajesen de esa manera, y Raúl sin ningún tipo de pudor sólo me miraba diciendo que parecía que "había visto un fantasma". Desde ese día supe que ese precioso paquete tendría que tenerlo entre mis manos y algo mas, pero pasó mucho tiempo hasta que llegó el día.
Entre juegos y tonterías de la edad buscábamos la excusa para rozarnos, lo que hacíamos muy a menudo durante los finales de las competiciones en la ducha, pero nunca pasó nada durante nuestras peleas en forma de juego. Sólo fue cuando me pidió ayuda para apoyarle en sus estudios con las matemáticas, cuando ya llevabamos conviviendo en la natación un par de años que los juegos fueron subiendo el nivel de tocamientos. Durante nuestras luchas entre estudios nos encantaba echarnos uno encima del otro para inmovilizarnos, y fue en una de ellas que me atreví a decirle "si te gano te hago lo que yo quiera", a lo que sin remilgos el aceptó. Excuso deciros que ese día me apliqué como nunca en nuestras luchas y ya inmovilizado rocé mi paquete contra el suyo, a lo que él se dejó hacer con una sonrisa cómplice, pero no pasó a mayores.
Durante el estudio después de ese descanso, ambos muy pegados el uno al otro mientras explicaba las malditas fracciones que tanto le costaban, me miró con una mirada extraña que me paralizó, creí que me iba a reclamar por hacer lo que hice, pero todo lo contrario; "se me ha empalmado con la lucha", me dijo mostrándome la erección sobre sus pantalones deportivos azules, "y a mí", solté sin ningún tipo de reparo. Seguí explicándole la tarea como si no hubiese existido esa conversación mientras su mano cogió la mía y la dirigió hacia su erección sin mirarme, y una vez en ella fue dirigiéndola acariciando su miembro con mi mano inmóvil. Sólo cuando mi mano reaccionó rodeando todo su grosor sobre el pantalón volvimos a cruzar nuestras miradas avergonzadas, pero no pensaba parar si él no me obligaba.
"Tócamela que me da mucho gusto" y siguió atento a mis explicaciones sobre fracciones mientras mi mano iba masturbándolo, Era tal la excitación que su eyaculación manchó todo el pantalón deportivo y me quedé con las ganas de meter mi mano bajo su ropa para experimentar el maravilloso tacto de su piel. Eso pasó sucesivamente en las tardes e incluso noches que iba a su casa a ayudarle con las matemáticas, en una de esas noches que me quedé a dormir en su casa fue cuando por primera vez probé con mi boca ese manjar que aún no tenía el prepucio descubierto, pero no era impedimento para nuestros silenciosas masturbaciones. Todavía recuerdo como la primera vez que jugué con mi boca en su pene me quiso retirar bruscamente la cabeza para correrse en apenas dos lamidas, pero esa esencia era para mí, y pude disfrutar toda mi boca repleta de su semen caliente mientras miraba su cara inmensa de placer.
Fue pasando el tiempo y para nosotros era normal masturbarnos cada vez que teníamos oportunidad, chupándonos y besándonos hasta eyacular uno encima del otro tocándonos sin parar. Pero llegó el final de clase y comenzaron las salidas con los grupos de amigos y los noviazgos con las chicas del grupo, lo que fue apartándonos irremediablemente, aunque yo no paraba de buscar situaciones para estar solos, pero ya no mostraba interés. Los pechos turgentes de nuestras amigas parecían llevarlo de cabeza.
Ninguno de los dos fuimos grandiosos nadadores por lo que cuando cumplí 18 entré en la universidad y me salí del equipo de natación, pues ya me quitaba mucho tiempo para mis estudios, pero Raúl siguió y no paró de criticarme por haberme dejado la natación, aunque le expliqué que yo nadando no llegaría a nada y necesitaba dedicarme a mis estudios exclusivamente, estuvo un tiempo cabreado conmigo y el distanciamiento fue casi definitivo.
Me enteré que se casó con veintipocos años, lo cual no me extrañó nada, y que tenía un par de hijos. El grupo se deshizo cuando todos empezamos a cumplir años y tomamos diferentes caminos, aunque yo sabía de él por su hermana que pertenecía a grupos post-universitarios de solidaridad y ayuda a inmigrantes, en el cual yo participaba puntualmente en algunos actos.
Yo acepté mi homosexualidad sin traumas y tuve una vida plena con ella, casándome a los 49 años con mi pareja con la que convivo desde hace 19 años. Los recuerdos de Raúl siempre estuvieron ahí como una experiencia adolescente que el cariño no deja olvidar. No tengo porqué olvidar cosas bonitas que han pasado en mi vida.
En mi wasap sonó un mensaje de un teléfono desconocido: "Hola Salva, soy Rosana, hermana de Raúl, te contacto porque me han encargado la organización de una cena de aniversario del club de natación donde estabais mi hermano y tú. Me gustaría mucho que vinieses, porque todos los de tu equipo me han confirmado su asistencia y no deberías faltar"... mi sorpresa no fue tanto por recibir el mensaje, sino por el "no deberías faltar". Tenía fama en la universidad de desaparecer cuando algo no me apetecía nada, no era muy diplomático para poner excusas, simplemente desaparecía. Y eso Rosana me lo conocía.
Fui sólo pues no me apetecía martirizar a mi marido con una reunión de gentes a la que no conocía de nada y en mi mesa reconocí varios compañeros, ya estropeados físicamente, pero reconocibles a pesar de haber pasado 35 años. Y Raúl sentado con su mujer al lado de una silla vacía que ponía mi nombre. Nuestro encuentro fue exultante, pues se levantó y me apretó contra él tan fuerte que tuve que decirle medio de risa "¡que me ahogas, Raúl!. En pocos minutos me hizo un resumen de su vida y yo de la mía, mientras iba asumiendo con naturalidad todo lo que le contaba mirando a su esposa como diciéndole "ya te lo dije". Imaginé que le habría contado que yo era homosexual y que me había casado. En sus mundos una pareja de hombres casados no era tan normal. Me sentí como una atracción de circo.
Raúl lucía una cabeza brillante en calvicie que le daba un aspecto muy rudo, su cuello seguía siendo enorme y su cara tenía el aspecto de la madurez interesante, tenía la misma altura que de joven, no pasaría del 1.65 desde que tenía 15 años, mientras yo al igual que él me aparqué en mis 1.70 y ahí me quedé, seguramente ahora mediríamos menos por la edad. Sus ojos eran todo lo que recordaba, inquietos, tiernos, brillantes... pero el cuerpo ya no le acompañaba a su atractivo de entonces, mas relleno aunque se mantenía recio.
Tres copas de sobremesa y comenzó el dj a poner músicas de los ochenta que nos hicieron saltar efusivos de nuestros asientos, pero en los primeros movimientos el líquido ingerido empezó a querer salir y no tuve mas remedio que ir sin remilgos al baño. Creí que era grande y para mucha gente, pero me di cuenta después que habían muchos pequeños repartidos por toda la zona de la sala de fiestas. Un pequeño lavabo al entrar a la derecha con espejo y a la izquierda un pequeño water de pie, y mas adelante un apartado con puerta para "aguas mayores".
Cuando ya terminé y mis manos jugueteaban con el agua para lavarme entró Raúl con prisa para colocarse sobre el urinario de pared, lo que hizo que yo tardara mas de lo normal en secarme las manos. No se porqué lo hice, quizás intuición, pero justo cuando terminaba e hice ademán de irme Raúl con una sonora carcajada hacia la pared comentó "no puedo mear, joder". ¿Que te pasa?", dije sin ningún tipo de curiosidad. "Estoy empalmado". Jajajajaja, mi sonrisa me hizo recordar esa primera vez, pero no le iba a decir nada, eso era algo olvidado del pasado y no sabía como lo podía tomar.
Mirando desde el espejo yo seguía secándome las manos cuando Raúl se giró y mostró todo su poder erecto, con un prepucio que nunca vi, rosado, gordo, enorme diría yo ahora con la experiencia que he tenido con los hombres. "Nunca me la vistes después de operado", no supe que decir, mis ojos no podían apartar la mirada de semejante miembro. Su reacción sólo fue echar el pestillo de la puerta y decirme con prisa; "cómemela, por los viejos tiempos". No recuerdo como pero fue instantáneo y sin pensar, me arrodillé y empecé a meter ese maravilloso regalo en mi boca de una forma ansiosa, fue mi respuesta a su petición. Pude disfrutarla con mas experiencia ese trozo inmenso de carne que recorrí mil veces con la lengua hasta tragarla entera produciéndome arcadas, pero no pensaba desaprovechar el momento.
Ver su cara de vicio, placer y ternura a la misma vez me tenía encantado mientras me regodeaba con sus testículos cuando me levantó de los hombros para estamparme un beso intenso mientras desabrochaba mi pantalón que estaba apunto de explotar. Ver con la dulzura que empezó a besar mi glande me daba espasmos de placer que creyó que iba a correrme y velozmente paró para darme la vuelta. "Esto lo teníamos pendiente, y lo sabes", su lengua empezó a jugar en mis nalgas humedeciéndome y entrando abruptamente, ¡no pude resistirme a ofrecer mi trasero!, su pene entró en mi pausadamente sin remisión mientras mis piernas temblaban de emoción. Con sus brazos rodeando mi cintura fue bombeando mientras su lengua jugaba con mi cuello. Susurraba sin parar mientras gemía, "que ganas te tenía desde que te he visto".
"Córrete dentro, Raúl", mis palabras le hicieron descargar mientras sus ojos en el espejo se clavaban en los míos pidiendo no salir todavía, quería disfrutar ese momento tanto como yo, pero el tiempo apremiaba y mi instinto me llevó a volver a chupar ese pene repleto del sabor de su semen mientras sus espasmos denotaban dolor.
- "Salva, tenemos que vernos de vez en cuando, te he echado mucho de menos". Dijo una vez se subió el pantalón.
- Raúl, esto no va a volver a pasar.
- "¿Porqué dices eso, joder?, podemos vernos alguna vez y disfrutarnos"
- No, tio. Primero porque estamos casados y esto ha sido un arrebato sin sentido producto del alcohol, aunque lo he disfrutado mucho, era algo que teníamos pendiente, pero aquí se va a quedar. Y segundo y más importante; cuando acepté que me enamoré de ti, tener que olvidarte ha sido de las cosas mas difíciles que he tenido que hacer en mi vida a tan temprana edad.
- Su cara palideció; "yo lo estaba también de ti pero jamás lo acepté".
- Lo sé, pero la vida nos ha puesto a cada uno donde debemos estar.
Nunca hubo otro encuentro, sólo algunos wasap temporales que corté de raíz, y nos vimos de vez en cuando en diferentes reuniones y de cenas diversas, pero el respeto a nuestro amor está por encima de todo. Quiero tener buen recuerdo.