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Reencuentro con mi amor adolescente

martes, 3 de octubre de 2023 | 0 comentarios


Desde los 14 o 15 años sólo quería estar con él. No sabía el porqué hasta que ya fui mayor, y acepté que estaba totalmente enamorado de Raúl, compañero de natación del equipo en el que competíamos todos los fines de semana por toda la comarca catalana. Entramos a natación los dos por prescripción médica, desviación de columna, sólo en principio por hacer ejercicio regularmente durante un par de veces por semana, pero se nos daba muy bien y le ofrecieron a nuestros padres aumentar nuestra presencia de forma gratuita para entrenar con el equipo, sólo por probar unos meses.

A pesar de su robusta figura, Raúl se movía como pez en el agua en el estilo de braza. Aparentaba mas que los 13 años que reflejaba su ficha personal, de echo parecía mayor que yo, que lucía un cuerpo espigado mas propio de un nadador. Su cara transmitía bondad e inocencia, quizás esa mezcla me enamoró, pues aparentaba en primera instancia ser mucho mas seguro de sí mismo. Sólo era su apariencia.

Conectamos enseguida nada mas conocernos en la fila de la calle 2 de la piscina, y sin saber como ni porqué lo tomé como mi protegido ante el nerviosismo que  mostró el primer día que se tiró a la piscina. Los demás eran alumnos del mismo colegio y se notaba entre ellos una complicidad que a mi me costó al principio para integrarme, pero ya llevaba unos meses con los mismos compañeros y tenía una confianza que me hacía ser parte de ellos.

En los entrenamientos ya integrados en el equipo siempre nos ponían en la misma calle, pues yo destacaba en el estilo de mariposa y él en braza, ambos estilos estaban relacionados en los grupos de entrenamiento, por otro lado en otras calles entrenaban los estilos de croll y espalda, donde nosotros éramos mas bien maluchos, lo que hizo que la cotidianidad del entreno creara un vinculo bastante grande entre nosotros, a pesar de la diferencia de edad, pues yo era un par de años mayor que él, lo que a esas edades es notoria la diferencia en gustos sobre todo.

Aunque yo ya empezaba a sentirme atraído por los chicos, nunca me había planteado si era homosexual o cualquier otra cosa, eran preocupaciones no me ocupaban tiempo, sólo recuerdo el bañador blanco con rayas rojas y azules que Raúl llevaba, marcando un tremendo paquete ya de chico mayor. Era hipnótico, y creo que siempre se dio cuenta que se lo miraba, pero nunca le preocupó, creo que jamás le dio importancia hasta que una vez en las duchas colectivas quedé totalmente paralizado cuando lo vi desnudo por primera vez. Tremendo paquete gastaba con un pene extremadamente gordo para su edad y unos testículos muy apetitosos que sólo me apetecía tener entre mis manos. Hasta yo pensé que no era normal que me atrajesen de esa manera, y Raúl sin ningún tipo de pudor sólo me miraba diciendo que parecía que "había visto un fantasma". Desde ese día supe que ese precioso paquete tendría que tenerlo entre mis manos y algo mas, pero pasó mucho tiempo hasta que llegó el día.

Entre juegos y tonterías de la edad buscábamos la excusa para rozarnos, lo que hacíamos muy a menudo durante los finales de las competiciones en la ducha, pero nunca pasó nada durante nuestras peleas en forma de juego. Sólo fue cuando me pidió ayuda para apoyarle en sus estudios con las matemáticas, cuando ya llevabamos conviviendo en la natación un par de años que los juegos fueron subiendo el nivel de tocamientos. Durante nuestras luchas entre estudios nos encantaba echarnos uno encima del otro para inmovilizarnos, y fue en una de ellas que me atreví a decirle "si te gano te hago lo que yo quiera", a lo que sin remilgos el aceptó. Excuso deciros que ese día me apliqué como nunca en nuestras luchas y ya inmovilizado rocé mi paquete contra el suyo, a lo que él se dejó hacer con una sonrisa cómplice, pero no pasó a mayores.

Durante el estudio después de ese descanso, ambos muy pegados el uno al otro mientras explicaba las malditas fracciones que tanto le costaban, me miró con una mirada extraña que me paralizó, creí que me iba a reclamar por hacer lo que hice, pero todo lo contrario; "se me ha empalmado con la lucha", me dijo mostrándome la erección sobre sus pantalones deportivos azules, "y a mí", solté sin ningún tipo de reparo. Seguí explicándole la tarea como si no hubiese existido esa conversación mientras su mano cogió la mía y la dirigió hacia su erección sin mirarme, y una vez en ella fue dirigiéndola acariciando su miembro con mi mano inmóvil. Sólo cuando mi mano reaccionó rodeando todo su grosor sobre el pantalón volvimos a cruzar nuestras miradas avergonzadas, pero no pensaba parar si él no me obligaba.

"Tócamela que me da mucho gusto" y siguió atento a mis explicaciones sobre fracciones mientras mi mano iba masturbándolo, Era tal la excitación que su eyaculación manchó todo el pantalón deportivo y me quedé con las ganas de meter mi mano bajo su ropa para experimentar el maravilloso tacto de su piel. Eso pasó sucesivamente en las tardes e incluso noches que iba a su casa a ayudarle con las matemáticas, en una de esas noches que me quedé a dormir en su casa fue cuando por primera vez probé con mi boca ese manjar que aún no tenía el prepucio descubierto, pero no era impedimento para nuestros silenciosas masturbaciones. Todavía recuerdo como la primera vez que jugué con mi boca en su pene me quiso retirar bruscamente la cabeza para correrse en apenas dos lamidas, pero esa esencia era para mí, y pude disfrutar toda mi boca repleta de su semen caliente mientras miraba su cara inmensa de placer.

Fue pasando el tiempo y para nosotros era normal masturbarnos cada vez que teníamos oportunidad, chupándonos y besándonos hasta eyacular uno encima del otro tocándonos sin parar. Pero llegó el final de clase y comenzaron las salidas con los grupos de amigos y los noviazgos con las chicas del grupo, lo que fue apartándonos irremediablemente, aunque yo no paraba de buscar situaciones para estar solos, pero ya no mostraba interés. Los pechos turgentes de nuestras amigas parecían llevarlo de cabeza.

Ninguno de los dos fuimos grandiosos nadadores por lo que cuando cumplí 18 entré en la universidad y me salí del equipo de natación, pues ya me quitaba mucho tiempo para mis estudios, pero Raúl siguió y no paró de criticarme por haberme dejado la natación, aunque le expliqué que yo nadando no llegaría a nada y necesitaba dedicarme a mis estudios exclusivamente, estuvo un tiempo cabreado conmigo y el distanciamiento fue casi definitivo.

Me enteré que se casó con veintipocos años, lo cual no me extrañó nada, y que tenía un par de hijos. El grupo se deshizo cuando todos empezamos a cumplir años y tomamos diferentes caminos, aunque yo sabía de él por su hermana que pertenecía a grupos post-universitarios de solidaridad y ayuda a inmigrantes, en el cual yo participaba puntualmente en algunos actos.

Yo acepté mi homosexualidad sin traumas y tuve una vida plena con ella, casándome a los 49 años con mi pareja con la que convivo desde hace 19 años. Los recuerdos de Raúl siempre estuvieron ahí como una experiencia adolescente que el cariño no deja olvidar. No tengo porqué olvidar cosas bonitas que han pasado en mi vida.

En mi wasap sonó un mensaje de un teléfono desconocido: "Hola Salva, soy Rosana, hermana de Raúl, te contacto porque me han encargado la organización de una cena de aniversario del club de natación donde estabais mi hermano y tú. Me gustaría mucho que vinieses, porque todos los de tu equipo me han confirmado su asistencia y no deberías faltar"... mi sorpresa no fue tanto por recibir el mensaje, sino por el "no deberías faltar". Tenía fama en la universidad de desaparecer cuando algo no me apetecía nada, no era muy diplomático para poner excusas, simplemente desaparecía. Y eso Rosana me lo conocía.

Fui sólo pues no me apetecía martirizar a mi marido con una reunión de gentes a la que no conocía de nada y en mi mesa reconocí varios compañeros, ya estropeados físicamente, pero reconocibles a pesar de haber pasado 35 años. Y Raúl sentado con su mujer al lado de una silla vacía que ponía mi nombre. Nuestro encuentro fue exultante, pues se levantó y me apretó contra él tan fuerte que tuve que decirle medio de risa "¡que me ahogas, Raúl!. En pocos minutos me hizo un resumen de su vida y yo de la mía, mientras iba asumiendo con naturalidad todo lo que le contaba mirando a su esposa como diciéndole "ya te lo dije". Imaginé que le habría contado que yo era homosexual y que me había casado. En sus mundos una pareja de hombres casados no era tan normal. Me sentí como una atracción de circo.

Raúl lucía una cabeza brillante en calvicie que le daba un aspecto muy rudo, su cuello seguía siendo enorme y su cara tenía el aspecto de la madurez interesante, tenía la misma altura que de joven, no pasaría del 1.65 desde que tenía 15 años, mientras yo al igual que él me aparqué en mis 1.70 y ahí me quedé, seguramente ahora mediríamos menos por la edad. Sus ojos eran todo lo que recordaba, inquietos, tiernos, brillantes... pero el cuerpo ya no le acompañaba a su atractivo de entonces, mas relleno aunque se mantenía recio.

Tres copas de sobremesa y comenzó el dj a poner músicas de los ochenta que nos hicieron saltar efusivos de nuestros asientos, pero en los primeros movimientos el líquido ingerido empezó a querer salir y no tuve mas remedio que ir sin remilgos al baño. Creí que era grande y para mucha gente, pero me di cuenta después que habían muchos pequeños repartidos por toda la zona de la sala de fiestas. Un pequeño lavabo al entrar a la derecha con espejo y a la izquierda un pequeño water de pie, y mas adelante un apartado con puerta para "aguas mayores".

Cuando ya terminé y mis manos jugueteaban con el agua para lavarme entró Raúl con prisa para colocarse sobre el urinario de pared, lo que hizo que yo tardara mas de lo normal en secarme las manos. No se porqué lo hice, quizás intuición, pero justo cuando terminaba e hice ademán de irme Raúl con una sonora carcajada hacia la pared comentó "no puedo mear, joder". ¿Que te pasa?", dije sin ningún tipo de curiosidad. "Estoy empalmado". Jajajajaja, mi sonrisa me hizo recordar esa primera vez, pero no le iba a decir nada, eso era algo olvidado del pasado y no sabía como lo podía tomar.

Mirando desde el espejo yo seguía secándome las manos cuando Raúl se giró y mostró todo su poder erecto, con un prepucio que nunca vi, rosado, gordo, enorme diría yo ahora con la experiencia que he tenido con los hombres. "Nunca me la vistes después de operado", no supe que decir, mis ojos no podían apartar la mirada de semejante miembro. Su reacción sólo fue echar el pestillo de la puerta y decirme con prisa; "cómemela, por los viejos tiempos". No recuerdo como pero fue instantáneo y sin pensar, me arrodillé y empecé a meter ese maravilloso regalo en mi boca de una forma ansiosa, fue mi respuesta a su petición. Pude disfrutarla con mas experiencia ese trozo inmenso de carne que recorrí mil veces con la lengua hasta tragarla entera produciéndome arcadas, pero no pensaba desaprovechar el momento.

Ver su cara de vicio, placer y ternura a la misma vez me tenía encantado mientras me regodeaba con sus testículos cuando me levantó de los hombros para estamparme un beso intenso mientras desabrochaba mi pantalón que estaba apunto de explotar. Ver con la dulzura que empezó a besar mi glande me daba espasmos de placer que creyó que iba a correrme y velozmente paró para darme la vuelta. "Esto lo teníamos pendiente, y lo sabes", su lengua empezó a jugar en mis nalgas humedeciéndome y entrando abruptamente, ¡no pude resistirme a ofrecer mi trasero!, su pene entró en mi pausadamente sin remisión mientras mis piernas temblaban de emoción. Con sus brazos rodeando mi cintura fue bombeando mientras su lengua jugaba con mi cuello. Susurraba sin parar mientras gemía, "que ganas te tenía desde que te he visto". 

"Córrete dentro, Raúl", mis palabras le hicieron descargar mientras sus ojos en el espejo se clavaban en los míos pidiendo no salir todavía, quería disfrutar ese momento tanto como yo, pero el tiempo apremiaba y mi instinto me llevó a volver a chupar ese pene repleto del sabor de su semen mientras sus espasmos denotaban dolor.

- "Salva, tenemos que vernos de vez en cuando, te he echado mucho de menos". Dijo una vez se subió el pantalón.

- Raúl, esto no va a volver a pasar.

- "¿Porqué dices eso, joder?, podemos vernos alguna vez y disfrutarnos"

- No, tio. Primero porque estamos casados y esto ha sido un arrebato sin sentido producto del alcohol, aunque lo he disfrutado mucho, era algo que teníamos pendiente, pero aquí se va a quedar. Y segundo y más importante; cuando acepté que me enamoré de ti, tener que olvidarte ha sido de las cosas mas difíciles que he tenido que hacer en mi vida a tan temprana edad.

- Su cara palideció; "yo lo estaba también de ti pero jamás lo acepté".

- Lo sé, pero la vida nos ha puesto a cada uno donde debemos estar.

Nunca hubo otro encuentro, sólo algunos wasap temporales que corté de raíz, y nos vimos de vez en cuando en diferentes reuniones y de cenas diversas, pero el respeto a nuestro amor está por encima de todo. Quiero tener buen recuerdo.



La sorpresa gay del Masai Mara

jueves, 6 de julio de 2023 | 0 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente



Mis conocimientos de fotografía se complementaban muy bien en mi trabajo en televisión con mi carrera de Biología y un afición enfermiza por la vida silvestre natural, lo que en la redacción del ente público les venía muy bien para ahorrar costes a la hora de hacer cualquier tipo de reportaje enfocado en la naturaleza, pues me encargaba de filmar y de redactar. Fue así como durante una mañana de lluvia copiosa mi jefe de documentales me mandó llamar recién llegado a la oficina, donde iba dispuesto a editar el último trabajo que realicé sobre los linces ibéricos en el Parque Nacional de Doñana.

- Siéntate Juan. Te tengo una propuesta que sé que te va a gustar. - Santiago, mi jefe, sabía de mi pasión por esos documentales donde me dejaba ir a mi aire.

Con toda solemnidad, lo que me puso algo nervioso, Santiago miró a mis ojos y con cara de satisfacción dijo que quería ver si expresión cuando me comunicara mi próximo trabajo.

- Te vas al Masai Mara 20 días, a documentar una familia de leones que un equipo británico de la BBC siguió en el 96. Estarás en una casa con una familia Masai. Quiero que hagas algo muy especial con tu visión. ¡Total libertad!.

Entiendo que solemnizara tanto la noticia porque sabía que una de mis ilusiones era visitar África y sumergirme en la vida primitiva, es algo que me fascina desde que empecé a estudiar botánica y continué con antropología, aunque esta última nunca pude llegar a terminarla pues me salió trabajo en el ente público cuando hice una prueba sin ningún tipo de pretensión, y ante mi sorpresa me llamaron para trabajar redactando pequeños reportajes de naturaleza salvaje.

Recién llegado a Nairobi, me estaba esperando la agencia que mi empresa había contratado para darme un Jeep con el que tenía que hacerme el trayecto hasta la reserva. Me esperaban 12 horas de coche, aunque la idea de llevar un conductor reconozco que me alivió. Aunque me gusta hacerlo todo sólo, el viaje en avión había sido realmente incomodo, no se si por la emoción de ir allá o por un avión de demasiados años deseoso de una retirada digna. Kanau, trabajaba en el mercado en el puesto de su familia vendiendo verdura, pero no dudaba cuando le salía un trabajo de chofer para completar un mísero sueldo que me detalló durante todo el trayecto, quizás esperando una buena propina para cuando llegásemos. 

Su piel negrazulada contrastaba con un blanco de ojos atractivo, aunque él no lo era para mí, pues su altura y el ser tan espigado no era mi ideal de atracción, aunque reconozco que su trato advertía que podría ser alguien de quien me atrevería a enamorarme perdidamente. Me ha atraído siempre la excelsa educación, y Kanau era verdaderamente un señor, a pesar de no llegar a los 30 años. Su madurez en el trato y la conversación me engañaban con su perfecto inglés.

- En esta aldea es donde usted se hospedeará los 20 días, es una muy buena familia humilde que ya hospeda a gente para Safaris, están acostumbrados a los extranjeros y Abayomi, el jefe de la casa le guiará por todo la reserva durante su estancia. 

Llegamos a una pequeña casa de adobe rodeada de otras que conformaban la aldea, la visión fue bucólica dada la hora de amanecer que era, pues viajamos durante toda la noche desde Nairobi, y el conjunto poblacional parecía desierto a esas horas. Antes de bajarnos del coche ya estaba mi anfitrión en la puerta para recibirnos, lo que hizo con un efusivo saludo a Kanau, lo cual me dio a entender que no era la primera vez que se vieron. Abayomi extendió su mano a modo de saludo hacia mi a la misma vez que me hacía una reverencia y diciéndome: toda mi familia y yo nos sentimos honrados de que se hospede con nosotros. Sé que no era una pura formalidad porque ya había leído de la extremada hospitalidad de la tribu Masai con los visitantes.

Un pequeño desayuno a base de masa de harina con verduras fue suficiente para tomar confianza con el jefe de la casa, así le llamaba el chofer que parecía con prisa para volver a la capital. Después de los pertinentes saludos y agradecimientos Kanau subió al Jeep y se perdió entre el polvo de la carretera. Abayomi me acomodó en una habitación que se notaba preparada exproceso para un extranjero, pues después de un tiempo vi que ellos así realmente no vivían, mientras yo estuve todos dormían en la misma habitación, el jefe de la casa con su mujer y dos niñas de ojos inquietantes.

Durante mis conversaciones con Abayomi explicándole la idea que tenía para hacer el reportaje constaté que su cultura era muy superior a lo que se podía esperar, aunque de carácter reservado, pude saber el porqué. Vivió desde joven en la tribu, pero de adolescente se tuvo que enfrentar a su padre porque quería estudiar, lo que no sin esfuerzo consiguió viajando a la capital para estar cuatro años estudiando turismo, y volviendo al terminar como le prometió a su padre para casarse y tener descendencia, pero como el dice "me occidentalicé", aunque reconocía que vivía felizmente donde siempre quiso, integrado y orgulloso en su tribu Masai por respeto a sus ancestros.

La conexión con mi anfitrión fue a más conforme pasaban los días entre grabaciones de recurso y persiguiendo a la familia de leones, que estaban acostumbrados a nuestra presencia, aunque nunca dejamos de lado la precaución en ningún momento. Nuestras conversaciones nada tenían de especial durante las grabaciones, pero sí después, donde fui abriendo mi mente hacia un sentido de la vida mucho mas sencillo comprobando la alegría de vivir de mi compañero de trabajo. Abayomi "el que trae alegría", no podía creer lo acertado de su nombre cuando me indicó su significado. Esa misma noche mientras decidimos no volver a casa para aprovechar la noche de luna llena para filmar, la confianza me jugó una mala pasada. Por mucho que me avisaba tuve la tonta idea de acercarme mas y mas a la familia de leones con mi cámara, quería tener buenos primeros planos, pero una de las leonas se levanto bruscamente para avisarme que no debía acercarme mas con un rugido ensordecedor.

Mi reacción fue quedarme paralizado sin mover ni un sólo músculo de mi cuerpo, el miedo me impedía hasta pestañear, cuando después de unos minutos eternos sentí como Abayomi rodeaba mi cintura y me retiraba con paso muy lento hacia detrás mientras al oído me decía: no gire la cámara ni haga movimientos bruscos, sólo vaya retirándose conforme yo le agarro. Al llegar al Jeep de mi guía sólo me salió un gracias como nunca lo había dado y rodear su robusto cuerpo con un abrazo de agradecimiento que no sabía que era capaz de dar. ¡Ahí noté la química!.

A mi me había gustado desde el inicio el jefe de la casa, sin duda. Un papazote moreno, sobre 40 años, robusto, de mi estatura sobre 1.70, vestido de camuflaje con ropa de talla menor a la suya... para mi era un dulce, pero obviamente ni me planteé nada. Estaba trabajando en un entorno que no controlaba, y no iba a joder un reportaje por mis deseos incontrolables. Siempre separé muy bien el trabajo del placer. Pero si es cierto que noté después de ese abrazo como Abayomi se sonrojaba y me retiraba con sonrisa pícara. ¡No puede ser!, me dije.¿Sería posible que tuviese esperanzas con este especimen tan apetecible?.

La vuelta a la aldea en plena noche se tornó en una retahíla de agradecimiento hacia mi anfitrión, realmente me había asustado, aunque reconozco que era muy frecuente tomar riesgo por mi parte en los documentales, lo que algunas veces había terminado en buenos sustos y perder oportunidades por tener exceso de confianza.

- No debe de ser usted tan inconsciente, amigo. Los animales no dejan de ser salvajes. Me dijo con una sonrisa de preocupación.

- Peco muchas veces de ser demasiado confiado, pero he aprendido a que le haré caso en todo lo que me diga para tomar precauciones. Disculpe si le he hecho pasar un mal rato por mi descuido. Le comenté con total sinceridad, por nada quería que desconfiara de mí.

- No se preocupe, es usted muy valiente, así es como se consiguen las cosas imposibles. Su sonrisa parecía inquietante, pero no pude descifrarla.

Llegamos a casa cuando aún no había amanecido, pero la mujer de mi guía ya estaba en la puerta machacando unas semillas. Nos miró, nos dedicó una sonrisa y siguió con sus labores como si no existiésemos. Sentados en la puerta antes de entrar a descansar comentamos de nuevo la tonta ocurrencia que tuve en la aventura, y ya mas distendidos nos reímos del susto.

- Tiene usted que pensar por los que se preocuparían por su ausencia, es lo mas importante en la vida, la familia. Dijo a modo de advertencia.

- Lleva razón Don Abayomi, aunque a mi no me espera nadie, soy hijo único y mis padres fallecieron cuando yo sólo tenía 25 años, hace ya 12 años que mi vida es en soledad, pues ni pareja soy capaz de mantener. ¿Cómo cree si no que podría llevar este tipo de vida?. Comenté con total desazón. Fui consciente mientras observaba como mi interlocutor abría sus ojos de sorpresa.

- ¿No tiene esposa ni hijos que lo esperen?.

- No, mi vida es bastante solitaria, aunque no me quejo pues me permite viajar y vivir como me gusta, sin ataduras. He intentado echar raíces pero no consigo retenerlas. Empezaba a sincerarme con mi guía de una forma bastante natural.

- Eso es que no llegó a la adecuada, amigo.

- ¡El adecuado!, dije sin pensar. 

Cuando me di cuenta de lo dicho miré al conversador para ver su reacción. ¡Maldita la hora!, me dije. Cuando me relajo pienso que todo el mundo entiende mi condición de homosexual.

- Mi amigo, dije con total sinceridad y serenidad, ¿hay algún problema con eso?.

- Cada uno sabe de sus gustos, ¿quien soy yo para juzgarle?. Vamos a descansar que mañana el día también será largo y hay que aprovechar que hay buen tiempo.

Confieso que esperaba una charla espiritual y me sorprendió su naturalidad ante temas tan escabrosos, sobre todo en zonas rurales de países donde incluso está penado el ser gay. Me maldecí por tal imprudencia, pero era muy común el que me pasase, por lo que asentí como otro error en mi vida. Uno mas...

Recostado sobre la cama de paja, que realmente me parecía muy cómoda, me costó esa noche coger el sueño y mis movimientos no paraban de oírse en toda la casa, cuando sin previo aviso vi en la puerta que separa la habitación la figura de mi guía a contraluz. Ninguna noche había entrado a mi sala y desde la puerta con voz sigilosa me pregunto: ¿Está usted inquieto?, no se preocupe por lo que me ha dicho. Estudié en ciudad grande y aprendí a respetar. No tiene usted porque preocuparse. Su cuerpo moreno y robusto sólo estaba tapado por un slip de algodón blanco muy usado, que remarcaba un tremendo bulto que aprovechando la oscuridad no dejé de mirar. Se acercó a los pies de la cama y confesó que en su juventud había tenido escarceos de "ese tipo"... ¡Todo son experiencias que nos hacen coger experiencia en la vida!. No supe si lo hacía para tranquilizarme, pero agradecí enormemente su coloquio pues parece que me quitó el sentido de culpa de haber cometido el error de hablar de mi vida privada. 

- ¡Puedo hacerle una entrevista a usted!. Me levanté con nuevas ideas para el reportaje después de haber dormido unas cuantas horas.

Mi guía, sorprendido, comentó: ¿que puedo yo aportar a un documento de leones?.

- He tenido una idea de relacionar el como viven los humanos tan cerca de estos animales salvajes. La verdad es que se me ocurrió, pero no sabía si en montaje final me serviría, pero estaba dispuesto a hacerlo.

Abayomi aceptó gustosamente mientras echábamos en el Jeep todos los utensilios que siempre me acompañaban para grabar, eran las 11 de la mañana y la mujer ya nos había dejado preparada la comida para llevarnos. Durante el viaje hacia la reserva noté a mi guía diferente a los días anteriores, no paraba de moverse en el sitio del conductor como si no estuviese cómodo en ningún momento. No pude dejar de pensar que sería por mi descuido de la noche anterior, tanto con los leones, como por haberme ido de la lengua con mi condición sexual.

Una vez en la explanada que siempre nos parábamos, bajamos los utensilios y coloqué la cámara buscando un fondo extenso y puse una silla alta para entrevistar a Abayomi. 

- Aquí mismo, amigo. Vamos a grabar la entrevista lo primero, me gusta la luz que hay aquí. Le dije sin dejarlo pensar.

Se sentó mientras intentaba enfocar y medir la luz. Por el objetivo seguía viendo a mi anfitrión inquieto, sin parar de moverse e incomodo.

- ¿Está usted bien, amigo?. Le dije preocupado.

Su cara sonrojada y sus manos bajo la pequeña barriga prieta intentaban ocultar algo en los bolsillos, pensé.

-¿Que esconde ahí?, dije entre inquieto y sorprendido.

- ¡Mire!

Quitó sus manos y su pantalón de camuflaje color beig dejó ver una erección que intentaba ocultar mientras su sonrisa de dientes blancos impolutos hacía lo imposible porque no le juzgara.

- ¡Discúlpeme señor Juan!, pero desde que anoche me habló de sus inclinaciones no he podido dormir y no consigo bajar esto. Dijo señalándose a su paquete sin remilgos.

- ¡Pero!, dije sin saber lo que decir.

- Desde anoche no he dejado de pensar en las ganas que tengo de besarle. Aunque no se si está usted interesado. Si no es así, por favor, dígalo sin problemas, porque así dejaré de estar ansioso. Su elocuencia me desarbolo y no pude mas que acercarme para coger sus cachetes con mis manos y besar sus labios carnosos con una dulzura que hacía tiempo no encontraba.

Después del primer impacto, su boca comenzó a jugar con mi lengua mientras sus manos comenzaban a acariciar mi espalda estrechándome hacia él. No recuerdo la cantidad de tiempo que estuvimos así de pie, uno frente a otro, disfrutando de nuestros labios y comiéndonos nuestras lenguas con ansiedad, pero ya notaba dolor de pies cuando su mano cogió la mía y la dirigió hacia un paquete que realmente parecía explotar. Su mano fue dirigiendo la mía acariciando esa hermosa poya de un grosor considerable, cuando parándonos de besar y frente con frente mirando ambos hacia su paquete fui desabrochando su pantalón para sacar de la jaula un precioso conjunto de huevos y poya que acariciaba con mis dos manos mientras sus ojos agradecidos me miraban pidiendo que no parara de masturbarlo.

La excitación de mi amante era palpable pues sin previo aviso comenzó a dar espasmos de placer y su eyaculación fue soberana mientras rodeaba mi cuello, tirando una cantidad de esperma que rebosó toda mi mano dejándola pringada de su esencia. Su sonrisa de agradecimiento me cautivó cuando cogió mi mano ejecutora y la limpió con besos sin dejar de mirarme fijamente.

Recién terminados mi amante se incorporó y sin hablar me dirigió hacia el balde vacío de la camioneta, sentándome frente a él con sus manos fue desabrochando mi pantalón hasta quitármelo magistralmente, lo que dejó mi excitación en todo su esplendor. Con supina delicadeza su lengua fue jugando con mi glande hasta que mi sollozo de placer indicó el momento de que toda mi poya entrara en su boca. Hacía mucho tiempo que no me la chupaban con tanta delicadeza mientras sus manos acariciaban mis pezones duros como cristales, los que después besó produciéndome un placer que me obligó a gemir sin remisión. Conforme subía a mi cuello su paquete de nuevo erecto empezó a chocar contra mí, mis piernas instintivamente ser abrieron pidiendo que ese paquete entrara en mi sin preámbulos, lo que mi amante notó y con sólo una pequeña mojada de saliva con los dedos hizo mientas con la otra mano sacaba su poya de un pantalón que volvía a quedarse pequeño.

Lentamente bombeaba mi guía mientras mis manos apretaban sus nalgas ansiosamente pidiéndole que no parara, lo que gracias a su anterior eyaculación fue haciendo de una forma muy extensa en el tiempo entrando y saliendo con diferentes ritmos.

- ¡Échemelo dentro Abayomi!, su excitación al oírme le hizo acelerar el ritmo con brusquedad mientras yo no paraba de gemir y gritar sin miedo a que me oigan.

No podía dejar de acariciarle la espalda cuando una vez eyaculado dentro dejó todo su peso sobre mí demandando descanso por las acometidas. Su cabeza sobre mi hombro descansaba y su boca al lado de mi oído no paraba de decir susurrando: está usted muy sabroso don Juan. Cuando descansemos quiero que me penetre.

No pude mas que besarle intensamente al oírle decirlo, jamás pensé que un hombre como él quisiera que yo lo penetrara. Normalmente solía ser activo en mis relaciones, pero con la edad aprendí a que todo depende de con la persona que estás en cada momento.

- Grabamos la entrevista primero y después seguimos, así descansamos y nos recuperamos. Dije yo profesionalmente.

Nunca he tenido tantas ganas de terminar una entrevista, pero he de decir que la hice muy seriamente, el trabajo para mi siempre ha sido algo muy serio y no dejaba que se interpusieran razones externas para no realizarlo como a mi me gustaba. En cuanto dije que por mi bastaba para lo que quería, hemos terminado, la sonrisa de Abayomi aparecía mientras se recostaba en la pequeña pradera que teníamos delante sin esperar a quitar los utensilios de grabación. ¡Ahí quedaron!, mi amante ya se quitó el pantalón y acostado boca abajo me ofrecía unas nalgas prietas que mi lengua dieron fe de ellas mientras apretaba con ganas abriéndolas.

- ¡Échese encima de mi!, ¡mastúrbese con mis nalgas antes!. Abayomi se retorcía mirándome a los ojos pidiéndome un roce que yo deseaba mas que nada en el mundo.

Poniendo mi erección entre sus nalgas frotaba mientras mi amante no paraba de hacer movimientos que ayudaban a la masturbación, pero fue cuando su cintura empinó el objetivo que mi poya entró sin esperas, haciendo que Abayomi gimiera mientras me obligaba a echarme sobre su espalda para bombear a la misma vez que sus nalgas no paraban de facilitarme el trabajo. No hubo mucho tiempo para mas, mi eyaculación fue tan satisfactoria que no pude mas que besar su nuca agradecido.

La vuelta a casa en ese atardecer es difícil de explicar, casi imposible expresar las sensaciones de un atardecer bello como pocos con la sensación de felicidad del momento. Sabía que no iría a mas, que fue un placer efímero, pero es algo que me llevaría siempre en  mi memoria.

Los días sucesivos siguieron siendo de sexo hasta mi partida, por la noche, por el dia, por la mañana, por la tarde, contra un árbol, en la camioneta, en el balde, en el suelo...  pero siempre cuando estábamos fuera los dos solos, jamás en la casa. Nunca le saqué el tema, siempre lo tomé como algo bonito que pasó en unos de mis viajes de trabajo y cuando nos despedimos no hubo dramas. Yo que soy muy dado al drama, me enorgullecí de ver que no me quedé colgado por mi anfitrión, sino que disfrute el momento que surgió por arte de magia con una sorpresa difícil de olvidar. 

¡Viva África y el Masái Mara!

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente


La pandilla adolescente de juegos no tan inocentes

lunes, 8 de mayo de 2023 | 1 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente


Hacía tanto tiempo que no le veía, que me costó reconocerle cuando se acercó a saludarme a la mesa donde comía en el KFC de Juan Carlos I. Rodrigo lucía una barriga prominente y una cabellera blanca que resaltaban sus ojos marrones de una forma que se me había olvidado. De niño era tremendamente atractivo, apretado, alto para su edad y mantenía un encanto difícil de pasar por alto, sobre todo por esa piel morena que remarcaba unos muslos y trasero que quitaban el sentido.

- ¿Ostias, Juan José?, me increparon desde detrás.  

- ¿Perdona?, dije mirando hacia arriba, justo hacia sus ojos, donde me vino un recuerdo de esa mirada pero no supe ubicarla.

- No jodas, ¿no te acuerdas de mi?, soy Rodrigo Beltrán.

- ¡Dios mío, Rodrigo! (de un salto me levanté para fundirme en un abrazo con él), perdóname, pero es que no te ubicaba, se me hacía familiar esa expresión pero no conseguía centrar de donde. ¿Cómo estas?, cuanto tiempo sin saber de ti desde que empezamos cada uno en un instituto.

Fácilmente habrían pasado 40 años desde la última vez que jugamos al futbol en los huertos de nuestra zona, era una cita obligada todos los sábados en la siesta de aquellos veranillos de los membrillos de los años ochenta. Rodrigo, Pepo, Ramón, Antoñico, Paco, el Rafa y yo, éramos inseparables. Todos estábamos por la misma edad, con una diferencia de dos años entre todos nosotros, por lo que se podría decir que éramos la pandilla del barrio.

- Bien, bien, tengo dos horas para comer y me he parado aquí, por probar. Dijo mientras se sentaba en mi mesa aceptando mi invitación.

- Yo es que vengo de vez en cuando, esta comida basura me fascina y cuando tengo oportunidad me acerco a envenenarme.

Entre las preguntas formales de rigor para saber que hacíamos actualmente siempre había un recuerdo de la época que pasamos siempre juntos todos los fines de semana, recordando a todos y cada uno de nuestros compañeros con mucho cariño, de los cuales ya habíamos perdido la pista de la gran mayoría.

- ¿Tratas todavía con alguno?, dijo Rodrigo devorando una de las piezas del cubo de 5 piezas de pollo que pidió.

- Con Antoñico me sigo viendo, aunque poco, porque seguimos viviendo en la zona, sigue siendo mi vecino, pero desde que se echó novia y se casó desapareció socialmente, ya sabes... A los demás les perdí la pista hace siglos, todos se casaron y se fueron a vivir fuera del terruño, pero bueno yo me seguí viendo con Paco hasta los 20 o así, ya vosotros habíais desaparecido en ese entonces.

Su mirada se levantó pícaramente hacia mis ojos sosteniendo la bebida con mucho hielo que había puesto a rebosar. Sí, ya sabíamos todos que Paco y tú teníais una amistad muy especial... 

Notó mi sorpresa ante tal comentario, pues sinceramente, yo ya me había olvidado de Paco hace tantísimo tiempo, que su recuerdo era muy efímero y cariñoso.

- Perdona, creo que me he pasado, a veces creo que no ha pasado el tiempo. Dijo sinceramente dejando el vaso de bebida.

- No, no, tranquilo, es que hacía mucho tiempo que no recordaba a Paco. Sí, la verdad es que tuvimos una relación difícil de describir y éramos muy íntimos. Dije sin pensar en la palabra relación que había dicho.

Su sonrisa se volvió a tornar en pícara, aunque de golpe se le dibujó una expresión nostálgica. Siempre tuvimos celos de vosotros dos, erais inseparables y nos daba envidia de ver que ibais juntos a todos lados, y que siempre os perdíais. 

Mi expresión de satisfacción no tardó en aparecer, recordar los tiempo de Paco eran algo recurrente cuando los golpes de la vida fueron inevitables, me agarraba a esa época para ser positivo. Paco y yo teníamos sobre los 14 años cuando empezamos a intimar, teníamos los mismos gustos por el deporte y nos encantaba todos los comic de Marvel. Éramos fanáticos de Spiderman y devorábamos todos los comics que sus hermanos mayores le traían cuando lo visitaban. Era el pequeño de una familia de 9 hermanos, y como gran consentido, le traían de todo cuando sus hermanos casados venían a visitar a sus padres.

- ¡Madre mía, Paco!, ¿Qué será de él?, hacía como 35 años que no le veía, sólo supe que se casó y tenía algunos niños.

- Pues el otro día coincidí con él en un bar de carretera, sigue siendo comercial de Iberdrola, y de vez en cuando lo he visto en ruta, yo también sigo vendiendo maquinaria pesada para almacenes de comida. Vio como mis ojos se abrían de par en par interesándome por la vida de Paco. Tiene dos críos y se separó hace un par de años, ahora está con una novieta de la empresa, pero me dio a entender que no era nada serio. Me preguntó si sabía algo de ti y de los demás, pero sobre todo de ti. Dijo guiñándome un ojo.

Me ruboricé al pensar que le podría haber contado, pero al momento me dije que tenía 55 años, era homosexual y jamás he necesitado la aprobación de nadie. Pero estar con alguien de esa época pasada me hizo recordar esos tiempo donde todo se escondía y no era normal hablar de relaciones entre dos adolescentes.

- Tranquilo Juanjo, todos sabíamos de vuestras cosas en esa época, pero nadie hablaba de ello. Yo era el primero que también jugaba a tocarnos con todos, fue un tiempo de descubrimiento. De echo, de mayor hice mis pinitos con el mismo sexo, pero no me convenció.

Tal fue mi sorpresa al oír hablar a Rodrigo con esa naturalidad que levanté a recargar mi bebida dejándolo con la palabra en la boca, pero fue sin mala intención, sólo necesitaba reaccionar y a fe que lo hice.

Llegué de nuevo a la mesa pidiéndole disculpas por haber sido tan brusco al levantarme, pero mi sonrisa hizo el resto. Me has pillado a traición, hace siglos de todo eso, pero la verdad es que me acuerdo perfectamente. Fue un tiempo mágico. Paco y yo nos lo pasamos maravillosamente descubriendo nuestra sexualidad.

- Lo sé, me moría de la envidia cuando os vimos alguna vez haciéndolo en la cuadra de los padres de Paco, habían dos ladrillos que no estaban y por ahí me pajeaba viendo como disfrutabais. Alguna vez pensé que me habíais visto, porque se me iba la cabeza mirando.

Mi rubor iba en aumento, pero ya venía preparado en mi momento de ir a por bebida, me mentalicé para hablar de ello sin tapujos. ¡No me digas que nos vistes!, dije sin mucho énfasis, aunque la verdad nunca fui consciente de ello.

- Sí, varias veces, en cuanto os perdíais sabía que ibais a la cuadra y después de un rato me acercaba a donde estaban los ladrillos rotos. Ver como os besabais y como le metías la mano en su pantalón me hacia excitarme mucho. La verdad es que os vi hacer de todo, y en esa época me hubiese encantado estar dentro con vosotros. Yo nunca llegué a nada tan serio con ninguno de los amigos, sólo jugábamos a toquetearnos, pero nada mas. ¿Cómo hicisteis para llegar hasta el final?, no me contestes si no quieres, pero siempre me lo pregunté; porque vosotros sí y nosotros no.

El rubor me desapareció del rostro al ver a Rodrigo verdaderamente interesado sin un morbo obsceno, pero pensé que a mi también me vendría bien hablar de ello, puesto que con Paco jamás lo había hecho y era algo que inconscientemente tenía pendiente. Después de que la relación acabara de una forma natural y sin traumas, nos habíamos visto un par de veces ya de mayores, pero sólo un ¿Cómo estas?, o ¿Cómo lo llevas?, fue la conversación al ir siempre acompañado por novia o mujer de entonces.

- Pues te voy a contar la historia, Rodrigo, mas que nada porque nunca he hablado con nadie de eso y lo llevo dentro mucho tiempo. Ahora a mi edad para mi va a ser una liberación, y créeme que lo cuento desde el cariño mas absoluto. Dije dispuesto a dispersar y ordenar cronológicamente todos mis recuerdos con Paco.

Recuerdo como si fuese ayer como el Rafa nos dijo que estaba sólo en su casa y que su padre tenía una película porno, que si queríamos ir a verla. ¿Te acuerdas?, seguro que sí, esa tarde estábamos todos nerviosos de pensar que íbamos a ver una película donde ver gente desnuda haciendo todo tipo de "cochinerías" que nos iba a encantar. Pues así fue, después de esa tarde de todos sentados en el sofá destrozado del Rafa con cojines encima para que no se nos notara la erección que teníamos nos volvimos al huerto donde jugábamos pero nadie queríamos jugar, sólo comentar lo que habíamos visto.

No se si recuerdas que esa misma tarde hablamos en ese corrillo que hicimos de si nos habíamos masturbado alguna vez, ¿recuerdas?, yo es que esa tarde la tengo muy fresca, fue un antes y un después en mi vida. El Rafa, que era mayor que nosotros, hablaba de como él se la hacía, cogiéndose esa prominente verga por encima de ese pantalón azul marino que llevaba tan desastroso y sucio. Me acuerdo que fue demasiado para el Antoñíco y el Pepo, y se fueron, y el Rafa se rio de ellos por darles vergüenza de lo que hablábamos esa primera vez. Yo estaba extasiado de ver el grosor de la poya, y como se la cogía marcándola aún mas. ¿Te acuerdas cuando ya casi de noche se la sacó y riéndose nos enseño a masturbarnos de una forma magistral?. Yo hasta me maree cuando se corrió llenándose la mano de leche y con unos ojos de vicio que casi me hizo correrme yo mismo sin tocarme.

- ¡Joder que si me acuerdo!, como para olvidarlo. Son de esos momentos de tu vida que se te quedan grabados. Yo estaba igual. Dijo sonriendo y mirando su reloj Casio Retro.

Pues también recordarás que al fin de semana siguiente, después del partido, volvimos a hablar de lo mismo, y nos contamos las masturbaciones que nos habíamos hecho durante la semana. Cinco dijo Ramón, tres el Rafa, cuatro Paco, y yo estaba avergonzado porque había perdido la cuenta masturbándome acordándome del momento en el que el Rafa se corría. Él mismo fue el que nos dijo que lo mejor es cuando te la daba otro, todavía me ruborizo cuando fui el primero en ofrecerme y todos se rieron, pero en el fondo sabía que todos querían. Pero fui yo quien con toda admiración cogió esa poya delante de todos y empecé a masturbarlo, no te puedes imaginar  la sensación de agarrar esa verga y frotarla con toda delicadeza mientras el acariciaba mi espalda. Cuando iba a correrse estabais todos que explotabais, con unas caras de asombro de ver como salía leche de ese volcán que yo me sentí orgulloso de haberle dado ese placer.

Sin darme cuenta me echó hacia atrás y metió su mano debajo de mi pantalón de deporte. Con tres sacudidas empezó a salirme aguaza con un placer que antes no había experimentado, retorciéndome de gusto sin pararme en que todos me estabais mirando. ¿Esa noche en el huerto te acuerdas como acabamos?, todos masturbandonos unos a otros. La paja que le di al Rafa fue el pistoletazo de salida para perder la vergüenza.

- Te acuerdas quien te la dio a ti. Fijé mis ojos en los suyos sin ningún atisbo de pudor

- Perfectamente, tú, y después te la di yo a ti. Su mirada bajó pero sin ningún tipo de vergüenza.

Pues a partir de ese día todos los partidos terminaban igual, pajeandonos los unos a los otros, indiferentemente que quien nos tocara. Eran tardes maravillosas, era el momento que yo esperaba toda la semana, ni que decir tiene que ni me planteaba porque me gustaba tanto, a esas edades solo piensas en disfrutar, jamás te planteas si eres gay o no, sólo disfrutar. Si es cierto que a mi me chocaba mucho el que unos querían terminar cuanto antes y otros no parábamos de tocarnos, no queríamos que se acabara el juego nunca.

En ese tiempo Paco y yo apenas éramos unos mas del grupo, pero sinceramente te digo, que siempre me fijaba en él, su cuerpo apretado, sus piernas, sus labios carnosos, ese culo tan bien empinado y perfecto. No sabía porque me atraía tanto, éramos muy críos, y me ponía nervioso. El día que me tocó con él para masturbarnos no sabíamos como empezar, o quien empezar, estábamos cortados, cuando ya lo habíamos hecho varias veces con los demás. Esa tarde sentí algo especial, y se lo hice con mucha delicadeza, él miraba con unos ojos de agradecimiento que me daban ganas de comérmelo entero. Fue muy bonito. Fue al primero que toque delicadamente sus huevos y apretaba debajo de ellos como si estuviera tocando un sexo femenino, ver el placer que le proporcionaba me hacía mirarlo con una ternura fuera de lo común.

A partir de ahí fuimos viéndonos mas a menudo, durante la semana íbamos al huerto y hablábamos mucho, apenas un par de veces nos masturbamos juntos, era algo mas profundo. Le encantaba, igual que a mi, el que una vez nos habíamos corrido tocar la leche que salía de nosotros y juntar nuestras poyas delicadamente mientras nos tocábamos los huevos. Parece algo vulgar, pero era un momento precioso.

Una tarde de sábado volvimos a ir a casa de el Rafa a ver otra película, esta era porno también, pero mucho mas bonita, con mas gusto y amor. Me acuerdo que fue la primera vez que vi como una mujer le comió la lengua a un chico, pero con una delicadeza suprema. El Rafa nos dijo que ha eso se le llamaba "morder". Paco y yo nos miramos y sabíamos que estábamos deseando probarlo, y así fue esa misma noche en el huerto de vuelta. Todos os fuisteis y Paco y yo no teníamos hora de vuelta, dentro de la portería del fondo del huerto, la que daba para los cañizales, nos sentamos y nos pusimos a rememorar esa escena. En la noche ya sólo nos veíamos nosotros, y recostados sobre la hierba Paco abrió la boca sacando de ella la lengua de una forma muy extensa. Con miedo empecé a chuparla y acariciarla con mis labios y el hacía lo mismo con la mía. Tocarnos con nuestros labios y jugar con nuestras lenguas dentro de la boca fue una aparición celestial, no te se decir el tiempo que estuvimos así, pero fácilmente casi una hora besándonos delicadamente y casi sin respirar. Te juro que esa noche no nos tocamos.

Progresivamente fuimos viéndonos mas a menudo y el besarnos y masturbarnos a la misma vez fue algo totalmente natural, pero de ahí no pasábamos, hasta que una tarde por casualidad fuimos a su cuadra/cobertizo donde tenía un colchón destrozado donde pasaba mucho tiempo, y sus padres nunca entraban, sólo le echaban la "bulla" porque no lo veían limpiarlo regularmente. Esa tarde llegamos a más, fuimos descubriendo todo el sexo de una forma natural, sin traumas, sin miedos y sin forzarnos a nada a lo que no estuviésemos preparados, aunque realmente estábamos preparados para todo.

Mirando por primera vez las fotos enmarcadas en la pared del viejo y desaliñado cobertizo me agarró por sorpresa por la espalda y pasó toda su erección por el medio de mis nalgas, besando mi nuca jugueteando con su lengua. El escalofrío que me entró aún lo recuerdo. Me di la vuelta y agarre su miembro por encima de su pantalón deportivo verde oliva mientras me dirigí hacia su boca para iniciar nuestros juegos de besos y lengua. Sus manos por primera vez rodearon mi cintura obligándome a juntarme a el, rozando nuestras erecciones de forma violenta. Cuando sus manos bajaron a mis nalgas tuve el acto reflejo de hacer lo mismo y la intensidad de nuestros juegos con la lengua fueron en aumento. Paró de besarme y con una mirada fija en mis ojos me dijo si me gustaba que me tocara el culo, a lo que asumí con aceptación. Me encantaba todo lo que fuese tocarme con el, no paraba en remilgos. 

Mi pregunta fue la misma y la respuesta fue su lengua acechando por todo mi cuello hasta llegar a mi oído. "Estaba deseando que me lo sobaras", como siempre no te sé decir el tiempo que estuvimos sobandonos las nalgas y besándonos sin parar de una forma tan dulce que no había un vicio extremo en nuestros actos, solo dulzura, así lo recuerdo Rodrigo.

Echados en el asqueroso colchón estuvo tirado encima de mi tanto tiempo que se me durmieron las piernas, mis manos no podían dejar de tocar esas nalgas tan perfectas sin apenas caer en que se había bajado el pantalón y me invitaba a meter mis manos debajo de sus calzoncillos granates de una talla menos, que aún remarcan más un trasero para perder la cabeza.

Fue un sueño cuando metí mis manos debajo de esos calzones y sentir la piel de su culo, fue tanta excitación que mi poya reaccionó en su estómago y mirándome de una forma extraña me bajo mi chándal y sin apenas darme cuenta estaba besando mi glande y jugando con su lengua sobre él mientras su mano derecha tocaba mis huevos cogiéndolos en una sola mano. Entrar en su boca hasta el fondo me hizo ver las estrellas y soltar una lechada imponente, la visión de ver su boca rebosada de mi esencia cayéndose por sus comisura me produjo una sensación de amor que mi impulso fue besarlo mientras saboreaba mi propia leche en su boca. Fue la primera vez que nos la chupamos, pues después yo hice lo mismo con él, exactamente lo mismo. Después de esas primeras veces con Paco, recuerdo de ir a casa del Rafa a ver alguna película para ver si se excitaba y me dejaba chupársela. Desde que se la vi esa primera vez que nos enseñó a masturbarnos no dejé de querer hacerlo, y vaya que si lo hice, y varias veces. Tenía una poya enorme que me costaba meterme entera en la boca, él fue el que me enseño a chupar los huevos con tanta sabiduría. Le encantaba como se la chupaba, disfrutaba mucho dándome con ella en la cara y le encantaba correrse en mi boca. El Rafa si que era vicioso, pero a mi me gustaba, y mucho. Quiso penetrarme, pero no me dejé, su poya era muy grande y tenía la ilusión de que Paco disfrutara el primero dentro de mi.

- Como ves, no me paro en si te incomoda mi detallismo de los hechos, pero fue algo tan bonito que me es imposible no hacerlo así. Perdona si te estoy asqueando. Miraba a Rodrigo y veía que ni parpadeaba.

¿Qué dices?, si yo te vi hasta penetrándolo, además yo con el Rafa también hice mis cosas. ¿Te cuento un secreto?, yo si me dejé que me penetrara, follaba muchas veces con él, en esa época me gustaba mucho que me la metiera, iba todos los sábados por la mañana a la misma hora, porque su padre siempre se iba a trabajar y yo me metía en la cama con él y lo primero que me hacía era ponerme de espaldas, cogerme la mano y llevársela a su poya y meterme la mano debajo del pantalón para lubricarme el culo, menudas folladas me pegaba, pero a mi me encantaba tenerlo dentro, me folló en todos los sitios de su casa, le encantaba bombearme contra la pared de pie, me dolía mucho al principio, pero cuando me acostumbré era una gozada y nos pasábamos la mañana sin parar. También follé algunas veces con Ramón, que aunque era un "pichacorta" la tenía gorda y nos lo pasábamos muy bien. Además, me acuerdo perfectamente de lo bien que tu me la chupabas alguna vez que nos perdíamos todos juntos , no te creas que se me ha olvidado. No me voy a asustar por nada de lo que me cuentes.

Después de expresarle mi sorpresa no pude dejar de reírme, pensando que menuda perra había sido él también, continué mi relato, no sin embargarme las dudas sobre Rodrigo, estaba casado, tenía hijos, pero parece que esa época de adolescencia fue de experimentar. 

Hasta el final llegamos durante los mundiales de fútbol del 82 en mi casa. Como le gustaba... y eso que yo lo estaba deseando. Fuimos muy rápidos en muy poco tiempo, demasiado jóvenes, demasiada testosterona y mucha película porno. Soñaba con el momento de sentirlo dentro de mi desde que vimos la única película de tríos en casa del Rafa. Cuando vi que dos hombres se culeaban mientras uno de ellos follaba con la chica se me despertaron las ganas de probarlo, y tenía que ser con Paco, pues me daba miedo y con él sabía que sería especial.

Durante las tardes mis padres no estaban en ese verano y Paco se venía a ver los partidos en mi casa, y en mi habitación tenía una TV de 14' en blanco y negro que se veía todo enano. Recostados en la cama veíamos la televisión sin prestarle apenas atención con nuestras manos metidas debajo de los pantalones del otro, tocándonos lentamente nuestros miembros durante todo el partido.

En uno de ellos, aburridísimo por cierto, fue un Alemania-Austria, el aburrimiento me hizo hacer algo que nunca había hecho nunca con Paco. Lo puse boca abajo y empecé a besarle esas nalgas apretándolas a la misma vez jugando con mi lengua en ellas mientras él veía el partido, pasando mi lengua en su rajita empezó a abrir las piernas sutilmente, dejando al descubierto un agujero que olía a jabón de recién duchado. Su mirada cómplice me invitó a besar ese orificio lentamente, pero fue cuando mi lengua pidió paso para entrar cuando su gemido y su mirada de aceptación nos hizo olvidar el partido y entregarnos al placer mientras su mano apretaba mi cabeza hacia su culo pidiéndome mover más rápido mi lengua.

¡Me corro Juanjo!, ¡me corro!. Metí mi cabeza debajo de su cuerpo y su poya descargó todo en mi boca mientras mis manos no podían dejar tocar sus nalgas metiendo dos dedos en su dilatado culo. Fue una de nuestras mejores corridas. Ni que decir tiene que verlo disfrutar así y sus gemidos hicieron que sin ni siquiera tocarme, mi miembro escupió toda mi leche llegando a su espalda y nuca.

Descansamos después de tanta excitación, pero al rato yo ya tenía otra erección dispuesta. Esas edades eran lo que tenía, enseguida estabas dispuesto de nuevo, no como ahora, que me cuesta horrores mantener una...

- Pásame la poya por el culo, verás que gusto... En postura de cucharilla fui pasándole mi glande por toda la rajita del culo con tranquilidad, la verdad es que mi miembro explotaba cada vez que pasaba por su agujero, pero nunca intenté nada para penetrarlo, fue él el que echando un poco de saliva en mi glande empezó a intentar meter mi miembro en su culo haciendo movimientos circulares. Le costó mucho y yo estaba temblando por si se hacía daño, pero reconozco que era una excitación tremenda notar que poco a poco iba entrando. Cuando llegó hasta el fondo, no sin esfuerzo, me pidió que lo abrazara y me moviese lento intentando bombear un poco. Cuando el dolor pasó y vi que era él el que se movía no pude evitar el darle unos palos en el cachete del culo mirando como mi poya entraba. Me miró retorciendo la cabeza y fue la primera vez que me dijo con cara de vicio: fóllame hasta que te corras, ya no me duele. Dame fuerte.

Esa fue nuestra primera vez que llegamos hasta el final. Excuso decirte que me corrí dentro y sin sacarla seguimos hasta correrme de nuevo dos veces más. Después de eso era normal follar hasta el final, le encantaba cabalgar sobre mi poya, siempre era él el que tomaba la iniciativa, yo apenas hacía nada una vez que se me montaba encima. A lo máximo cogía sus nalgas para apretarlas cuando me lo pedía, se volvía muy vicioso cuando tenía mi poya dentro. Me encantaba cuando me pedía que lo "jincara" al oído y con su lengua casi me ahogaba.

- Así fue como yo os vi, tú le dabas cachetes en el culo mientras él no paraba de moverse hasta que te corrías y el se corría encima de tu pecho. Yo fuera del cobertizo os veía y no paraba de tocarme. Me masturbé muchas veces viendo el espectáculo y después en mi casa acordándome. Rodrigo seguía muy atento al relato sin perder detalle.

- Pero te digo una cosa Rodrigo, él a mi nunca me penetró, y es algo que se me quedó pendiente. Le encantaba sentir mi poya dentro de su culo, disfrutaba mucho y eso para mí era suficiente, pero me quedé con las ganas de sentir como entraba su preciosa poya que tantas veces chupé en mi culo. 

Luego pasó el tiempo y empezamos a distanciarnos cuando él se echó novia, me contaba como se la follaba y yo empecé a poner excusas para no vernos, me asqueaba y me dolía oírlo. Ahí me di cuenta de que estaba enamorado de él. Pero pasamos unos 4 años follando sin parar, de los 15 a los 19 folle más que en toda mi vida. Además empecé a salir por el ambiente gay y lo hacía a menudo con otros. Pero con Paco, apenas nos veíamos no podíamos estarnos quietos. Siempre buscábamos el quedarnos solos para tocarnos y besarnos. Necesitábamos follarnos. Fue bastante bonito, sinceramente, pero nos perdimos la pista. Jamás hablamos de relación, de amor, de si éramos homosexuales o no. Yo ahora entiendo que me enamoré sin ser consciente de ello.

Rodrigo me miraba con una pequeña sonrisa mientras terminaba su helado de chocolate, el cual dejó en la mesa y de una forma muy solemne me miró y me soltó de golpe: "me has contado lo mismo que me cuenta él", lo veo mas a menudo de lo que te he dicho, pues coincidimos en el mismo bar muchos días de la semana, y hace como un año o así, nos pusimos a rememorar toda esa época y con todo lujo de detalles me contó lo mismo que tú, él también aceptó que estaba enamorado de ti, pero ninguno de los dos fuisteis conscientes en ese momento, todo lo tomabais como un juego de adolescentes. Desde entonces no paramos de hablar de ese tema, te recuerda con mucha nostalgia y cariño. Creo que ahora está aceptando que ha sido siempre homosexual, y se arrepiente de no haberlo aceptado antes.

No me sorprendió lo que me contó, pero si que mi expresión de pena inundó mi cara. De haber sido conscientes podríamos haber mantenido una relación, quizás seguir juntos, quien sabe, pero se casó, tuvo niños y una vida que yo veía convencional que a mi no me correspondía. Creo que no fue valiente y se negó a ser diferente, lo que yo acepté con total naturalidad como un proceso normal en mi vida, él no fue capaz de hacerlo, no puedo culparlo por ello, eran otros tiempos.

- Tenemos que juntarnos y vernos, Juanjo. Es bonito recordar lo bien que nos los pasábamos juntos en una época que nos marcó a todos. Dijo con ganas de profundizar en el tema.

- Yo no estoy interesado Rodrigo, es una época que recuerdo con un cariño inmenso, y quiero que se quede así. Me casé con mi marido hace seis años y no quiero remover el pasado, prefiero que se quede como un gran recuerdo. Fui tajante.

Nos despedimos en la puerta del KFC no sin darnos un estruendoso abrazo. Dale recuerdos a Paco de mi parte, dile que lo recuerdo con mucho cariño. Pero en mi vida siempre me quedó ese gusanillo de haberlo visto mas y haber intentado algo con él, pero no se dieron las circunstancias. Lo vivido con la pandilla, y sobre todo con Paco, siempre será un recuerdo imborrable.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente


La casa de campo de Alicia y nuestros juegos infantiles

martes, 24 de febrero de 2015 | 1 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Siempre me gustó tener amigos locos, y sobre todo maravillosos locos que les encantaba ser infantiles cuando había que serlo para disfrutar como verdaderos niños.
Me encantaba juntarme con ellos y pasarlo bien haciendo tonterías de niños a pesar de mis 22 años, pero me distraía de mis exigentes estudios de arquitectura que me absorbían todo el tiempo del mundo, por eso cuando Alicia, compañera de natación, me dijo de ir a su casa de campo con unos amigos un fin de semana ni me lo pensé. Necesitaba un asueto de la universidad, llevaba demasiado tiempo absorto en unos exámenes cada vez mas exigentes.

Alicia era la mas antigua del grupo de natación de la universidad, una bendita hippy que provenía de familia bien acomodaba y poseía una hacienda enorme en el campo, como a unas dos horas y media de la ciudad, era donde sus padres descansaban junto con toda la familia en los veranos.
La hacienda se mantenía sola durante todo el año con las cosechas de maíz y caña de azucar, pero según Alicia era una pena, porque casi nunca iban desde que se hicieron ella y sus hermanos mayores, pero a ella le encantaba pasar temporadas allí sola sobre todo para preparar exámenes. Estudiaba antropología social y además tenía pinta de ello, no como yo, que era el raro de la facultad de arquitectura... todos bien arregladitos, de buenas familias y yo un pseudohippy marihuanero que daba la impresión de "darme igual todo", aunque era una coraza, mi condición de homosexual no era muy bien aceptaba por entonces en los ámbitos de mi ciudad y lucir así me evadía de enfrentar a algún "mente cerrada" por mi condición.

Nos recibió doña Juana, asistenta encargada de cuidar la finca con su marido y sus tres hijos desde la infancia de Alicia, la cual ejercía de dueña de la casa mientras los "amos" no residían allí.
Los 8 amigos que fuimos con Alicia no cabíamos en nuestro asombro de ver la majestuosidad del valle que presidía la casa principal, una construcción grande pero rural y con un gusto exquisito en su decoración, aunque un poco descuidada por la falta de utilización.

De todos los que fuimos con nuestra amiga yo solo conocía a tres de ellos del grupo de natación: Jose Luis, un compañero de facultad inmerso en pensamientos tan dispares como el programa SETI de búsqueda de vida inteligente extraterrestre que lo tenía absorvido, Maria Jesús, una encantadora amante de los animales estudiante de veterinaria, y Adolfo, un renegado social que estudiaba historia e iba a la piscina solo porque le gustaba Alicia.
A los otros no los conocía, pero siendo amigos de Alicia seguro que serían otros "raros" divertidos como ella, no me preocupó no conocerlos, me gustaba mucho conocer gente nueva.

Repartidos en nuestras habitaciones (me tocó dormir en la misma habitación que Jose Luis) desde la cocina enorme que presidía la casa Alicia vociferaba para que nos apuraramos para ir a recoger la hacienda. Roberto, el hijo de doña Juana, nos esperaba para guiarnos en una caminata de reconocimiento por todas las plantaciones y por el riachuelo que cruzaba toda la finca de este a oeste.

Roberto no tendría mas de 17 años, un moreno de piel, fuerte, medio bruto y de mi estatura (unos 1,65 o por ahí) que ejercía de perfecto anfitrión para los "urbanos" amigos de la "ama", aunque a Alicia le cabreaba bastante que así la llamara. Ella no era como sus padres, le enojaba esas diferencias de clases y así se lo hacía entender a toda la familia de doña Juana, quería un trato de igual pues para ella eran como su propia familia.

Mi primer contacto visual con el muchacho me puso nervioso, era evidente que me encantó, pero su mirada hacia mi me dejó ardiendo de deseo, aunque no quería meter la pata y hice como si no me hubiese dado cuenta que yo a Roberto también le gusté. Fue una conexión rara, pues no asociaba a un chico tan joven y de vida rural ser tan descarado con alguien de su mismo sexo. Nadie se dio cuenta, excepto Alicia, a esa pícara no se le escapa ni una y con su sonrisa cómplice nos apremió a empezar a caminar para llegar a tiempo a la excelsa comida que la madre del muchacho nos obsequiaría a la vuelta.

Después de comer el exquisito guiso que se nos preparó Alicia decidió comenzar con los juegos. "El escondite" lo recibimos todos con júbilo y entre risas empezamos a echar a suertes quien era el primero que se "quedaría" para buscar a los demas. He de decir que me veía ridículo jugando a ese juego infantil, pero en el fondo me encantaba disfrutar inocentemente de los entretenimientos que Alicia siempre nos proponía.

- ¡Roberto quédate y juega con nosotros! !Será divertido, tu sabes muchos escondites en la casa!. Le ofreció Alicia al extrañado Roberto.

Bernardo fue el primero en tener que buscar a los demás, un amigo de Alicia que no conocía, pero unas cuantas palabras en la caminata me dio a entender que era una gran persona, pacífica, tranquila y muy culto.

Corrimos como posesos en busca de un escondite y por inercia todos miramos a Roberto para que nos indicara entre risas donde escondernos. Cuatro de nosotros le seguimos escaleras arriba hacia una habitación de "bartulos" pequeña que presentaba un gran armario donde con premura entramos con el nervio de no ser encontrados.
Me tocó entrar el primero y justo después de mi entró Roberto seguido de los tres mas que nos acompañaban. Ahí de pié, a oscuras y apretujados, las risas nerviosas no las podíamos silenciar mientras Santi, el primero de la fila nos obligaba a permanecer en silencio chistando a cada momento.
En el fondo del armario me apoyé en la pared del mismo esperando pacientemente nuestra salida cuando notaba como Roberto se echaba para atrás intentando despegarse de las personas de delante, su cuerpo se juntó con el mío poniéndome sus nalgas sin ningún reparo junto a mi paquete. Estuvimos así parados unos minutos hablando entre todos nosotros "bajito" para no ser escuchados fuera del armario.

Roberto comenzó a hacer pequeños movimientos al notar que mi erección empezaba a ser evidente con el roce de sus nalgas, lo que empezó a ponerme bastante nervioso por los acompañantes de juegos, pero a él no pareció importarle pues siguió y siguió hasta que decidimos salir del armario para conseguir no ser descubiertos.

Al salir me sonrió con la mirada aceptando el juego que empezó dentro, sin duda sería cuestión de continuar con el dejándome guiar para escondernos. Y así fue en la siguiente ronda, pero esta vez sólo fuimos tres los que volvimos al mismo escondite dónde me apresuré por entrar de nuevo el primero, asegurandome que Roberto entrara seguido a mí.
El roce continuó cada vez mas evidente y mis manos ya acariciaban sus nalgas disimuladamente por encima de su pantaloneta deportiva para que nuestro acompañante no notase nada del juego erótico que transcurría a sus espaldas.

En la siguiente escondida volvimos al mismo armario asegurándonos de que nadie nos siguiera, esta vez lo quería para nosotros solos y nada mas entrar continuó con su roce cuando sus manos dirigieron las mías hacia la parte delantera de su pantalón.
Entrando bajo su pantalón mi mano descubrió un tremendo regalo en forma de verga considerablemente grande que pedía ser masajeada fervientemente, mientras su cabeza se apoyaba en mi hombro suspirando el placer que le estaba proporcionando.

- ¿Te gusta así despacito?. Le susurré en el oído mientras sus nalgas no paraban de pelearse con mi erección.
- ¿Quieres que te haga correr en mi mano?. Parecía gustarle mucho que le hablara mientras le masturbaba, pues sus suspiros subían de frecuencia.

Un ruido en la habitación cortó nuestro éxtasis erótico. Uno de los amigos llegaba a esconderse de nuevo en el armario y salimos de el antes de que entrara. Mi erección no se podía disimular y tuve que ir rápido al baño para intentar rebajarla.

Roberto me cogió de la mano nada mas empezar la siguiente ronda para ir a otro escondite. Al lado de la cocina una especie de habitación-despensa lucía vacía y oscura, con un pequeño taburete donde me senté esperando su siguiente reacción. Cerró la puerta con llave y sentándose sobre mis muslos dijo susurrandome: ¿seguimos lo que hemos empezado?.

Mis manos volvieron dentro de su pantalón agarrando esa "vergota" que ya lucía húmeda y frotando sin descanso volvimos al mismo punto donde lo habíamos dejado. Mi otra mano sobaba sus apetitosos huevos mientras sus movimientos de caderas seguían haciendo explotar mi verga con sus roces de nalgas. Solo paró de moverse cuando mi mano izquierda bajó buscando un agujero que Roberto facilitaba abriendo las piernas. La entrada de mi dedo tan fácilmente en su ano me excitó sobremanera y mi frecuencia empezó a subir mientras en mi oído susurraba: házmelo con el dedo, házmelo con el dedo.

Apretando su verga con mi mano retuve todo el semen para que saliese despacito y pringar todo su tronco de un líquido ardiente que quería probar.

- ¡Levántate y ponte de frente, que te la voy a limpiar!. Le ordené sin dilación.

Mi boca se explayó saboreando tan rico líquido y aprisionando con mis labios una verga poderosa que no bajaba su guardia, cuando una vez limpia le dí la vuelta y con el mismo jugo humedecí sus nalgas produciendole un placer que no pudo disimular. 

Con el juego de las escondidas terminado Roberto me citó en la orilla del riachuelo que habíamos estado en la mañana y tuve que inventarme una necesidad de pasear solo antes de dormir para no levantar sospechas.

Roberto me esperaba puntualmente y sin dilación fue a recibirme bajando mi bragueta para chupar con ansiedad mi miembro aún dolorido por el roce de la tarde.

- Me he quedado esta tarde con ganas de meterme esto. Dijo en un descanso de su mamada.

Poniéndose boca abajo sobre el pasto bajó su pantaloneta negra deportiva ofreciendo un manjar difícil de desechar. Esas nalgotas estaban impacientes y con pequeños empujones entró a la primera a la misma vez que los suspiros de mi amante me ponían cada vez mas salvaje.

- ¡Como me gusta tu culo cabrón!. Ya no podía controlarme.
- Sigue follándome, sigueeeee así rápido. Roberto pedía que fuese cada vez mas violento en mis embestidas.

No pude aguantar mas, apretando todo lo que pude mientras el realizaba movimientos de sus nalgas con mi miembro dentro me exprimió todo lo que tenía acumulado de la tarde.

- No te salgas, quedémonos así un rato. Roberto parecía dormido mientras yo seguía dentro de el y comenzó a mover las nalgas de nuevo.
- Tengo que irme ya. Van a sospechar. Acerté a decir.
- Vale, pero mañana te espero aquí otra vez. ¿Dejarás que te la meta yo?
- Lo estoy deseando Roberto. Mañana a la misma hora nos vemos aquí otra vez.

No hace falta que os diga que cada vez que Alicia me invitó al campo jamas lo dudaba. Roberto me esperaba con la misma ansiedad que yo, y nuestros encuentros a la orilla del riachuelo siguen hasta ahora.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente


El introvertido tio de Pablo que me hizo ver las estrellas

sábado, 31 de enero de 2015 | 0 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Corría el año 2004 cuando ya mi cuerpo empezaba a mostrar unas formas bien definidas y en el gym era uno de los fijos todas las tardes, necesitaba mi dosis de ejercicio diario para estar a gusto conmigo mismo. Me creé la obligación un año antes al aceptar al fin que mi relación estaba rota totalmente con mi ex, una relación demoníaca los últimos tiempos, que me amargaba mas que disfrutar de ella.

Cuando tu pareja decide que le apetece salir con amigos antes de estar contigo fue la primera señal... no lo entendía, ¿como era posible que te apetezca irte de copas con amigos antes de que salgamos los dos juntos?, me lo preguntaba una y otra vez hasta que acepté que todo se había terminado, no estábamos en la misma onda. La decisión llegó traumáticamente, porque cuando le dije que quería dejarlo él me confesó que llevaba tiempo habiéndolo dejado... un flash para mi ego!.

Las tardes en el ginmasio me ayudaron a entretenerme viendo esos cuerpos perfectos, creyendo que tenía alguna posibilidad de comerme alguno pasé varios meses sin faltar ni un sólo día, pero en esa ilusión fue pasando el tiempo sin darme cuenta y poco a poco borrando mi maltrecho recuerdo fui formando una musculatura propia de los que a mi al principio de llegar al gym me fascinaban.

Jamás tuve ni una sola posibilidad con esos "mastodontes" que tanto me gustaban, pero mi regularidad y afinidad con ellos iba en aumento. Realizábamos los ejercicios juntos, pues aceptaron que era uno mas del grupo y al final conseguimos reunir una buena "banda" de amigos que empezamos a contarnos intimidades. Por supuesto desde el principio dejé claro que era homosexual, lo que a alguno de ellos les importó mas de lo que creía y se separaron sutilmente de mi compañía, cerrando el grupo a unos seis o siete individuos que nos hicimos inseparables en nuestras rutinas diarias de ejercicios.

Pablo se disculpó por no poder realizar con nosotros los ejercicios esa tarde, había convencido a su tío a entrar al gym y quería guiarlo en sus primeras rutinas.

- Este es mi tío Enrique chicos, y ella es su hija, mi prima Letizia. Pablo con verdadero orgullo nos presentó cortesmente antes de dedicarse por completo a ellos.

Enrique me causó impacto con su cara de rasgos duros y una perilla adornando los contornos de sus labios verdaderamente apetitoso, a pesar de sus mas de 50 años se veía muy bien cuidado y mantenido, ¡un verdadero hombre!. Ni que decir tiene que intenté acercarme a el mil y una vez para guiarlo en sus ejercicios, intentando entablar conversación, aunque era demasiado introvertido, lo que me exasperaba.

- ¿Tu tío es demasiado callado no? Le pregunté en un momento en que Pablo y yo realizábamos unos ejercicios independientemente de los demás.
- Es un poco raro, siempre lo ha sido, sin embargo mi prima es un loro, no para de hablar, me tiene cansado. Dijo con una sonrisa de compasión.

Fueron pasando los meses hasta que Enrique parecía estar mas cómodo con nosotros, aunque seguía sin hablar mucho, sólo ese último día antes de empezar la Semana Santa nos dijo que salía en una de las procesiones mas famosas de mi ciudad. El viernes santo en la mañana se enfundaría su túnica morada para cargar el paso de la "Oración del Huerto".
Mi afición a la fotografía hizo el resto. Me levanté ese viernes a las 5 de la mañana para coger un buen puesto en primera fila para ver la procesión con mi cámara de fotos, imaginármelo vestido de nazareno me ponía bastante cachondo... hasta que llegó en su turno cargando el trono repleto de sudor que aliviaba con un pañuelo antiguo que revestía su cabeza en forma de albañil.
Mis dedos no pararon de apretar el botón de la cámara una y otra vez asegurándome de sacarle una buena toma para tener una excusa de intimar mas con él. Tenía la intención de regalarle una foto a tamaño 60x45 impresa en papel pluma o pvc. Seguro sería un buen primer paso para acercarme a el.

Una vez pasada la Semana Santa volvimos regularmente al gimnasio y la maravillosa foto que le tome a Enrique iba en el maletero de mi coche para regalarsela. Pero "mi gozo en un pozo", Enrique no llegaba despues de las vacaciones a seguir con sus ejercicios. Pablo no sabía nada de su tío... "tendrá mucho curro y no tiene ganas de venir seguramente", me dijo desilusionado de ver que no enganchó a su tío para hacer deporte como el quería.

Fue en esos días cuando Pablo me contó toda la historia de Enrique. Estaba viudo, pues su tía murió hacía unos 10 años por un accidente doméstico y él quedó con la hija de 7 años totalmente traumado, según él.

- Pasó una racha muy mala, todo el mundo decía que era la depresión, pero creo que una depresión no dura tanto, siempre ha sido raro realmente, con la familia nunca era muy abierto. Pablo mostró sus dudas.
- ¿Y que crees que es Pablo? Le interrogué.
- Pues mira, la verdad es que creo que no soportaba a mi tía ni a la familia, aparte siempre he creído que tenía muchos "rollitos" fuera de su matrimonio, no se, a mi siempre me ha dado esa impresión. Además aunque parezca tan tosco y seco es una persona muy sensible. Yo he hablado con el muchas veces de cosas que jamás hablaría con mis padres y no aparenta nada de lo que se ve en el exterior. Es el único de mis tíos que me ha llevado a un museo, a una exposición, al teatro. Pablo hablaba con verdadero fervor sobre su tío. Y estoy convencido que casi todos los amigos que nos acompañaban eran gays. Apuntó como información valiosa para mí, lo que me hizo esbozar una pequeña sonrisa de sorpresa, aunque realmente era de esperanza.
- Entonces le va a encantar la foto que le hice en viernes santo cargando el trono.
- No jodas! dejame verla. Me apremió a enseñársela.

La cara de sorpresa de Pablo al ver la foto era un poema, creo que hasta se emocionó.

- ¡No sabía que eras tan buen fotógrafo! Te aseguro que le va a encantar. Vamos luego a su casa y se la das. Pablo parecía impaciente por que su tío viese el retrato.
- Me da vergüenza Pablo, no tengo mucha confianza con tu tío y parece que voy buscando algo regalandole esto. Quería parecer recatado cuando jamás lo he sido. Realmente estaba deseando ir a verlo.

Sin hacer caso a mi comentario Pablo buscó en su bolsa de cintura el celular para acto seguido llamar a su tío. Nos espera a las 9 en su casa, apúrate con los ejercicios y vamos.

La casa de Enrique comprendía una pequeña construcción en plena huerta con un porche encantador para el verano, donde ya tenía preparado una pequeña mesa con algo de picar. La decoración del interior de la casa demostraba la mano de alguien con conocimientos en decoración, pues a pesar de la pequeñez estaban todos los espacios muy bien aprovechados. Sobre todo una barra americana encantadora con tres taburetes altos que daba hacia la encimera, donde podrías tomar algo mientras alguien cocinaba.

- Enrique esto es lo que quería traerte, le dije enseñándole la imagen impresa. Te vi en la procesión y te tomé algunas fotos.

Su cara de agradecimiento me enterneció y con un abrazo respetuoso despertó una química que hasta su propio sobrino lo notó.

- Muchísimas gracias, está genial. Voy a ponerla al lado de la barra, la enmarco mañana y la pongo. Me gusta muchísimo, no tenía ninguna foto cargando el trono.

Pablo riéndose no paraba de mirarme apuntándome con la mirada que "ya te lo había dicho, le iba a encantar".

Un par de cervezas con queso, jamón y aceitunas mientras la conversación entre los tres no paraba... el tema fotográfico dio para mucha conversación hasta que Pablo me apremió para irnos. Tenía que trabajar e íbamos en su coche.

- Fran quedate si no tienes prisa y nos terminamos las cervezas que me quedan, tengo que ir de todas formas al centro. Enrique sin ninguna pretensión aparente me ofreció seguir la conversación.


Ya solos, la conversación fotográfica seguía y seguía, pero las cervezas me iban haciendo efecto. Mis ojos no podían dejar de mirar ese paquete que sobresalía en su pantaloneta deportiva amarilla, se notaba prieto y abundante. No se si de dio cuenta de mis miradas porque el seguía ensimismado en la conversación y sin parar de abrir "quinto" tras "quinto" de cerveza en cuanto veía que la mía se iba terminando.

- ¿Nos terminamos las últimas en la barra, que fuera ya va haciendo fresco? Enrique ya iba recogiendo las botellas dando por echo que estaría de acuerdo.

Sentados uno frente al otro en la barra americana en esas sillas altas que impedían que mis pies tocaran el suelo saqué la conversación del porque dejó de ir al gym.

- ¿Es que me hace falta? Dijo con una sonrisa pícara...
- Ja ja ja, no hombre, es que es una pena que ya que empezaste lo dejaras.
- Soy muy impaciente y los dos meses que estuve no vi muchos resultados, ya después de las vacaciones no tuve ánimos para volver, mi hija si va y no para de decirme, pero realmente me engandulé. Tampoco creo que necesite mucho el gimnasio, creo que me conservo bien y juego todos los fines de semana baloncesto con los amigos, aparte de vez en cuando me voy de caminatas largas con un grupo de trekking. Lo del gimnasio era mas por estar ocupado que otra cosa. A ti si se te nota que llevas bastante tiempo yendo, se te nota bastante fuerte.
- Llevo ya mas de un año la verdad, y voy casi todos los días, empecé también como una forma de mantenerme ocupado por las tardes y ahora no puedo dejarlo, el día que fallo me odio por eso. Creo que se llama síndrome de abstinencia.

Notaba que mientras hablaba su mano me tocaba el muslo comprobando la dureza de mis músculos a lo que reaccioné ofreciéndole mi aprobación e invitándole a seguir.

- ¡Verdad que da envidia tener unos muslos así!. Comentó mientras un pequeña sonrisa se esbozaba en su cara notando como se movía una reacción bajo mi pantalón.

Cambió de conversación al notarme incomodo por la sorpresa, pero al bajar una botella de tequila y prepararlos con limón y sal volvimos al tema de lo bien trabajado que lucía mi cuerpo. Y ya me propuse no sorprenderme, estaba claro que estaba empezando el cortejo y no pensaba desperdiciarlo.

El primer tequila entró como fuego por la garganta, el limón alivió un poco mi mirada cuando observe que se acercaba hacia mi y cogiendo mi cabeza me la tambaleó riendose.

- Es para que se te vaya el primer trago rápido, y diciéndomelo se fue acercando directamente a mis labios para estamparme un beso con sabor a licor que me mareó.

- Ven, ponte de pie junto a mi, que el segundo tequila siempre sabe mejor.

Poniéndome en pie entre sus piernas sus manos me dirigieron a colocarme de espaldas apoyando mis nalgas en su paquete que ya se notaba despierto. El segundo trago reconozco que me supo mejor, sobre todo porque con una dulzura innata me lo dio a tomar sin yo mover las manos.
Enrique puso la sal en mi nuca para tomarse el suyo, el roce de sus labios en mi nuca mientras su lengua jugaba para retirar la sal me hizo ver las estrellas, sobre todo al ver como sus manos entraban bajo mi pantalón cogiendo mi verga con ansiedad y empujándome hacia el.
No desaproveché la oportunidad de mover mi culo sintiendo el roce de ese paquete que ya lucía completamente erecto, a la vez que su boca ya recorría mi cuello desesperado por sentir esos expertos labios.

No hubo mucha espera, una de sus manos recorrió bajo mi pantalón saboreando mis nalgas y buscando un agujero que estaba dispuesto a todo, mientras con mi mano en la espalda bajaba su pantalón indicandole que estaba impaciente por sentirlo dentro de mi.

De pie fui bombeando con movimientos delicados disfrutando el momento, estaba tan retorcido ofreciéndole mis labios de nuevo que el dolor empezaba a ser insufrible, pero no importó, no pensaba dejar de disfrutar a ese hombre hasta el final.

- Muévete así, despacito. Su voz en mi oído sonaba a gloria con sus manos aprisionandome para no salir de mi.

El placer hizo que me corriese en su mano mientras continuaba enculandome ya mas violentamente y abrazándome por el pecho noté come su esperma inundaba mi trasero que no paraba de moverse para disfrutar esa verga dentro mi.

- No le dirás nada a Pablo, el sospecha algo, pero no quiero habladurías con la familia. Quédate a dormir y mañana te llevo a recoger tu coche. Enrique no perdió el tiempo.
- Por supuesto, será un placer repetirlo de nuevo, ¿porque vamos a repetir en la cama verdad?

Su sonrisa lo decía todo y dándome un beso cariñosamente me dijo al oído: "Esa poya que gastas la quiero dentro de todos mis agujeros"

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente


Sexo y permisos, un servicio militar para repetirlo

jueves, 18 de diciembre de 2014 | 0 comentarios


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

Llevaba un mes y medio ya de mili obligatoria donde me pasaba el día corriendo y preparándonos físicamente aún no sé para qué. Mi único momento de relajación era el rato de las duchas, donde todos los sufridos soldados aliviábamos el cansancio con una buena ducha fría, que me venía muy bien para rebajar el calentón de ver a tantos tíos buenos desnudos a mí alrededor. Mi homosexualidad nunca la escondí, aunque tampoco fui jamás con una bandera, pasaba desapercibido pues mi ausencia de “pluma” y ademanes no dejaban señalarme como el raro del grupo, aunque haberlos los habían y bien descarados, pero nunca fue mi estilo.

Ese día resultó especial. Normalmente nuestro Cabo Primero era el mando más alto que veíamos (salvo alguna rareza de encontrarse con algún sargento durante la tarde) en nuestras rutas de más de 15km, trotando por todos los alrededores del cuartel de Javalí, en Murcia. Sólo estuvimos corriendo ese día unos 5km pues había que terminar pronto para recibir al Subteniente de nuestra brigada de paracaidistas en su visita regular que hacía cada par de meses.

El Cabo Primero Montiel nos dio las órdenes imperativamente:
-     
-     - Se me duchan rápidos y arreglados con el traje de gala. ¡No quiero ni un solo fallo!. Revisen su uniforme y sus zapatos. Pretendía ser duro y amenazante pero nunca lo conseguía, se notaba demasiado que estaba tan harto de esa vida como nosotros y que sólo cubría el expediente. Le importaba el servicio militar tanto como a nosotros, o sea nada.

A las 13,30 en punto en el patio central estábamos cerca de 200 reclutas en posición de firmes y con los chorretes de sudor cayendo por nuestro inmaculado rostro recién afeitado, cuando con una solemnidad que daba risa el subteniente romero aparecía flanqueado por los dos cabos primeros que se encargaban de nuestra instrucción diariamente.
 Un rápido vistazo a las “tropas” y directos se fueron al comedor general donde estaba preparado el almuerzo para todos los presentes, incluidos los reclutas, cosa que no era normal, pues siempre comíamos solos y los mandos utilizaban el salón específico para ellos, pero según oí de los reclutas más antiguos al subteniente le gustaba que estuviésemos todos juntos, nunca supe el porqué.

Después del día tan estresante por no cometer ningún fallo que nos pasara factura al fin nos retirábamos al barracón a descansar, pero al entrar el encargado de los servicios de guardia me llamó, junto a otros tres compañeros.

-       - Hoy tenéis guardia de barracón, mirad la lista para ver vuestros horarios. Juanito el “furry” me jodió la noche, con su cara de no haber roto un plato en su vida nos amargó el descanso. No era normal hacer guardias nocturnas, pero había mandos altos en el cuartel y era inevitable. Ya había hecho una con la visita del sargento hace un par de semanas y eran matadoras.

Uffff, de 5,00am a 7,00am, la última guardia, aunque no era la peor tendría que levantarme cuando el mejor sueño me atacaba. En medio de mis lamentaciones apareció el revuelo en el barracón, el subteniente hablaba con nuestro cabo primero y miraban por encima de todos intentando buscar a alguien y ante mi sorpresa me estaban señalando. Un sudor frío me atacó toda la espalda y creí que ya la había “cagado” de alguna manera.

-         - ¡Valverde venga aquí!

-         -  A sus órdenes mi cabo primero, usted me dirá.

-         - Mañana a las 6,45am tiene que ir al cuartel de oficiales y despertar al subteniente. Avíseme antes de irse para que lo releve antes de diana.. La expresión de mi superior ofrecía un enigma para que me quedara a hablar con el cuándo se fuese el oficial.

-     - Escúchame con atención y por favor no falles. Su expresión se suavizó de una forma maternal. Mañana a la hora exacta vas, entras a la sala y llamas a la puerta de su habitación educadamente y si no te contesta que no te de vergüenza entrar a su habitación y lo despiertas moviéndolo pero sin ser brusco.. El sub tiene el sueño muy pesado y la última vez que mandó a despertarlo no lo hicieron y la bulla que me calló fue de cogones.
De verdad Valverde, despiértalo como sea y te esperas para acompañarlo hasta aquí, que si no se vuelve a dormir y luego me la cargo yo. No te preocupes por la hora, yo te cubro, ven a la hora que tengas que venir pero ven con él, ¡el cabrón es un dormilón de cuidado!.

Lo que me faltaba para ponerme más nervioso, toda la puta noche la pasé despertándome comprobando que no fuese tarde, y no por mi guardia, sino por ir a despertar al “patucho” del subteniente. Un hombre que a pesar de su pequeña estatura imponía por su presencia fuerte, su cabeza totalmente rapada y unas cejas muy pobladas que ocultaban sus ojos color verde oscuros que le hacían atractivo, aunque tampoco mucho. Quizás mi falta de sexo me lo hacía ver así, pues acostumbrado a ser bien promiscuo, el estar casi mes y medio sin “guerra” me tenía disparado, haciéndome ver posibilidades donde con certeza no la había.

Toqué cuatro veces la puerta sin obtener ninguna respuesta y cuando me disponía a abrir la puerta una voz medio adormilada me respondió con un “gracias” que no sonaba muy convincente. Efectivamente a los cinco minutos sin oír ningún movimiento abrí la puerta para comprobar que el oficial continuaba durmiendo a pierna suelta sin hacer caso de mis llamados.
La visión era bastante humillante para él, pero en su sueño no cabía el más mínimo decoro de oficial del ejército. Totalmente destapado, boca arriba y con una erección mañanera que dejaba ver un poco de su gran glande salir por los calzoncillos de algodón blancos que lucía.

Obviamente disfruté de la visión un rato antes de dirigirme hacia el “bello durmiente” para con suaves movimientos en el hombro intentar despertarlo. ¡No había manera!. Juro que estuve tentado al comprobar su sueño tan profundo de tocar ese hermoso paquete, pero la cordura me lo impidió, aunque mi erección ya era bastante indisimulable.
En uno de esos movimientos sus brazos comenzaron a estirarse, pero mis ojos no podían dejar de fijarse en ese glande que pedía permiso para salir con la esperanza de ver más, y su mano golpeó mi poya dura como las piedras. Instintivamente me retiré hacia atrás observándolo, pero él apenas le dio importancia y con un escueto “perdón” siguió desentumeciendo su sueño.

-         - Mi subteniente son las 6,55, le espero fuera mientras se viste. Mi voz quebradiza denotaba vergüenza y terror por estar delante de un oficial, a los cuales los teníamos como demasiado endiosados
.
-          -Tú también estas bien duro. Dijo sin ningún tipo de miramientos ni vergüenza.
-     
       - Jajaja, Mi subteniente son demasiados días aquí encerrado, uno no es de piedra. Mi risa nerviosa empezaba a indicarme que había posibilidades…
-          
      -Espera un poco, ayúdame a levantarme que dormido soy un torpe.

Su solicitud me confundió, con sus apenas 40 años no parecía torpe para nada pero hice lo que me indicó, ayudándolo dejándole apoyarse sobre mi brazo se sentó en la cama quedando enfrente de mi poya que explotaba.

-         -Te propongo una cosa, pero no te sientas obligado si no quieres. Sus palabras me dejaron helado y su actitud de tratarme de igual me asustó.

-         - Si está en mi mano. Mi sonrisa nerviosa ya le demostraba que sabía por dónde iba.
-      
       - Yo te hago un favor y luego me lo haces tú a mí. Sin ni siquiera esperar mi aprobación comenzó a desabrochar mi bragueta de botones dejando salir como un resorte mi arma totalmente dispuesta a disfrutar.

Con una delicadeza extrema sus labios fueron besando mi glande haciéndome esgrimir un suspiro imposible de reprimir. Tocaba con tal esmero con su lengua todo mi tronco que cerrar los ojos y disfrutar el momento fue algo innato. Ya entraba toda mi verga en su boca que con movimientos muy delicados la recorría desde el principio hasta el fin mientras mi mano acariciaba su extensa y fuerte nuca dirigiéndole para ir más rápido.

-        -¡Córrete en mi boca!. Sus ojos se clavaron en los míos apremiándolo pues estaba a punto de eyacular.

Dicho y hecho, su mano derecha insistía en masturbarme duramente mientras sus labios jugueteaban con mi glande. Pero fue cuando la mano libre bajó hacia mi ano cuando todo lo que llevaba acumulado regó toda su boca, disfrutando como su dedo entraba lentamente.

Sin espera se tendió en la cama mostrándome una sonrisa repleta de semen ofreciéndome su voluptuoso paquete. De rodillas sobre el suelo estuve disfrutando esos enormes huevos velludos cuando en el momento que mi boca comenzó el trabajo en esa poya tan apetitosa gimió estremecido dirigiendo mi cabeza a la velocidad que él quería.

-      -Bájame esa lengua aquí. Su mano dirigía expertamente mi cabeza hacia un agujero velludo y oscuro que no paraba de llamarme.

Creí correrme de nuevo mientras mi lengua ejecutaba una y otra vez las órdenes de mi amante que suspiraba sin remedio más y más fuerte.

-      - Entra y culeame, ¡entra y follame!. Su desesperación aún me puso más bruto cogiendo sus piernas y separándolas aún más.

Sin pausa entré a la vez que  mi amante se pellizcaba los pezones duros como piedras mirándome con una cara de vicio que era imposible dejar de mirar.
Aceleré los bombeos topando con sus nalgas bruscamente una y otra vez al ver la satisfacción que le estaba proporcionando, cuando en una de esas su poya disparó sin control hacia la cama una cantidad ingente de semen que hizo casi correrme de nuevo.

-        -Vamos a la ducha soldado. Dijo con una sonrisa de agradecimiento sin apenas descansar.

Su cuerpo lucía repleto de semen viscoso que se había expandido por todo su pecho peludo y barriga. Era una imagen morbosa que disfruté mientras entrabamos a la ducha admirándome de su polla, aún estaba en todo su esplendor a diferencia de la mía que bajó la guardia nada más levantarnos de la cama.

No hubo tiempo de hablar. Fue entrar en la ducha y el subteniente abrió el grifo para lavarme el trasero con esmero y devoción, besándolo mientras su dedo hurgaba dentro. Contra los cristales de la mampara me aprisionó fundiéndose conmigo en un abrazo de oso mientras iba notando como ese tanque me entraba por detrás suavemente.

La imagen que veía en el espejo que excitó sobre manera, me tenía de espaldas cogiéndome por la cintura y bombeando salvajemente mientras gemía y miraba su polla entrar una y otra vez en mi culo. Me abrazó y volvió a correrse, esta vez dentro de mí pero para mi sorpresa seguía y seguía enculandome susurrándome “déjame seguir, déjame seguir”.

Ese maldito cabrón no tenía descanso y mi cansancio empezaba a pasar factura haciéndome que las rodillas flaquearan, a lo que rodeó con sus manos mi cintura y una de ellas comenzó a masturbarme sin sacar su polla de dentro de mi.
Mi segunda corrida, que manchó toda la mampara de la ducha, fue de lo mas placentera recibiendo en mi nuca el jugueteo de su lengua y sus labios. Y aún quería seguir, pero ya  no podía mas.

-        -Discúlpeme pero ya no puedo más. Le dije suplicando.

Mi amante salió de mí y con mucha dulzura cacheteó mis nalgas para terminar de ducharnos, increíblemente su polla continuaba con ganas de fiesta.

-      -Ya hacía tiempo que no echaba un polvo tan rico. Dijo mientras lavaba sus enormes hombros y una sonrisa amable recorría su rostro.

-          -Es usted un toro mi subteniente. No tiene descanso. Mi conversación era limitada todavía con él.
-      
           - Esta noche vienes a dormir aquí, yo me encargo de todo.

Mi sonrisa de aceptación lo satisfizo y de una salimos directos al comedor de oficiales a desayunar. Algo muy rápido de tentempié y me fui directo a mi unidad a cambiarme y buscar al mi cabo primero.

-        -  Joder, si que has tardado Valverde. Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

-        -  Ese hombre es duro para despertar mi cabo, ha sido una odisea. Acerté a decirle.
-          
    -Ya te lo dije, pero muchas gracias por hacerme quedar bien. Hace un rato me ha avisado de que quiere que vayas a dormir allí esta noche al barracón de oficiales para que lo despiertes mañana. Me has hecho quedar de puta madre. Ya sabes que cada vez que venga vas a ser su despertador personal. Te aseguro que vas a pasar una mili bien tranquila. Guiándome un ojo me mandó para el barracón a descansar.

Y así fue, era un protegido directo del oficial de la compañía, un intocable, y cada vez que venía de reconocimiento (cada mes) nos perdíamos un par de días de sexo bestial y justo después siempre tenía un permiso de 15 días. Mi servicio militar se limitó a ser la putita del oficial, lo que me hizo tener una muy llevadera mili. Sexo y permisos, ¡¡viva el ejército!!

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

 
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