¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!: Reencuentro con mi amor adolescente
Me encanta mi
trabajo y me fascina estar viajando de un sitio a otro sin parar, pero eso
tiene varios inconvenientes que empiezo a echar en falta, como por ejemplo
poder tener una relación estable y duradera que jamás he tenido, y que a mis 43
años empiezo a necesitarla. Pero todo llegará a su debido momento aunque
verdaderamente no entiendo como podré hacerlo mientras siga con este ritmo de
vida.
Milán tiene todo lo
que una gran ciudad puede ofrecer y sería capaz de vivir aquí si mi empresa
decidiera dejarme un tiempo establecido aquí, cosa que veo difícil pues el
diseño de la programación la hice todo yo y las estructuras, cambios y
actualizaciones debo de coordinarlas personalmente para mantener el código de
fiabilidad y el estándar de calidad, por lo que me veo mientras tenga fuerzas
de avión en avión y de hotel en hotel.
Durante una de mis
mañanas libres visité la Catedral con esa inmensa plaza repleta de terrazas a
un lado donde tomar un expreso se hace un arte y claro que lo probé, aunque los
precios prohibitivos no me permitieron disfrutarlo como se debe. Gano un buen
sueldo, jamás me he quejado, pero pagar 8€ por un café me parece de juzgado de
guardia, me cuesta mucho ganarme un buen sueldo como para despilfarrarlo en
caprichos innecesarios.
El calor de agosto
en Italia se hace insoportable por lo que fotografiar los detalles de la magnífica
fachada de la catedral se me hizo una verdadera penitencia. Terminé regado en
un sudor asqueroso que ponía en peligro la estabilidad de mi cámara de fotos
cuando decidí dejarlo para entrar a ver el interior y así huir de los 37º que
me estaban matando fuera.
En una de las
capillas se veía hombres trabajando en algo de carpintería pero increíblemente
el ruido no era para nada molesto y me acerqué interesado en los trabajos, a
una cierta distancia pude comprobar que parcheaban los desperfectos de unos
bancos para el público cuando justo detrás de mí apareció un chico de rasgos
latinos que transportaba en los brazos varios paneles de madera.
Me pidió permiso
con una sonrisa ancha en un perfecto italiano clavando sus ojos azul intenso en
mis pupilas que no dejaban de recorrerlo admirablemente.
1.70, no mas que yo,
sobre unos 20 años, moreno trigueño, con un cuerpo trabajado en gimnasio pero
no exagerado, y con un trasero insultantemente bonito debajo de unos pantalones
deportivos verdes claros que se ajustaban perfectamente a sus muslos creando
una perfecta sintonía con la entrepierna.
Tuve que
desaparecer de la capilla pues yo mismo veía que era muy descarado como había
impactado el muchacho en mis ganas de sexo. Paseé una y otra vez por el
interior pasando regularmente por delante de los trabajadores sin perder de
vista a mi dulce latino que me
correspondía con miradas que yo quería interpretar como lascivas.
En la última de mis
pasadas por la capilla donde realizaban los trabajos observe como el muchacho
recogió unas pequeñas tablas para transportarlas fuera de la iglesia y ni corto
ni perezoso tuve las agallas de perseguirlo por si había oportunidad de un
encuentro que me permitiese conocerle.
Por el costado
izquierdo de la catedral fuimos caminando como unos diez minutos mientras miraba
escaparate falsamente interesado y disimulando lo que podía para no ponerme en
evidencia.
Dos veces lo pillé
observando hacia atrás, mi ilusión era que fuese buscándome a mí aunque ya
sabemos que cuando uno se obceca con alguien cualquier gesto lo interpreta para
su propio beneficio cometiendo errores la mayoría de veces.
A la distancia le
vi entrar en una pequeña tienda de la angosta calle por donde caminaba y
aceleré mi paso para que no se me perdiese en el interior con la esperanza de
que fuese un almacén y desde fuera pudiese verlo.
Al llegar a la
altura de la tienda me sentí dichoso al ver que era una tienda con todas las
paredes de cristal que estaba igualmente en obras y solo se le distinguía la
cabeza asomando detrás de un alto mostrador a mi amante ficticio.
Fingí estar
observando varios escaparates mientras no lo perdía de vista, ¡que preciosidad
de muchacho¡ no paraba de decirme, ese trasero merece la pena correr el riesgo
de una entrada, por probar no pasaría nada.
Nada más caminar
hacia la puerta de entrada levantó la mirada y su sonrisa indicaba que estaba
esperando a que llegara pues con su mano me animó a pasar.
- ¿Puedo
ayudarle en algo señor?, la tienda está de reformas y no hay nadie. Apuntó muy amable en un perfecto italiano.
- Hablo español
si te es más cómodo.
- ¡Que bien!,
sólo hablo español cuando me reúno con los amigos colombianos.
- ¿Puedes
ayudarme a situarme en el callejo? Quiero ir al estadio de San Siro y no se que
autobuses coger. Mis excusas eran cada vez más
patéticas, lo sé, pero me ayudaban a dejar claro que buscaba algo y si mi
acompañante iba por lo mismo seguro sería la confirmación.
- Claro, es fácil. Traiga el mapa y se
lo señalo con esfero.
Sin que me lo
pidiese entré a la parte del mostrador donde se encontraba y extendí el
callejero recién obtenido en una de las oficinas de turismo colocándome justo a
su lado. El mostrador era alto y apenas nos sobresalía media cabeza por encima de
el, pero si podía controlar a los
que pasaban por delante de los escaparates por afuera.
No pareció
molestarle el que hubiese entrado donde estaba y pegado a mi lado fue rotulando
sin ninguna vacilación todo el trayecto desde donde estábamos hasta el estadio
Giusseppe Meazza, no tenía mucho interés en visitarlo pero ya que se había tomado
la molestia de marcarlo claramente seguro buscaría un hueco para ir a verlo.
- Le señalo
también muchos de los sitios que puede visitar, está todo relativamente cerca.
Tanto como él ya lo
estaba de mí, su hombro ya invadía mi espacio y mi mano rozaban sus nalgas sin
intención hasta que dos cachetadas cariñosas agradeciendo sus explicaciones le
hicieron interrumpir el trazado que estaba haciendo para dirigirme una mirada
de aceptación con una sonrisa explícita.
Siguió marcando los
lugares que creyó debía visitar mientras mi mano sobaba lentamente ese trasero
suave y macizo mientras no paraba de darme las instrucciones pertinentes sobre
el mapa. Cuando se detuvo entre sus nalgas para acariciar con el dedo mas
profundamente observé que su miembro se quedaba pequeño en el pantalón y sin
pensarlo mi otra mano se dirigió a cogerlo con mucha dulzura.
Mi nuevo amigo no
paraba de indicarme los sitios sobre el mapa mientras yo ya no podía atender
otra cosa que no fuese mis deseos de comerme al muchacho.
Delante de mí sobre
el mostrador iba con su mano acariciando mi miembro totalmente erecto y con la
otra mano bajando su pantalón para dejar a la luz un trasero que era una
belleza.
Sacó mi verga
dirigiéndola hacia el trasero invitándome a frotarla contra él. Fundido con su
espalda mis manos lo masturbaban mientras lo apretaban contra mí.
- Ven, vamos al
baño. Estaba tan excitado como yo y necesitábamos un
sitio más íntimo para desatarnos.
Fue llegar al baño
y no pude reprimir a mi lengua recorriendo todo su cuerpo, pero lo que más me
excitaba era besar esas nalgotas morenas y perfectas que respondían con un
gemido cada vez que las mordía.
Dimos rienda suelta
a nuestra ansiedad durante al menos veinte minutos de sexo donde no paramos de
culear de pié, besándonos alocadamente hasta que mi amante eyaculó a la misma
vez que yo.
- Estaré en
Milán durante tres días mas, si quieres salimos a tomar algo cuando salgas de
trabajar y me enseñas la ciudad de noche. Realmente
quería volver a verlo.
- Por supuesto,
luego puedo irme a dormir contigo al hotel si quieres.
- Excelente
plan, por cierto me llamo Jensen ¿y tú?
- Mauricio, soy
de Santander, la de Colombia.¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!: Reencuentro con mi amor adolescente
DEBES TRAERLO A COLOMBIA PARA Q PASEARA JAJJAJA
ResponderEliminarjijji :)
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