Twitter Facebook Google Plus LinkedIn RSS Feed Email

Por fin una reunión de viejos amigos sirve para algo

domingo, 4 de mayo de 2014


¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

No sabía como demonios habían conseguido mi dirección de e-mail pero lo cierto era que recibí un mensaje de mi antigua escuela invitándome al 25º aniversario de mi promoción. Se realizaría una cena-baile en el pequeño hotel que pusieron al lado de la misma escuela hacía bien poco, así si alguien quería y vivía fuera de la ciudad tendría donde hospedarse, estaba bien pensado.

Llamé a Isabel Abad, la única de la época de colegio con la que mantenía algo de contacto, e igualmente había recibido el mensaje.

- ¿Qué harás? Terminé preguntándole.
- Pues a mi me apetece, además Juan estará de viaje por lo que estoy sola. Le dejo los críos a mi suegra y nos podemos acercar. Puede ser divertido.
- ¿De verdad te apetece?, esas reuniones siempre son tan tontas y falsas…
- ¡Ay maricón! No seas aguafiestas, va a ser divertido ver a toda la gente ya tan mayor. Nosotros estamos divinos y podemos ser las estrellas de la noche.

Isabel terminó de convencerme para decidir ser  unos de los comensales pero seguía sin estar muy de acuerdo. Mi condición de homosexual público seguramente traería algún problema en la reunión pues aunque no mantuviésemos el contacto la mayoría me conocería de la columna frívola que escribía en el periódico con más tirada de la ciudad, la cual levantaba siempre mucha polémica sobre todo en redes sociales e incluso hubo un programa tertulia en una transmisión de la televisión regional debatiendo uno de los artículos que levantó excesiva polvareda.

Realmente estaba nervioso cuando fui a recoger a “Isa” que se había vestido elegantemente con un traje de chaqueta que la hacía lucir muy elegante.

- Chica la verdad es que estoy de los nervios. Le confesé
- ¡Que tonto eres Edu! Vamos, saludamos, cenamos y si la cosa está aburrida nos salimos a tomar algo al centro. Tenía siempre soluciones para todo y sobre todo para tranquilizarme.

Toda nuestra pandilla de 8º de EGB estaba en el hall degustando unos ricos canapés regándolos con abundante cerveza cuando llegamos a una de las mesas donde se encontraban mis cinco compañeros de aventuras. Natalia Seprón, Pilar Serrano, Juan Martínez, Antonio Robles y una desmejorada Amelia Ballester que lucía un pañuelo que le cubría toda la cabeza. Cáncer de algún tipo pensé, cuando se adentre mas la noche me interesaré más profundamente por su estado…
Faltaba mi gran amigo de la infancia Agustín Montoro, lo último que supe de el es que se fue a trabajar a Brasil con una multinacional que explotaba petróleo en el amazonas, pero estábamos casi todos junto con “Isa”, que en aquella época no era de las asiduas a nuestro grupo pero era conocida de toda la clase, ella fue la delegada y todos la recordaban con bastante cariño.

Después de las conversaciones de rigor y de rememorar las miles de travesuras que todos realizábamos, el marido de Natalia entró a saco sobre algo que estaba en el ambiente y nadie quería tocar, mi extravagante columna diaria “No me llamo Gay, sólo lo soy” donde desmitificaba la vida nocturna sin tapujos de la ciudad. Adorada por muchos y odiada por la mayoría, era mi fuente de ingresos desde hacía mas de cinco años, después de estar dando tumbos de revista en revista de segunda categoría haciendo toda clase de trabajos que no me satisfacían desde que terminé periodismo y comunicación.

- Anda que no tendrás enemigos con lo que escribes… Illán, el marido de Natalia fue directo.
- Sólo los necesarios, la mayoría sólo son de “boquilla”. Contesté
- ¿Y eso?
- Pues que está de moda indignarse con algo que la sociedad dice que es inmoral, pero en el fondo muchos quisieran hacerlo y serlo.

Siempre tenía varias respuestas preparadas, los ataques hacia mi persona en todos los ámbitos me habían hecho prepararme y estar siempre alerta a cualquier impertinencia.

- Estas generalizando y mucha gente se podría molestar. Insistió con la conversación
- Normalmente el que mas se molesta es el que más lo desea. Continué desafiante

“Isa” viendo el cariz que tomaba la conversación interrumpió para interesarse por la salud de Amalia cuando vimos aparecer por la puerta del restaurante del hotel a Agustín. Isabel me miró expectante pues sabía toda mi historia con él desde el día de su boda que me emborraché y se lo solté todo, nunca lo había contado a nadie y desde ese día nuestra amistad fue creciendo más y más.

Agustin Montoro y yo éramos desde 6º inseparables, el llegó a medio curso desde otra escuela y mi interés por el se disparó desde el primer día. Para mi suerte caminábamos de regreso a casa en un grupo de chicos que vivíamos por la misma zona y poco a poco entablamos una confianza diaria, pero no fue hasta que la profesora nos comunicó una mañana que Agustín estaba en el hospital por un ataque de apendicitis que le dio la noche anterior cuando mis sentimientos por él se acrecentaron sin yo saber la explicación, con el tiempo lo supe, me había enamorado perdidamente aunque a mis 12 años no era consciente.
Recuerdo que conseguí reunir un poco de dinero para comprarle un comic de los que me dijo que leía para llevárselo en la visita que le haríamos por lo tarde unos compañeros de clase junto con la profesora. Su mirada de agradecimiento cuando se lo entregué terminó de completar lo que ya sentía.
Pasábamos todo el día juntos en su casa o en la mía, jugando con mis hermanos o con los suyos, haciendo el deber, merendaba en mi casa y yo en la suya.
Fue con quien experimenté el primer beso inconscientemente, pero a ambos nos gustó y no entendíamos el despedirnos sin besarnos, era como un juego al que no le dábamos importancia que ya no podíamos dejar de practicar.
Uno de nuestras  aficiones preferidas era meternos en los ascensores y no parar de besarnos cuando las cosas cada vez fueron a más. Me pedía que mientras nos besábamos le tocara su miembro y ese fue el placer mas supremo que experimenté a mi edad, no podíamos dejar de hacerlo en cualquier ascensor que tuviésemos la oportunidad de subir y estar solos.
Pero el destino nos separó cuando la educación básica terminó y nos correspondieron diferentes institutos de bachiller, seguramente fueron las peores vacaciones de verano que pasé en mi vida, saber que cuando volviera a las clases ya no le vería era un martirio.
Efectivamente, Agustín y yo dejamos de vernos por completo, sólo un par de veces durante ese año coincidimos en los juegos recreativos que había en mi barriada. El era buen estudiante y no salía después de clases, todo lo contrario que yo y ya no era nada igual, no hacíamos nuestros juegos que tanto me gustaban y conseguí convencerme que el lo hacía por diversión solamente, obviamente el no sentía lo que yo.
La última vez que coincidí con el fue hace doce años en unos grandes almacenes con su novia y aprovechó para decirme que se iba a vivir a Brasil durante unos años y desde entonces perdí su pista…

Saludó a todos y cada uno de los integrantes de la mesa efusivamente y cuando llegó a mi lado su abrazo me derritió en mil pedazos después de tanto tiempo.

- No me he perdido ninguna de tus columnas, compro el diario solo por leerte. Dijo después de soltarme.
- ¡No te creo!, te hacía en Brasil. Acerté a decir
- Estoy aquí hace seis meses, con la nacionalización de la empresa se ha jodido todo y el trabajo se volvió muy precario. He intentado mil veces llamarte o escribirte un mail para tomar algo pero siempre surgía algo que me lo impedía. No se si lo dijo de verdad pero yo quería creerle.

Isabel miraba atónita nuestra complicidad apremiándome para que nos sentáramos pues estaba todo el mundo pendiente de nosotros y no pudo reprimir preguntarle.

- ¿Vienes solo?
- Sí, me divorcié en Brasil, ella se quedó allí, yo vivo en la casa del campo de mis padres ahora. Su explicación la dijo mirando hacia mí.
- ¿Y entonces ahora en que trabajas? Insistió Isabel.
- He montado con mi hermano una pequeña empresa de transporte, tenemos dos camiones y vamos haciendo portes de un lado para otro. Conseguir trabajo de historiador ahora está muy difícil, tendría que ponerme a estudiar oposiciones y no tenía muchos ánimos de “hincar codos”.

La noche transcurrió con copas y baile pero Agustín y yo no pudimos levantarnos de la mesa poniéndonos al día de nuestras respectivas vidas hasta que Isabel, ya mareada, me comunicó que quería volver a casa. La miré pidiendo clemencia pero su gesto me decía que no podía mas, no había salida y no quería terminar mi conversación con mi amigo del alma.

- Yo os llevo Isa, ya es tarde y también voy a irme ya. Agustín tomó la iniciativa.

En el trayecto Isabel se quedó dormida debido a su exceso con el trago y continuamos nuestra conversación despreocupadamente hasta llegar al portal donde mi amiga residía.
De vuelta en el coche Agustín ya había dado la vuelta al final del callejón y estaba esperando que volviese de dejar a mi malograda Isa.

- ¡Vente conmigo al campo!, seguramente hace mas de 20 años que no lo ves, está muy cambiado. Nos tomamos unos tequilas y mañana te traigo si tienes algo que hacer, tengo tres habitaciones arregladas para huéspedes.

Agustín me sorprendió no por pedírmelo, sino por la forma, parecía que lo había estado ensayando toda la noche y que le costaba mucho trabajo hacerlo.

- Bueno, mañana no tengo nada que hacer, así si quieres visitamos a tus padres, hace demasiado tiempo que no los veo.
- Genial, les va a encantar verte. Los llamo mañana temprano para que vayan a comer al campo con nosotros.

Nada mas dejar el coche aparcado bajé sin dilación e inspeccioné todo lo que la oscuridad me dejaba ver, había ido a esa casa muchas veces de pequeño y ansiaba recordar, pero nada era igual.

- Ya no queda nada de como tu la conociste Edu, la arreglaron cuando les dije a mis padres que me venía a vivir aquí. Con su mano sobre mi hombro parecía querer consolarme.

Mi tristeza se disipó en un momento cuando Agustín me dio un abrazo espontáneo y al oído susurrándome me dijo que “no ha habido día que no me he acordado de ti”.

- Siempre he querido llamarte, de verdad, pero me daba vergüenza.
- ¿Vergüenza porque? Comenté sorprendido.
- Edu, estando en Brasil me di cuenta y lo acepté, jamás te fuiste de mi cabeza aunque nunca te lo demostré, desaparecí de tu vida y de la de todos creyendo que casándome con Inés y marchándome iba a olvidarme de mi realidad. Soy homosexual y estoy enamorado de ti, lo he estado siempre, desde que éramos unos niños pero me asustaba hasta hace bien poco que cumplí los 35 y no quería seguir viviendo una mentira e infeliz. No vine por ti, no te asustes, no se si tienes pareja o estas interesado todavía como yo, pero quise comenzar mi vida asumiendo mi condición y vivir.

Con mi cara llena de lágrimas no pude responder a tan abrumadora declaración, sólo dedicarle una sonrisa que Agustín tapó con sus labios mientras sus brazos me rodeaban en un abrazo de perdón que consiguió nada mas confesármelo.

Desde ese día no he vuelto a dormir en otra casa que no fuese esa, ni con otro hombre que no fuese Agustín Montoro. Llevamos seis años juntos viviendo con intensidad lo que el miedo y el orgullo no nos dejaron disfrutar a nuestra edad.

Nunca esperé a Agustín, lo recordaba con cariño como mi primer gran amor de la niñez, tuve pareja durante cuatro años hasta que decidió que prefería su promoción laboral a su pareja y me dejó con todo mi amor tirado a la basura, tuve miles de encuentros sexuales, rollos ocasionales y ahora no entiendo como he podido vivir sin él. Nunca es tarde, todo pasa por algo y todo llega en su momento.

¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!Reencuentro con mi amor adolescente

2 comentarios:

  1. Anónimo15:41

    has pensado hacerlos mas largos ?

    -Foos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Realmente si, pero por falta de tiempo no le puedo dedicar todo el que quisiera.

      Eliminar

 
Copyright © -2012 Relatos Gay de Paca Oros All Rights Reserved | Template Design by Favorite Blogger Templates | Blogger Tips and Tricks