¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!: Reencuentro con mi amor adolescente
Llamé a Isabel Abad,
la única de la época de colegio con la que mantenía algo de contacto, e
igualmente había recibido el mensaje.
- ¿Qué harás? Terminé preguntándole.
- Pues a mi me
apetece, además Juan estará de viaje por lo que estoy sola. Le dejo los críos a
mi suegra y nos podemos acercar. Puede ser divertido.
- ¿De verdad te
apetece?, esas reuniones siempre son tan tontas y falsas…
- ¡Ay maricón!
No seas aguafiestas, va a ser divertido ver a toda la gente ya tan mayor.
Nosotros estamos divinos y podemos ser las estrellas de la noche.
Isabel terminó de
convencerme para decidir ser unos
de los comensales pero seguía sin estar muy de acuerdo. Mi condición de homosexual
público seguramente traería algún problema en la reunión pues aunque no
mantuviésemos el contacto la mayoría me conocería de la columna frívola que
escribía en el periódico con más tirada de la ciudad, la cual levantaba siempre
mucha polémica sobre todo en redes sociales e incluso hubo un programa tertulia
en una transmisión de la televisión regional debatiendo uno de los artículos
que levantó excesiva polvareda.
Realmente estaba
nervioso cuando fui a recoger a “Isa” que se había vestido elegantemente con un
traje de chaqueta que la hacía lucir muy elegante.
- Chica la
verdad es que estoy de los nervios. Le confesé
- ¡Que tonto
eres Edu! Vamos, saludamos, cenamos y si la cosa está aburrida nos salimos a
tomar algo al centro. Tenía siempre soluciones para
todo y sobre todo para tranquilizarme.
Toda nuestra
pandilla de 8º de EGB estaba en el hall degustando unos ricos canapés regándolos
con abundante cerveza cuando llegamos a una de las mesas donde se encontraban
mis cinco compañeros de aventuras. Natalia Seprón, Pilar Serrano, Juan
Martínez, Antonio Robles y una desmejorada Amelia Ballester que lucía un
pañuelo que le cubría toda la cabeza. Cáncer de algún tipo pensé, cuando se
adentre mas la noche me interesaré más profundamente por su estado…
Faltaba mi gran
amigo de la infancia Agustín Montoro, lo último que supe de el es que se fue a
trabajar a Brasil con una multinacional que explotaba petróleo en el amazonas, pero
estábamos casi todos junto con “Isa”, que en aquella época no era de las
asiduas a nuestro grupo pero era conocida de toda la clase, ella fue la
delegada y todos la recordaban con bastante cariño.
Después de las
conversaciones de rigor y de rememorar las miles de travesuras que todos
realizábamos, el marido de Natalia entró a saco sobre algo que estaba en el
ambiente y nadie quería tocar, mi extravagante columna diaria “No me llamo
Gay, sólo lo soy” donde desmitificaba la vida nocturna
sin tapujos de la ciudad. Adorada por muchos y odiada por la mayoría, era mi
fuente de ingresos desde hacía mas de cinco años, después de estar dando tumbos
de revista en revista de segunda categoría haciendo toda clase de trabajos que
no me satisfacían desde que terminé periodismo y comunicación.
- Anda que no
tendrás enemigos con lo que escribes… Illán, el marido
de Natalia fue directo.
- Sólo los
necesarios, la mayoría sólo son de “boquilla”.
Contesté
- ¿Y eso?
- Pues que está
de moda indignarse con algo que la sociedad dice que es inmoral, pero en el
fondo muchos quisieran hacerlo y serlo.
Siempre tenía
varias respuestas preparadas, los ataques hacia mi persona en todos los ámbitos
me habían hecho prepararme y estar siempre alerta a cualquier impertinencia.
- Estas
generalizando y mucha gente se podría molestar.
Insistió con la conversación
- Normalmente el
que mas se molesta es el que más lo desea. Continué
desafiante
“Isa” viendo el
cariz que tomaba la conversación interrumpió para interesarse por la salud de
Amalia cuando vimos aparecer por la puerta del restaurante del hotel a Agustín.
Isabel me miró expectante pues sabía toda mi historia con él desde el día de su
boda que me emborraché y se lo solté todo, nunca lo había contado a nadie y
desde ese día nuestra amistad fue creciendo más y más.
Agustin Montoro y
yo éramos desde 6º inseparables, el llegó a medio curso desde otra escuela y mi
interés por el se disparó desde el primer día. Para mi suerte caminábamos de
regreso a casa en un grupo de chicos que vivíamos por la misma zona y poco a
poco entablamos una confianza diaria, pero no fue hasta que la profesora
nos comunicó una mañana que Agustín estaba en el hospital por un ataque de
apendicitis que le dio la noche anterior cuando mis sentimientos por él se
acrecentaron sin yo saber la explicación, con el tiempo lo supe, me había
enamorado perdidamente aunque a mis 12 años no era consciente.
Recuerdo que
conseguí reunir un poco de dinero para comprarle un comic de los que me dijo
que leía para llevárselo en la visita que le haríamos por lo tarde unos
compañeros de clase junto con la profesora. Su mirada de agradecimiento cuando
se lo entregué terminó de completar lo que ya sentía.
Pasábamos todo el
día juntos en su casa o en la mía, jugando con mis hermanos o con los suyos,
haciendo el deber, merendaba en mi casa y yo en la suya.
Fue con quien
experimenté el primer beso inconscientemente, pero a ambos nos gustó y no
entendíamos el despedirnos sin besarnos, era como un juego al que no le dábamos
importancia que ya no podíamos dejar de practicar.
Uno de nuestras aficiones preferidas era meternos en
los ascensores y no parar de besarnos cuando las cosas cada vez fueron a más.
Me pedía que mientras nos besábamos le tocara su miembro y ese fue el placer
mas supremo que experimenté a mi edad, no podíamos dejar de hacerlo en
cualquier ascensor que tuviésemos la oportunidad de subir y estar solos.
Pero el destino nos
separó cuando la educación básica terminó y nos correspondieron diferentes
institutos de bachiller, seguramente fueron las peores vacaciones de verano que
pasé en mi vida, saber que cuando volviera a las clases ya no le vería era un
martirio.
Efectivamente,
Agustín y yo dejamos de vernos por completo, sólo un par de veces durante ese
año coincidimos en los juegos recreativos que había en mi barriada. El era buen
estudiante y no salía después de clases, todo lo contrario que yo y ya no era
nada igual, no hacíamos nuestros juegos que tanto me gustaban y conseguí
convencerme que el lo hacía por diversión solamente, obviamente el no sentía lo
que yo.
La última vez que
coincidí con el fue hace doce años en unos grandes almacenes con su novia y
aprovechó para decirme que se iba a vivir a Brasil durante unos años y desde
entonces perdí su pista…
Saludó a todos y
cada uno de los integrantes de la mesa efusivamente y cuando llegó a mi lado su
abrazo me derritió en mil pedazos después de tanto tiempo.
- No me he
perdido ninguna de tus columnas, compro el diario solo por leerte. Dijo después de soltarme.
- ¡No te creo!,
te hacía en Brasil. Acerté a decir
- Estoy aquí
hace seis meses, con la nacionalización de la empresa se ha jodido todo y el
trabajo se volvió muy precario. He intentado mil veces llamarte o escribirte un
mail para tomar algo pero siempre surgía algo que me lo impedía. No se si lo dijo de verdad pero yo quería creerle.
Isabel miraba
atónita nuestra complicidad apremiándome para que nos sentáramos pues estaba
todo el mundo pendiente de nosotros y no pudo reprimir preguntarle.
- ¿Vienes solo?
- Sí, me
divorcié en Brasil, ella se quedó allí, yo vivo en la casa del campo de mis
padres ahora. Su explicación la dijo mirando hacia mí.
- ¿Y entonces
ahora en que trabajas? Insistió Isabel.
- He montado con
mi hermano una pequeña empresa de transporte, tenemos dos camiones y vamos
haciendo portes de un lado para otro. Conseguir trabajo de historiador ahora
está muy difícil, tendría que ponerme a estudiar oposiciones y no tenía muchos
ánimos de “hincar codos”.
La noche
transcurrió con copas y baile pero Agustín y yo no pudimos levantarnos de la
mesa poniéndonos al día de nuestras respectivas vidas hasta que Isabel, ya
mareada, me comunicó que quería volver a casa. La miré pidiendo clemencia pero
su gesto me decía que no podía mas, no había salida y no quería terminar mi
conversación con mi amigo del alma.
- Yo os llevo
Isa, ya es tarde y también voy a irme ya. Agustín tomó
la iniciativa.
En el trayecto
Isabel se quedó dormida debido a su exceso con el trago y continuamos nuestra
conversación despreocupadamente hasta llegar al portal donde mi amiga residía.
De vuelta en el
coche Agustín ya había dado la vuelta al final del callejón y estaba esperando
que volviese de dejar a mi malograda Isa.
- ¡Vente conmigo
al campo!, seguramente hace mas de 20 años que no lo ves, está muy cambiado.
Nos tomamos unos tequilas y mañana te traigo si tienes algo que hacer, tengo
tres habitaciones arregladas para huéspedes.
Agustín me
sorprendió no por pedírmelo, sino por la forma, parecía que lo había estado
ensayando toda la noche y que le costaba mucho trabajo hacerlo.
- Bueno, mañana
no tengo nada que hacer, así si quieres visitamos a tus padres, hace demasiado
tiempo que no los veo.
- Genial, les va
a encantar verte. Los llamo mañana temprano para que vayan a comer al campo con
nosotros.
Nada mas dejar el
coche aparcado bajé sin dilación e inspeccioné todo lo que la oscuridad me
dejaba ver, había ido a esa casa muchas veces de pequeño y ansiaba recordar,
pero nada era igual.
- Ya no queda
nada de como tu la conociste Edu, la arreglaron cuando les dije a mis padres
que me venía a vivir aquí. Con su mano sobre mi hombro
parecía querer consolarme.
Mi tristeza se
disipó en un momento cuando Agustín me dio un abrazo espontáneo y al oído
susurrándome me dijo que “no ha habido día que no me he acordado de ti”.
- Siempre he
querido llamarte, de verdad, pero me daba vergüenza.
- ¿Vergüenza
porque? Comenté sorprendido.
- Edu, estando
en Brasil me di cuenta y lo acepté, jamás te fuiste de mi cabeza aunque nunca
te lo demostré, desaparecí de tu vida y de la de todos creyendo que casándome
con Inés y marchándome iba a olvidarme de mi realidad. Soy homosexual y estoy
enamorado de ti, lo he estado siempre, desde que éramos unos niños pero me asustaba
hasta hace bien poco que cumplí los 35 y no quería seguir viviendo una mentira
e infeliz. No vine por ti, no te asustes, no se si tienes pareja o estas
interesado todavía como yo, pero quise comenzar mi vida asumiendo mi condición
y vivir.
Con mi cara llena
de lágrimas no pude responder a tan abrumadora declaración, sólo dedicarle una
sonrisa que Agustín tapó con sus labios mientras sus brazos me rodeaban en un
abrazo de perdón que consiguió nada mas confesármelo.
Desde ese día no he
vuelto a dormir en otra casa que no fuese esa, ni con otro hombre que no fuese
Agustín Montoro. Llevamos seis años juntos viviendo con intensidad lo que el
miedo y el orgullo no nos dejaron disfrutar a nuestra edad.
Nunca esperé a
Agustín, lo recordaba con cariño como mi primer gran amor de la niñez, tuve
pareja durante cuatro años hasta que decidió que prefería su promoción laboral
a su pareja y me dejó con todo mi amor tirado a la basura, tuve miles de
encuentros sexuales, rollos ocasionales y ahora no entiendo como he podido
vivir sin él. Nunca es tarde, todo pasa por algo y todo llega en su momento.
¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!: Reencuentro con mi amor adolescente
has pensado hacerlos mas largos ?
ResponderEliminar-Foos
Realmente si, pero por falta de tiempo no le puedo dedicar todo el que quisiera.
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