¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!: Reencuentro con mi amor adolescente
Sin pensarlo fui a
pedir trabajo para las tardes y al ser de los primeros en llegar me contrataron
para repartir cintas a domicilio, el tener una pequeña VESPA de 49cc con la que
me movía por la ciudad me facilitó la negociación y me puse a trabajar de
inmediato.
De martes a sábado
de 17 horas hasta las 21 de la noche por 200$ mas el carburante, estaba muy
bien pagado para la época y a mí me venía genial para tener algo de dinero
guardado, nunca fui muy gastador y ahorraba la mitad de ese sueldo casi todos
los meses.
Jorge, el dueño,
pasaba todo el día en la tienda haciendo de todo, era un autentico friki del
cine y no había película que no se hubiese visto. A sus treinta y pocos años
estaba soltero y su mayor afición era ir al cine o devorar las películas nuevas
que traía en video en la salita apartada que había dentro de la tienda.
Muy pocos encargos
fueron los primeros meses por lo que pasaba casi todo el tiempo en la estancia con
él viendo toda clase de películas que sinceramente me aburrían, siempre estaba
deseando que viniese alguien para atenderlos y levantarme del incómodo sofá que
teníamos para descansar.
Mientras el
video-club crecía día a día en clientela Jorge ya maquinaba su próximo paso;
potenciar lo de llevar las películas a domicilio. En ese tiempo era una
revolución, ningún video-club de la ciudad lo hacía y nosotros seríamos los
primeros.
Hizo unos pequeños
folletos de publicidad que me hizo entregar en todos los edificios de los
alrededores y puso un pequeño anuncio en el diario mas leído de la ciudad.
Ese fue el punto de
inflexión. Sólo un par de días después ya apenas podía estar en la tienda,
pasaba casi toda la tarde subido en la moto de un lado para otro repartiendo y
recogiendo películas por los alrededores del barrio los primeros días, para
después ampliar el reparto a otros barrios aledaños al nuestro.
Estuvimos así
varios meses con toda clase de experiencias diarias en mis repartos. Me
invitaban a comer, me daban buenas propinas, me hacían otros encargos en plan
mensajería… fue una gran época de trabajo y realmente sacaba bastante dinero
complementario. Jorge lo sabía y no le molestaba, mientras sus películas estuviesen
entregadas o recogidas le daba igual como utilizara mi tiempo.
Pero las verdaderas
experiencias excitantes empezaron a ocurrirme cuando mi jefe decidió poner en
catálogo cine porno. Al principio no quería, pero claudicó cuando comprobó que llevándolas
a domicilio la gente guardaba su intimidad sin tener que ir a la tienda a
alquilarlas. Efectivamente la demanda creció considerablemente y puedo decir
que más del 75% de los repartos eran de películas subidas de tono.
Uno de los repartos
fijos todas las semanas eran las solicitudes de Mariano, todos los viernes a
última hora pedía un par de películas, una general y la otra porno. Siempre
terminaba en su casa la jornada de reparto, lo dejaba para el último porque ya
había una confianza que me hacía ir a su casa como si fuese la mía.
Mariano era un
viudo, empleado de banco que nunca había llegado a promocionarse dentro de la
institución, digamos que era uno de los de antigua escuela, de los que su
puesto de trabajo lo consiguió gracias a amistades que lo dirigían.
A sus 52 años no
tenía más pretensiones que jubilarse cuanto antes y como el decía “descansar
de tanto cabrón que había en el banco”, quería
dedicarse a viajar con la prejubilación que le iba a quedar.
- Pasa y
siéntate Javier, estoy en la ducha, sírvete cola que hay en la mesa, salgo
enseguida y te pago. Mi asiduo consumidor de películas
gritó desde el baño.
Salió con una
toalla marrón rodeando su cintura y el pecho descubierto lo que me provocó una
excitación sorpresiva pues nunca me había sentido atraído por gente mayor, pero
su pecho velludo canoso se me hizo muy atractivo y no pude apartar mi mirada de
él.
- ¿Has cenado?
- No, si acabo
de salir del trabajo, tú eres el último que tenía que repartir. Ya me voy para
casa. Dije sin dilación.
- Quédate, que
me traen pizza y yo solo no puedo con ella entera. Me cambio en un momento. Si
viene el repartidor le pagas, aquí te dejo el dinero.
Mientras dábamos
buena cuenta de la exquisita pizza de berenjenas con anchoas Mariano, como
siempre, dejaba que hablaba de cualquier cosa que se me ocurriese dándome una
confianza que normalmente nunca tenía con nadie. Realmente era una persona muy
agradable de trato, y se podía hablar de cualquier cosa con él.
- ¿Te quedas y
vemos la película?, es temprano todavía. Mi conocido
con total sinceridad me ofreció su sofá.
- Es que la que
te he traído ya la he visto y es un poco rollo. Mi
edad me hacía no ser prudente en muchas ocasiones. ¿Por qué no vemos la
otra? Me lancé de una.
Mariano me miró extrañado
al ver mi atrevimiento pero no dudó en asentir con la cabeza dirigiéndose
directamente al video para preparar la cinta.
Mi sorpresa agradable
fue comprobar que en el primer polvo de la película salían dos hombres con una
mujer y entre ellos también interactuaban. Mariano miraba mi reacción
expectante sin perder detalle de la película.
- ¿Te gusta? Acertó a decir mientras me colocaba el cojín para tapar mi erección.
- Si claro,
¿está bien no? Comenté sin prestarle atención.
- Te noto
incómodo, si quieres la quito.
- ¡No que va! No
la quites.
- Como te veo
con el cojín tan agarrado...
Su sonrisa me
relajó y quitándome el cojín de encima le mostré el porqué de mi incomodidad.
Mi erección era indisimulable a todas luces.
- Ja, ja, ja…
eso es normal hombre, si no es que estarías muerto. Pajeate si quieres, no te
de vergüenza.
- Contigo al
lado no me atrevo, me da mucho corte.
Sin dejar su
sonrisa nerviosa su mano se abalanzó sobre mi miembro mientras no hice mucho
por resistirme.
- ¡Déjame que yo
te la doy!
La delicadeza con
la que me tocaba empezaba a producirme un placer exquisito cuando su mano entró
en mis pantalones de un modo experto que me hizo suspirar. No apartaba la
mirada de mis ojos sedientos de lujuria mientras sus dedos comenzaban unos
movimientos delicados en la entrada de mi ano.
- ¿Quieres que
te folle con el dedo? Mariano susurrando en mi oído
pidió el permiso que no hacía falta darle.
- Haz lo que
quieras pero despacio. Nunca me han tocado ahí. Le fui
sincero.
No podía resistir
la sensación de el movimiento de sus dedos dentro de mí cuando mi miembro
comenzó a disparar todo lo que tenía acumulado, Mariano dejó de besarme el
cuello para bajar directamente a saborear mi verga inundada de esperma ardiendo
con una solemnidad propia del que lo disfruta no muy frecuentemente.
- ¿Nunca te han
penetrado ese culo tan rico?
- No, siempre me
ha dado un poco de miedo, no se porqué. Le confesé
- Pues cuando tú
quieras probamos, a ver que te parece.
- Ahora mismo si
quieres. Ya estaba lanzado y no quería perder la oportunidad.
Beso mi boca
mientras me colocaba de espalda contra el y empecé a notar su miembro erecto
por encima del pantalón. Mi mano no se resistió a dirigirse hacia el para
comprobar su grosor mientras lo acariciaba cuando Mariano roció de saliva sus dedos
para lubricar mi deseoso agujero.
La gruesa verga de
mi amigo entró tan suavemente que apenas me enteré, solo cuando llegó al final
el dolor me impidió disfrutarlo hasta que fue pasando lentamente mientras
bombeaba progresivamente mas rápido.
- Si te duele me
lo dices, estoy a punto de correrme y te voy a dar mas duro. Me advirtió.
- Sigue, no
pares, está rico. Asentí con los ojos cerrados
disfrutando el momento.
Las embestidas
subieron de intensidad y el dolor ya no aparecía cuando apretándome hacia él
sentí dentro de mí un calor que nunca había experimentado, se corrió y disfruté
como nunca lo había hecho.
Las sucesivas
visitas de todos los viernes tuvieron otro aliciente para esperarlas con
ansiedad durante toda la semana. Jorge sospechaba algo pero nunca me decía
nada, hasta que una tarde de aburrimiento en la tienda salió el tema.
- Te llamó el
señor Mariano para que fueses hoy martes. ¿Tienes algún rollo con el? No supe si se refería al sexo o a otros trabajos que sabía que hacía
como repartidor.
- Pues no se,
luego iré a ver que quiere. Dije con una falsa mueca
de extrañez.
- ¿Te lo estas
tirando verdad? Me preguntó sin rodeos. Entre Jorge y
yo había siempre mucha sinceridad y respeto.
Mi cara se lo
confirmó sin decir una palabra y Jorge con una media sonrisa de tristeza cogió
mis hombros y mirándome a los ojos directamente me dijo:
- Aprovecha todo
lo que puedas ahora. Este negocio no va a durar mucho tiempo, con el formato
dvd y cuando la red internet
evolucione, estos negocios desaparecerán y no tardara mucho en pasar.
¿Internet?, yo no
había oído hablar de eso, era ciencia-ficción todavía y mi sonrisa de
incredulidad no daba crédito, eso no sería posible, pero hoy me doy cuenta de
que Jorge era un puto visionario.
¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!: Reencuentro con mi amor adolescente
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