Nos gustaba el
círculo diario de gente que estábamos consiguiendo, te hacía sentir bien que
los demás vieran nuestro local como un sitio para relajarse charlando un rato.
Don Wilson, mi
estimado amigo que me dio a probar sus "dulces andinos", seguía visitándonos
frecuentemente y el fue quien nos llevó varia de la clientela, siempre le
tendremos infinito aprecio por eso. Como bien dijo en su momento, había varios
en el pueblo que querían hacer “amistad” con nosotros, igual que él, y poco a
poco fueron dejándose ver la mayoría de nombres que nos comentó.
Tener en el pueblo
a dos extranjeros que vivían juntos pero no eran pareja y uno de ellos era
homosexual que no le daba ningún reparo en reconocerlo aunque no lo aparentaba,
según los cánones que imperaban en esta ciudad, era un verdadero enganche para
hacer nueva clientela.
Así llegó Don
Rafael Quichimbo, hombre poderoso del pueblo, dueño de varios negocios no todos
limpios, según las malas lenguas que en todo pueblo pequeño abundan, que con su
gran corpulencia no musculada, la excelsa barriga y su ridículo bigote imponía
en la primera presencia. No era nada guapo, pero su color de piel morena-dorada
y sobre todo sus grandes labios
carnosos le hacían algo atractivo, tampoco mucho, no nos engañemos.
Hombre bonachón y
bueno con los que le rodeaban no dudaba en pagar la cuenta de cuantos en
nuestro local había pues a todos les conocía, y sinceramente una cuenta de 20 o
25 dólares en cerveza para él no suponía nada en absoluto.
Muy respetado y
querido por la gran mayoría tenía algún que otro enemigo en la sombra que le
hacía la vida imposible, pero jamás se le notaba. Sólo hasta esa noche que
demostró su vulnerabilidad confesándonos su preocupación con Nuria y conmigo.
Una primera botella
de Johnnie Walter nos tomamos entre los tres mientras se desahogaba contándonos
toda clase de problemas de sus negocios, con sus hijos y sobre todo con su
mujer… “el problema de haberme casado tan joven”, solía decir frecuentemente.
Cuando terminábamos
la botella llegó Luchito y Rommel Correa ha unirse a la reunión, dos clientes
bien conocidos que era rara la noche que no se dejaban caer por aquí a tomar su
cervecita antes de llegar a casa.
Don Rommel sucumbía
a la presencia de tan poderosa figura casi postrándose a sus pies, realmente
daba vergüenza ajena el “peloteo” exagerado con el que lo trataba.
Ya se le notaban
algunas copas como buen viernes que era y no dudó en intentar ponerse a la
altura de don Rafael invitando a otra botella.
Nuria ya dijo que
por ella era suficiente de trago, pero “quédate tú que este hombre nos
interesa que sea amigo nuestro”, teníamos pensamientos
de venderle a él nuestro cyber cuando pensáramos marcharnos para continuar con
nuestro periplo andino, o al menos ser al primero en ofrecérselo.
El alcohol ya me
empezaba a hacer efecto cuando el tema de conversación empezaba a tornarse
sexual entre ellos y el final sabía cual sería. Se irían a cualquiera de los
prostíbulos de la vía a Cariamanga, eran el lugar favorito de finalización de
las borracheras de los viernes en la noche.
- Véngase don
Nico, le invito a que descargue con una buena hembra.
Don Rafael quería agradecerme a su manera mi paciencia en escuchar sus
problemas.
Todos sabían de mi
condición pero creo que el alcohol afectaba también su razonamiento o quisieron
ponerme a prueba esperando expectantes mi respuesta:
- Le agradezco
don, pero yo no pago por sexo, aunque me invite, en todo caso yo cobraría. Sentencié con una sonrisa picarona en mi rostro no sin antes ver que
don Rommel y don Rafael se miraban cómplicemente.
Lo dije realmente
convencido y dejé abierta la puerta a la ambigüedad para crear dudas en mis
acompañantes. Nunca había hablado abiertamente de mi orientación sexual con
nadie en el pueblo, pero eso no quería decir que no lo supiesen con certeza, de
ahí su expectativa ante lo que respondería a la sincera invitación.
Ya con el local
cerrado la segunda botella estaba agonizando cuando Luchito, el fiel escudero
de don Wilson, cayó sobre la mesa con sus brazos haciendo de almohada ante la
risa de los demás, aunque el nivel de borrachera ya estaba en el punto de
“querer a todo el mundo” en los restantes miembros de la reunión, incluido yo.
Con disimulo fui
dando tragos cortos y negándome a que rellenaran mi vaso, jamás me ha gustado
llegar al punto de ponerme verdaderamente borracho, era una de las cosas a las
que no conseguía acostumbrarme en Ecuador.
Don Rafael ya
estaba en la etapa de cogernos a todos por el hombro y contarnos confidencias
de ebrio, cuando me tocó a mi me resultó desagradable el escuchar cosas sin
sentido que apenas entendía, pero lo único que entendí es que con sus tremendos
labios rozando mi oreja y notando su respiración me estaba poniendo cachondo.
Con ciertos niveles
de alcohol mi libido se dispara con cualquiera que me resulte algo atractivo, y
los labios de ese magno hombre lo eran, aunque para nada acompañaba el resto.
Sentados los cuatro
ante la tercera botella que volvió a pedir don Rafael, aunque con uno no se
contaba pues Luchito seguía su sueño profundo, fue pasando la noche entre
cualquier tema de conversación de borrachos poco interesante hasta que cada vez
con mas frecuencia el pagador de la última botella se apoyaba en mi muslo para
dirigirse a nuestro tercer tertuliano sentado a mi derecha.
En una de esas
veces la mano se quedó a medio muslo mientras con la otra no soltaba el vaso de
whisky. En cada uno de los momentos que se dirigía a don Rommel mi estimado iba
subiendo más la mano y ahí se quedaba hasta la siguiente acometida.
Cuando su mano llegó
cerca de la ingle mi verga ya empezaba a reaccionar posándose en los nudillos
de éste, pero no hubo reacción por parte de mi acompañante de la izquierda.
Parecía que lo hacía por inercia y no le daba ninguna importancia pues seguía
la acalorada conversación sobre si a Catamayo le convenía o no la reciente
ampliación de su aeropuerto.
Entre los mas
disparatados y variopintos argumentos la mano de don Rafael comenzaba a moverse
entre el final de mi muslo e ingle haciéndome perder por un momento el sentido de
la cordura, quise cogerle la mano y colocarla directamente sobre mi polla, pero
pensé que no sería buena idea. Estaba borracho y no podía imaginar como
respondería, además don Rommel a mi derecha no parecía darse cuenta del
toqueteo que éste me estaba proporcionando
y que estaba provocando una ya vistosa erección que me tenía realmente caliente
a pesar de mi mareo debido al whisky.
En el mismo momento
en que don Rafael empezó a juguetear con su dedo gordo sobre mi glande don
Rommel apartó la mirada de su interlocutor y la fijó donde estaba la acción. No
pudo evitar bajar su mano y tocar sus partes intentando acomodar la pequeña
erección que experimentó.
Don Rafael seguía
tomando whisky mientras sus dedos ya se posaban sin remilgos en mi glande acariciándolo sin disimulo, a
lo que reaccione con toda naturalidad pasándole mi brazo sobre su hombro y
haciéndome hacia atrás presentándole todo mi aparato para su disfrute, y el mío
claro, aunque reconozco que la borrachera no me dejaba disfrutar como yo hubiese
querido.
Mi gesto hizo que
su mano recorriera todo mi miembro con suavidad hasta mis huevos, que sobó muy
lentamente, aunque él no le daba importancia pues seguía la conversación con
don Rommel que sí estaba sin parar de dirigir su mirada a la mano de don
Rafael.
Estaba confundido
con la situación y por la indiferencia que mostraba mientras me tocaba cuando
me dirigió su vaso de whisky hacia mi boca sin dejar de mirar a nuestro otro
compañero.
Nada más comprobar
que ya no quería mas apartó el vaso y sin dejarlo en la mesa se me acercó y con
su lengua limpió el resto de bebida que quedaba en mis labios, no pude hacer
otra cosa que abrirla y tocar su lengua con la mía hasta que definitivamente la
amarró con sus hermosos labios. Mientras sentía que su mano ya quería entrar
por debajo de mi pantalón abrí los ojos y observé que don Rafael no paraba de
besarme pero con sus ojos entreabiertos miraba a don Rommel, no se lo que
pretendía pero a mi me estaba poniendo tremendamente cachondo.
La situación se
estaba convirtiendo en bastante morbosa y mi inercia empezó a funcionar sin que
yo la dirigiese dado que instintivamente con mi mano derecha bajé mi pantalón
dejando al descubierto todo mi paquete.
La mirada de don
Rafael seguía fija en don Rommel mientras su mano bajaba lentamente por mi
tronco dejando al descubierto mi glande en todo su esplendor. Éste atónito no
perdía detalle de todo el espectáculo gratis que estaba presenciando cuando con
una pequeña señal de don Rafael se acercó y también empezó a masturbar mi verga
mientras él volvía a mordisquear mis labios y mi lengua.
- Apóyese en la
mesa. Me dijo susurrando el oído.
En pié y apoyando
mi trasero sobre la mesa le presentaba mi armamento apuntándole directamente a
la cara cuando con sumo cuidado regó lo que quedaba del vaso de licor por toda
la punta de la polla. Me estremecí cuando sentí sus labios succionando mi
miembro tan suavemente y repitió la operación del whisky varias veces hasta que
me dio la vuelta para comenzar a regarlo desde el principio de mi trasero lo
que empapó todas mis nalgas.
Las fue secando con
sus labios calientes rematando con su lengua en mi ano que ya hacía estragos, movimientos tan rápidos me
provocaban unos espasmos de placer que no creía que podría aguantar mucho
tiempo mientras sus manos abrían mis nalgas con robustez.
Don Rommel ya había
sacado su miembro y no paraba de masturbarse sin perder detalle de la excelsa
comida de trasero que su compañero me realizaba. Una polla realmente larga con
un glande a punto de eyacular, pero yo fui más rápido.
Me dio la vuelta
para con su mano coger mi polla y masturbarla rápidamente sólo frotando la
parte alta, apretando mi glande impidió que mi esperma saltara por los aires
para caer por todo el miembro dejándolo empapado con todo mi esperma.
Lo observaba como
el que observa un dulce antes de comérselo, con deseo y paciencia para que no
se acabara nunca.
Agarró a don Rommel
del brazo para colocarlo justo enfrente de el y los dos comenzaron a limpiar mi
polla con sus labios, uno a cada lado.
Mis manos
acariciaban sus cabezas como agradecimiento a la rica mamada que me estaban
proporcionando mientras notaba como don Rommel se retiraba pues estaba
acelerando el ritmo para eyacular. Fue cuando don Rafael tomo el relevo y
devoró todo el resto de mi verga que desapareció entres sus labios a la misma
vez que sus ojos miraban los míos y succionaba todo lo que quedaba.
El último trago de
whisky fue entre don Rafael y yo, dado que don Rommel quedó después de eyacular
apoyado en la mesa imitando a Luchito, cayó rendido con la borrachera y la
corrida.
- ¿Usted no
quiere correrse mi don?. Rompí el silencio.
- No don Nico,
he tomado y se me hace imposible cuando estoy borracho, ya tengo una edad y mis
excesos de juventud ya empezaron a pasarme factura.
- Pues otro día,
cuando usted quiera le pago el favor, pero prefiero que estemos sobrios para
hacerle disfrutar conscientemente. Mi sonrisa la
agradeció correspondiéndome con la suya.
- Sí estoy
sobrio jamás haría algo así mi amigo. No se me moleste.
Sentenció.
* Integran la serie Crónicas Andinas: Ecuador
* Integran la serie Crónicas Andinas: Ecuador
¡¡¡¡NUEVO RELATO!!!!: La pandilla adolescente de juegos no tan inocentes
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muy buen blog, espero que el mio sea igual con el pasar del tiempo:(
ResponderEliminarMuchas gracias!!! Pondrás tu direccción del blog para leerlo. Saludos
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