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Todos necesitamos que nos mimen

jueves, 3 de abril de 2014

- Les he dicho que te pongan a ti de instructor en las clases Fran, ¿tú quieres?

A mi hermano le habían encargado un trabajo de restauración de unas figuras religiosas y necesitaba un sustituto durante cuatro meses para las clases de dibujo que daba en el centro cultural de mi pedanía, a las cuales yo también asistía. Era alumno aventajado por mi preparación en la escuela de artes y oficios estudiando decoración de interiores desechando estudiar el bachiller recién salido de la educación básica.
Roberto había estudiado Bellas Artes y pasaba dando clases de dibujo artístico por varios centros culturales con talleres para niños y personas de la tercera edad, aunque a esas clases iba cualquiera que estuviese interesado, independientemente de su edad.

- Sí, ¿porque no?. Mientras me dejes toda la planificación no hay problemas. Me vendrá bien ese dinero, estoy cansado de tanto pedirles a los papas.

- Ya está todo hecho, sólo tienes que ir guiando a los alumnos en los trabajos, la planificación está hecha desde principio de año y la tiene el coordinador. Mi hermano lo había previsto todo pues era normal tener que interrumpir algún curso para ir a trabajar a cualquier lugar que lo solicitara.

A mis 17 años recién cumplidos ya había sustituido a mi hermano algunos días cuando él no podría ir por cualquier motivo, pero tanto tiempo encargado de un taller no había pasado.
Iba a los cursos porque precisamente la materia de “dibujo artístico” era de las más flojas que llevaba, sus clases complementarias me venían muy bien para igualarme en esa asignatura, lo mío realmente era el dibujo lineal y los trabajos prácticos de decoración.
Tendría que ir martes y jueves de 17:00 a 21:00 repartidos en tres grupos, empezando por menor edad, los de mas temprano, hasta los de tercera edad.

Mi primer día fue bastante bien con los niños, después en la clase donde yo asistía se hizo raro ser el profesor cuando hasta la semana anterior era un compañero mas, aunque la verdad nunca hice mucha relación con ellos, pues me limitaba a asistir a mis talleres sin ningún tipo de interés relacional, mis amigos estaban en la mañana en decoración.
La última hora, la de la tercera edad, fue la de mejor acogida, pues era de todo menos clases de dibujo, era una hora de asueto para los alumnos que se dedicaban mas a departir entre ellos que a atender a sus trabajos.

- ¿Cómo te fue el primer día? Mi hermano llegó a la casa con la necesidad de saber que no había hecho alguna de las mías.
- Bien, tranquilo, asentí.
- ¿Alguna cosa que se me haya olvidado decirte? Roberto intentaba recordar para dejarlo todo atado y bien atado.
- Nada especial, bueno, sólo que el chico ese, el gamberro, me dijo que lo dejabas estar en la clase de los mayores también.
- Ah Santiago, el delincuente, jajaja… Sí, como hay una plaza libre en los mayores me pidió si le dejaba estar para terminar el trabajo del “bodegón” y desde entonces se queda después a la siguiente hora.
Al chico le fascina el dibujo, no tiene mucho talento, pero se le pasan las horas muertas dibujando, parece que es el único sitio donde se siente bien.

A Santiago todo el mundo lo conocía en la barriada, era un gamberro de unos 15 o 16 años, sabía que era menor que yo pero no exactamente, que con la mayoría había tenido alguna polémica o problema. De broma siempre decíamos que “Santi” vivía en la calle, pues era ahí donde pasó toda su infancia. Sus padres no eran precisamente un ejemplo de cabezas familiares y el resultado fue un muchacho que se crió sólo en las calles buscándose la vida como bien podía y la única afición que se le conocía era joder a todo el mundo.

Pero en los talleres era otra persona. Muy concentrado en los trabajos que se le mandaba y muy participante en cualquiera de las actividades que se realizaban.
Como alumno era el sueño de todo profesor, de ahí mi cada vez mas afinidad con él. Había que reconocer que no era un artista pero su empeño era admirable y su actitud era de gran ayuda sobre todo para controlar su clase, todos lo respetaban y siempre ayudaba a mantener el orden con los demás chicos.
Increíblemente era el primer pagador de la mensualidad, mi hermano decía que no entendía de donde sacaba el dinero.

- Yo no se lo voy a preguntar, al muchacho le gusta mucho el taller de dibujo y a mi no me importa de donde me paga. Comentó mi hermano ante el interrogatorio de curiosidad al que le sometí.

Los cuatro meses se convirtieron en seis con lo que tenía que terminar yo el taller hasta el curso siguiente y me tocaba organizar una pequeña salida de fin de curso para todos los niveles.
Hablando con los de la última hora me sugirieron varias ideas, aunque ninguna me convencía, yo quería un viaje como mínimo de fin de semana para convivir con los alumnos y así me aseguraba que los mas jóvenes no irían, sería mas tranquilo.

Uno de los mayores, tan apasionado como yo a los parques de atracciones, comentó que en Port-Aventura durante el mes de mayo abrían muy buenas ofertas por la apertura de un nuevo hotel. La idea encantó a los demás que con gran efusividad aprobaron la sugerencia aún sabiendo que serían 11 horas de autobús y al menos dos noches de hotel.
Todo se arregló y Arturo Sanmartín, trabajador en una agencia de viajes, nos trajo toda la ruta, reservas de hotel y entradas por 89,00€ por persona.
El importe descartaba a toda la clase de primera hora y casi toda de la segunda, la gran mayoría del pasaje sería la tercera hora con alguna excepción de la que fue mi clase como alumno.

- Yo quiero ir Fran, pero me tienen que poner contigo en el hotel, no quiero estar con ninguno de éstos, y menos con los mayores. Nuestro nivel de confianza había subido mucho a pesar de que “Santi” sabía que yo era homosexual, bueno, lo sabía todo el mundo, pues aunque no desprendía pluma, no me cortaba nunca a la hora de reconocer mis preferencias.

Me sorprendió su exigencia pero la entendía, no tenía relación con nadie de los cursos excepto conmigo y por supuesto me encargaría que fuese según quería.

- Tienes que traerme firmado por tus padres la autorización para viajar y el dinero, si no tienes ahora lo puedes pagar poco a poco al centro, ellos te lo ponen si quieres.
- Tengo aquí cien euros. Tómalos y me lo pagas, el jueves me das los vueltos.

A las seis de la mañana el autobús ya estaba dispuesto para partir, 39 personas habían accedido al paseo de fin de semana. 35 mayores y 4 jóvenes, incluido yo, nos disponíamos a tragarnos 11 horas de carretera con la ilusión de probar uno de los parques de atracciones mas famosos de Europa.

- ¿No se reirán de ti con lo de que vas a dormir con un “marica”? Mi pregunta fue directa para conocer realmente lo que pensaba sobre mí.
- Si tengo que romperle la cara a alguien se la romperé. Su respuesta echaría a temblar a cualquiera.

Un viaje realmente agotador pero al ver la silueta del “Dragon Khan” en el horizonte los ánimos empezaron a subir y sobre todo los cuatro jóvenes, que íbamos sentados juntos, se nos notaba muy excitados por llegar.
A las 17,30 exactamente llegamos al nuevo hotel “El Paso” ambientado todo en México con unos jardines impresionantes y una super piscina que invitaba a bañarse sin apenas perder tiempo, y así lo hicimos no sin antes subir para acomodar nuestras cosas.
“Santi” salió del aseo con un bañador azul marino que a todas luces se veía que no era suyo pues le tapaba la rodilla y los rizos que le hacía en la cintura eran exagerados.

- Llevo una pantaloneta deportiva roja de reserva, si quieres te la dejo para bañarte, ese bañador te está demasiado grande. Le ofrecí sabiendo que éramos mas o menos de la misma estatura, aunque el era de constitución mas fuerte y grande.

Su cara al volver a salir del aseo era de una risa de vergüenza, la pantaloneta le quedaba muy ajustada, le marcaba todo el trasero exageradamente y le hacía mostrar un paquete realmente provocador.

- ¡Como me empalme se me nota enseguida!. Dijo riéndose mientras se tocaba provocativamente.
- Ja, ja, ja, ¡vas pidiendo guerra!. Mi risa se tornaba nerviosa de ver semejante bulto.

Después del reconstituyente remojón en la piscina teníamos toda la tarde libre, la visita al parque era al día siguiente y cada uno haría lo que le viniese en gana. Santiago y yo decidimos descansar viendo alguna película en la habitación a recuperar fuerzas pues al día siguiente las necesitaríamos para disfrutar todo lo posible de las diversiones de las atracciones.

- Una rica ducha y al sofá. Dije con ganas de llegar a la habitación.
- Si quieres nos duchamos juntos. “Santi” emitía una sonrisa rara que no me dejaba claro si se estaba riendo de mí o lo decía de verdad.
- No me “tontees” con eso que yo no me corto. Dejé la puerta abierta a la duda por si había posibilidades.

Con sólo la toalla caí rendido en el sofá peleándome con el mando de la televisión para encontrar una película entretenida que nos relajara y apareció “Contact” que la protagonizaba Jodie Foster. ¡Me encanta esta peli!. Santiago desde la ducha me preguntaba de que iba… Salió empapado y con la toalla blanca pequeña del hotel secándose su escaso pelo dejando al descubierto todo su cuerpo moreno y rechonchito.
No tenía un buen cuerpo, pero la piel morena sin vello con el corte del sol me lo hizo atractivo, su verga gordita y pequeña contrastaban con unos grandes huevos.

- ¡Tápate muchacho! ¿Qué quieres que me excite?. Ya no me cortaba con él y me había puesto el pié, era cuestión de probar.

Sin ni siquiera pedir permiso se tumbo boca abajo encima de mí con tan solo la toalla pequeña rodeando sus partes pidiéndome que le masajeara la parte trasera de los muslos, pues de ir en el autobús le dolía un poco.
Su trasero pomposo se me ofrecía a modo de caramelo prohibido en todo su esplendor pero quien sabe como reaccionaría.
Me limité a masajear torpemente lo que me pidió dirigiéndome exactamente por los sitios que le dolían con un “ahí, ahí, sigue”.
Un buen rato estuvimos con el masaje cuando el silencio por la concentración de la película se tornaba sepulcral, mi mano seguía administrando consuelo a la parte dolorida pero disimuladamente iba subiendo hasta el final del muslo rozando puntualmente el comienzo de sus nalgas, todo sin aparente reacción de Santiago.
En una de las veces mis dedos juguetearon donde se juntaban las dos nalgas pero seguía absorto en la película, lo que me animo a seguir en mi empeño.
Mi mano ya no disimulaba tocando sus nalgotas con mucha suavidad cuando sus piernas se abrieron un poco para facilitar mi trabajo, estaba disfrutando pero hacía como si no pasase nada. En una subida de sus nalgas me atreví a meter la mano por debajo acariciando sus testículos hasta llegar a su polla que lucía una evidente erección.

Hasta terminar la película no hubo ningún gesto ni palabra mientras sobaba ricamente su trasero y su miembro, gustarle le gustaba pues sus movimientos indicaban el placer que sentía cuando recién terminada la película su toalla desapareció de un golpe para darse la vuelta e invitarme a masturbarle. Fue en el momento que su mano bajó entre mis piernas para agarrar mi miembro cuando eyaculó estirándose de placer mientras su escaso esperma rociaba su barriga.

- ¡Tendré que ducharme otra vez! Esa fue la única frase que pronunció. Su sonrisa aparentaba el buen rato que había pasado.

Terminada la cena con todos los compañeros del viaje nos retiramos a dormir preparándonos para un día que podría ser inolvidable.
Santiago y yo no habíamos hablado de nada de lo que pasó en la tarde viendo la película, su trato era tan normal como siempre, introvertido y muy observador de todo lo que pasaba a su alrededor.

- ¿No puedes dormir? Todavía tienes la televisión encendida. Santi se despertó comprobando que mi sueño no me llegaba, la excitación de la tarde y la de visitar Port-Aventura me tenía ansioso.
 - No puedo, tengo ganas de que llegue mañana ya. Dije como excusa.

Sin pronunciar palabra se levantó para meterse en mi cama cogiendo mi verga y besando mis pezones.

- Yo te voy a relajar para que puedas dormir. Su mano empezaba a masturbar mi miembro que aún no estaba erecto.
- Eres muy blanco, tienes que ir a la playa. Hablaba mientras recorría toda mi barriga con sus labios hasta llegar a mi entrepierna y sin dar vueltas se metió toda mi verga en su boca.

Mis manos fueron directas a sus nalgas de nuevo sin remisión, las tocaba mas viciosamente abriendo los carrillos para meter mi dedo en su ano.

- ¿Quieres metérmela?. Sus labios pararon su trabajo en mi verga.
- Si tú quieres… Me limité a responder.

Dándose la vuelta y colocándose de lado me invitó a abrazarlo ofreciéndome su hermoso culo para penetrarlo. Con un poquito de saliva lo mojé y mi glande fue entrando lentamente pero sin esfuerzo, “Santi” ayudaba moviendo sus caderas hasta que entró completamente. Gimió de placer mientras sus caderas no paraban de masturbar mi polla dentro de él cuando cogió mi mano dirigiéndola a su boca chupando mis dedos con autentico vicio.

- ¡Córrete encima de mi!

Mi eyaculación fue muy abundante sobre su pecho y caí rendido encima de el. Sus manos acariciaban mi espalda mientras yacía intentando recuperarme del éxtasis y bajaban suavemente hacia mis nalgas tocándolas excitantemente.

- ¿Quieres entrar? Pero yo quiero que te corras dentro. Le dije al oído con voz muy apasionada.

Me alcé sobre el y lubriqué mi ano con mi propio esperma que aún quedaba sobre su pecho. Entró muy ricamente mientras me cogía de la cintura y bombeó mi culo con fuerza con batidas muy rápidas.

- ¡Que culo tan rico! No paraba de repetir mientras mis nalgas sucumbían a sus agarrones bien duros.

Se quedó a dormir en mi cama, no me atreví a decirle que se fuese a la suya, me abrazó apoyando su cabeza sobre mi pecho y el sueño medio le venció.

- ¿Tú ya tienes experiencia en esto no? Se notaba que no era la primera vez que lo había hecho.
- De dónde crees que sale el dinero… Su respuesta me la esperaba pero no por eso me dejó indiferente.

Mi delincuente favorito repitió la segunda noche de hotel con la misma pasión que la primera, pero fue la última vez. De regreso a nuestros talleres y cursos jamás hubo otra oportunidad, nuestros mundos eran demasiado diferentes.





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